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Duda Metodica


Enviado por   •  9 de Abril de 2014  •  2.587 Palabras (11 Páginas)  •  318 Visitas

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INTRODUCCIÓN

En el presente ensayo, bosquejaremos el pensamiento cartesiano, y desarrollaremos las ideas contenidas en las tres primeras Meditaciones Metafísicas del Filósofo René Descartes. Veremos que Descartes pasó de la crítica del conocimiento humano a la evaluación del método de conocer, y que se planteó, a través de la duda metódica, las objeciones esgrimidas por el escepticismo contra las posibilidades de conocer, y al final, descubrió una certeza o verdad primera, que resistió toda argumentación o intento de refutación posible, el cogito ergo sum; luego, partiendo de esa verdad universal, construyó el edificio del conocimiento científico moderno sustentado por el uso de la razón. Finalmente, y partiendo de su riguroso método, Descartes logra desprender el conocimiento de la naturaleza del Yo, y el conocimiento de la existencia de Dios, quien será el garante del cosmos, y la vía para acceder al conocimiento del mundo exterior al individuo.

EL PENSAMIENTO CARTESIANO

El objetivo principal del pensamiento cartesiano es encontrar la verdad filosófica. Una verdad de la que no se pueda tener duda alguna, una verdad indubitable, y que dicha verdad sea obtenida a través de un método racional. A tales efectos, Descartes desarrolló un sistema de proposiciones verdaderas en el que no se diera por supuesto ningún conocimiento que no fuese evidente por sí mismo, un sistema que solo permitiera acceder a un saber indudable, y universalmente válido. Descartes buscó el saber científico, haciendo uso de la

condición del entendimiento humano. Para ello, juzgó necesario comenzar su reflexión filosófica desde los cimientos, sin acudir a la autoridad de ningún filósofo anterior.

La filosofía cartesiana se abocó, entonces, al problema del conocimiento humano, preguntándose si: ¿El hombre puede saber algo sobre el mundo? ¿Qué puede conocer el hombre? ¿Cómo accede el hombre al conocimiento seguro en indubitable? y ¿Cuál es el método del saber?

En relación a este último, Descartes entiende por método un conjunto de reglas cuya observancia nos garantiza no tomar algo falso por verdadero; un camino que nos lleve a la verdadera comprensión. En este punto, nuestro filósofo se vale de la intuición y de la deducción para alcanzar el verdadero conocimiento. Por “intuición” entiende: una actividad netamente intelectual que manifiesta clara y distintamente el objeto a nuestra comprensión, de manera que no deja lugar a dudas sobre su conocimiento, mientras que por “deducción” entiende: toda inferencia necesaria que parte de los hechos que han sido conocidos con certeza. De esta manera, resulta ineludible observar clara y distintamente la certeza de cada proposición antes de proceder con el paso siguiente.

En relación al contexto histórico, conviene apuntar que fueron diversos los acontecimientos que contribuyeron al planteamiento del problema filosófico sobre el conocimiento. Entre los eventos más relevantes se encuentra el surgimiento del nuevo espíritu científico, con los aportes de Copérnico y la visión heliocéntrica del cosmos, así como las contribuciones de Galileo y Kepler a la cosmogonía y la nueva manera de concebir el mundo, en el que las matemáticas ocupan un lugar fundamental como elemento de predicción, así como también las implicaciones sociales de la Reforma Protestante, que desdibujó a la autoridad de la iglesia, permitiendo el cuestionamiento de todo el conocimiento humano por parte del escepticismo, dando paso a la indagación filosófica sobre la certeza del conocer.

MEDITACIONES METAFÍSICAS

En las Meditaciones Metafísicas, Descartes pretende responder a las objeciones escépticas que aseveran la imposibilidad de que el hombre encuentre el conocimiento cierto e indubitable. Para ello establece un método que permitirá encontrar “certezas” de las cuales no pueda dudarse, en virtud de que superan cualquier intento de refutación posible.

PRIMERA MEDITACIÓN

En la búsqueda filosófica por la certeza de la verdad, Descartes parte de una posición extrema en la que considerará falso todo lo que sea dudoso, hasta encontrar al menos una verdad indubitable, y en caso de no hallarla, será necesario concluir que el saber es imposible para el hombre.

En sus Meditaciones Metafísicas, Descartes expone:

“(…) puesto que la razón me convence por lo pronto de que las cosas que no son enteramente ciertas e indudables debo negarles crédito con tanto cuidado como aquellas que parecen manifiestamente falsas (…) (…) bastará el menor motivo de duda que yo encuentre para que las rechace todas (…)[1]

En este punto, nuestro filósofo nos advierte sobre la necesidad de dudar de todo aquello sobre lo que recaiga cualquier motivo de duda, por exiguo que dicho motivo sea. Por lo tanto, debemos actuar con extrema reserva si nuestras aspiraciones ascienden a la firmeza y seguridad del conocimiento.[2]

La duda cartesiana abarcará, pues, la totalidad de las opiniones, pero en vez de rebatir cada opinión que se tenga como cierta (cuestión que nos llevaría la vida entera), se atenderá al origen o la fuente de donde emanan dichas opiniones. Y es aquí en donde Descartes realizará una evaluación exhaustiva de las percepciones sensoriales a los fines de determinar la seguridad de las creencias que sobre ellas se fundamentan.

“Todo lo que he admitido hasta ahora como verdadero y seguro lo he tomado de los sentidos o por los sentidos; pero he experimentado a veces que estos sentidos eran engañosos y es propio de la prudencia no confiar jamás enteramente en los que nos han engañado una vez”[3]

Descartes pone en evidencia que los sentidos nos engañan algunas veces. Cuando contemplamos como se prolongan las vías de un ferrocarril, nos parecerá que se tocan en algún punto en el horizonte, pero bastará el simple ejercicio de nuestra razón para percatarnos de que esto es una simple ilusión, y que las vías férreas continúan siendo paralelas a lo largo de todo el trayecto. Igualmente percibimos el movimiento aparente de las estrellas y del Sol a través del firmamento, surgiendo cada día por el este y ocultándose por el oeste, pero convendrá hacer uso de conocimientos astronómicos básicos para percatarnos de que es nuestro planeta el que se encuentra en movimiento y no la bóveda celeste. Asimismo, cuando observamos un espejismo nuestros sentidos nos exponen algo inexístete, pero nuestra razón en su sano juicio nos revelará que nuestros órganos sensoriales nos han dirigido

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