EL FIN ULTIMO DEL HOMBRE

EL FIN ULTIMO DEL HOMBRE

I.- EL FIN ULTIMO Y SUPREMO.

El mundo fue creado por Dios para su propia gloria, o sea la manifestación y comunicación a sus criaturas de su propia bondad infinita. Al sacar de la nada todo cuanto existe, Dios busca desbordar sobre ellas su bondad y perfecciones infinitas, que llena de admiración a las criaturas y arranca de ellas en una forma u otra, el grandiosos himno de la gloria y alabanza de Dios que sube hasta el cielo continuamente, desde todos los confines de la creación universal.

Esa suprema glorificación de Dios constituye el fin ultimo y absoluto de todas las criaturas, principalmente de las inteligentes y libres (el ángel y el hombre). Y en esa glorificación, prestada voluntariamente y por amor, encuentran precisamente su suprema felicidad. Así pues, el fin ultimo y supremo de todas las criaturas es el mismo Dios, fuente y origen de toda bondad y perfección. Nadie tiene derecho a quejarse de Dios o a rebelarse contra El por haber querido hacernos felices.

Se comete grave desorden, cuando a sabiendas, el hombre intenta una suprema finalidad contraria o distinta a la gloria de Dios, que le coloca fuera por completo de la línea de su verdadero y último fin, poniéndole en trance de eterna condenación, si la muerte le sorprende en tan lamentable estado.

II.- LA FELICIDAD, FIN SECUNDARIO Y RELATIVO DEL HOMBRE.

Todos los hombre coinciden en que hay que buscar la felicidad pero unos la buscan en Dios, otros en las riquezas, otros en los placeres, otros en la gloria terrena o en otras diversas cosas.

Características que tiene la felicidad verdadera, seguramente para todos los hombres:

- Se dirigirá al bien supremo apetecible, sin subordinación a otro bien mas alto.

- Excluye todo mal.

- Llena de manera saciativa, todas las aspiraciones del corazón humano.

- No se puede perder una vez conseguida.

De acuerdo con ello, la suprema felicidad del hombre no estará en los bienes externos o internos como la riqueza, honores, fama, gloria, poder, salud, belleza, placeres sensuales, placeres espirituales como la ciencia o la virtud. A todos ellos siempre les falta una de las características señaladas anteriormente.

La elección es obvia: Solamente Dios reúne en grado rebosante e infinito todas las condiciones requeridas para la felicidad verdadera del hombre, pero que solo se dan en la visión, amor y goce fruitivo de Dios poseído eternamente.

Con ello podemos concluir que la felicidad perfecta no es posible en esta vida. No se da una felicidad plena de orden puramente natural. Sin

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