El Fin De Una Relacion

El fin de una relación.

Una de las cosas más dolorosas que le puede suceder a un ser humano es la muerte de un ser querido. La desaparición total de una persona con la cual antes compartías multitud de cosas y sentimientos, el hecho de que ha sucedido sin que tú pudieras hacer nada al respecto, te deja en una situación de impotencia y total frustración, puesto que es como si estuvieras atado de p

ies y manos, sin poder hacer nada al respecto. Tu decisión no cuenta, es algo impuesto por circunstancias externas a uno mismo. Y has de tragar con ello, lo quieras o no.

En las relaciones de pareja, aunque no haya una muerte física, si la hay en lo emocional cuando la relación termina. Ésto ocurre cuando una de las partes decide acabar con la relación y la otra no lo desea. La situación de 'muerte' es la misma, puesto que todo lo que antes compartías con la otra persona ya no es, no volverá a ocurrir. Donde antes había alguien ahora sólo hay un hueco vacío.

Si bien con el paso del tiempo y las experiencias previas de nuestras vidas podemos, más o menos, saber de qué trata el proceso de una ruptura en la pareja, hay veces que olvidamos situaciones anteriores. Cuando la relación se rompe vivimos la emoción tan profundamente que es casi como si otra cosa no existiera. Sufrimos una especie de amnesia temporal y nosotros mismos somos quienes la propiciamos y potenciamos con nuestros pensamientos y actitudes.

Hay una cosa que está clara y que no tiene ni duda ni discusión: el dolor por la separación está. El corazón siente y le duele ver alejarse, generalmente para siempre, a aquella persona a quien tanto amó. Pero ya está, punto. Todo lo que salga a partir de aquí como es el sufrimiento y los dramas personales, son cosas que nosotros creamos. Que un corazón ame no tiene por qué implicar que debamos estar apegados a la otra persona.

Algunos dirán: 'disculpa, yo no siento apego, siento amor'. Sentir amor, amar, no necesita de estar cerca de la otra persona. Amar es éso, amar, y dejar que la otra persona vuele libre si es su deseo. No hay una necesidad de tener una relación física con la persona en cuestión. Es verdad que cuando amas a alguien de la forma en la cual se ama a una pareja, se desea estar con ella, compartir la vida de forma común.

Pero... ¿y si la otra persona no quiere? Es el momento de aceptar, no nos queda otra.

Cuando algo 'Es', no se puede cambiar. Luchar contra lo que Es es como nadar contra la corriente: un desgaste que poco o ningún beneficio nos ofrecerá, que nos dejará agotados, que mantendrá nuestra atención y entrega en una situación que no se puede cambiar. Como tampoco se puede cambiar el curso de un río en

el cual, como desesperados, nadamos a contra corriente para ir en sentido contrario de su flujo natural.

Por lo tanto, la aceptación del momento presente es la clave. Si no aceptamos, podemos desembocar en dos caminos distintos: la no aceptación ('no puede ser, ésto no me está pasando a mí'), que conlleva un acoso de la otra persona para que recapacite y vuelva, o el victimismo ('¿por qué me ocurre a mí ésto?'), que aunque pueda ser respetuoso en lo que se refiere al contacto con la ex pareja, es una tortura constante contra uno mismo.

Una vez que aceptamos lo que Es como algo que no se puede cambiar, que está en nuestra vida lo queramos o no y que hemos de tirar adelante con ello, soltar malos sentimientos contra la otra persona debería ser un siguiente paso. Quizá haya momentos en los que sintamos rabia contra la ex pareja ('ya veo lo que me quería, que no le importa lo más mínimo lo destrozado que me quedo, ¡con lo enamorado/a que estoy!'), pero ésto debería ser algo a trascender. Revisemos unos puntos clave para la asimilación:

- Las personas son totalmente libres de hacer lo que quieran y con quien quieran.

- Las personas cambian de opinión y de intereses: hoy pueden pensar/sentir blanco, y mañana negro.

- Las relaciones de pareja suelen tener un tiempo de duración, y una vez se ha 'aprendido' lo que se tenía que aprender, el camino en común finaliza.

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