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El Mito De Lilith


Enviado por   •  30 de Mayo de 2012  •  4.478 Palabras (18 Páginas)  •  780 Visitas

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El Mito de Lilith.

Lilith: diosa, monstruo, temida o adorada, mujer al fin y al cabo y símbolo indiscutible del feminismo mundial.

Poco se sabe de este personaje, debido a que los textos donde aparece son escasos y han sido ocultados a lo largo de la Historia. La bibliografía al respecto es reducida y difícil de encontrar, aunque las nuevas tecnologías ayudan mucho en este sentido.

Realizando preguntas sobre quién es el personaje de Lilith, he encontrado que muy pocos conocen a la protagonista objeto de este artículo de investigación literaria. Sólo amantes y estudiosos del arte, las religiones y feministas empedernidas parecen estar al día de la historia, real o ficticia pero existente al fin y al cabo, de esta misteriosa y legendaria mujer.

Con este estudio se pretende poner de relieve la aparición en textos sagrados de varias culturas de la supuesta madre de la Humanidad, además de cómo indirectamente se ha suprimido el protagonismo femenino en los mismos y, sobre todo, la influencia que ejerce en la cultura actual este singular personaje cargado de connotaciones negativas en los casos que está sometida a la influencia del sexo contrario y positiva cuando es tratada como alegoría del feminismo.

La génesis del mito

Lilith: diosa, monstruo, temida o adorada, mujer al fin y al cabo y símbolo indiscutible del feminismo mundial.

La mitología sumeria narra cómo emergen de las profundidades del Mar Gigante, que componía el Gran Caos del Abismo, una jerarquía de dioses: los Zu. Entre ellos se establecían rangos ya que los primeros dioses eran denominados Ab-Zu[1] y los dioses doblegados a éstos An-Zu[2]. La creencia popular sumeria habla de siete semidioses, localizados en las aguas del Mar Gigante en el Gran Caos del Abismo llamados Abgal, que poseían la característica especial de ser de ambos sexo a la vez, y de los Lamatsu[3] o Lilitu[4], espíritus guías del viento nocturno, que eran de carácter benévolo; semidioses encargados de guardar las puertas que permiten el intercambio entre plano espiritual y plano físico[5]. Aquí se hace referencia, por primera vez, a Lilith[6] y se la representa como lado femenino de uno de los semidioses o espíritus guías capaz de adentrarnos hacía la sabiduría de la inmortalidad y portadora de los anillos de Shem[7].

Se la representaba en forma de estatua guardando el templo que regía. Todos los dioses contaban con sacerdotes o sacerdotisas que administraban sus correspondientes templos. A Lilith[8] se la conocía como la “Mujer Escarlata”, unos dicen que por el color de sus cabellos[9] y otros porque, en los ritos y ofrendas a la diosa, se incluía la sangre humana. La sacerdotisa del templo de Lilith[10] se especializaba en ritos de índole sexual en los que participaban otros sacerdotes (incluso hombres ajenos al templo, como pudieran ser personajes de alta alcurnia), pero siempre era la voluntad de la sacerdotisa la que prevalecía sobre la de los hombres, a los que sometía sexualmente. Con estos ritos se pretendía obtener una serie de beneficios físicos y espirituales: la elevación del espíritu a estados de éxtasis o la tan añorada ‘eterna juventud’ mediante la regeneración del cuerpo. Para esta última necesidad, la sacerdotisa realizaba ofrendas misteriosas con la sangre de su menstruación.

Sin embargo, en la tradición asiria, Lamastu era un ente nocturno maligno que dañaba a los seres humanos acarreándoles ciento una enfermedades de diversos tipos, matando a los niños recién nacidos o los que estaban por nacer y chupándoles la sangre a todos sin excepción. Era una diosa temida en especial por las mujeres embarazadas, que, para protegerse, usaban amuletos de otro dios, Pazuzu, que una vez consiguió someter a Lamastu.

Según la tradición del Egipto antiguo, los seres humanos quisieron derrocar a los dioses. El personaje de Blasphemed y algunos magos buscaban la manera de destronar a Ra, rey de dioses y de los hombres. Ra, al oír hablar de las intenciones de los humanos, se reunió con el resto de los dioses y decidieron llamar a Sekhmet, la fuerza contra la cual ninguna otra fuerza sirve, para que se manifestara en la tierra y calmara la rebelión. Sekhmet se manifestaría y castigaría a todos los que osaron irritar a los dioses. Caminó entre hombres y los destruyó bebiendo su sangre, pero, cuando los dioses decidieron que el castigo había sido suficiente, no encontraron la forma de parar a Sekhmet, debido a su gran poder sobre todos; la raza humana estaba en peligro de extinción por culpa de este ser femenino de gran belleza pero también de gran poder destructor.

Ra envió al dios Sekti, en Heliópolis, una serie de plantas colosales de la familia de la Solanaceae con las que se pueden elaborar drogas muy potentes para la alteración de la mente y las mezcló con opio y cáñamo. A esta mezcla, Sekti agregó cerveza y sangre humana llenando siete mil grandes jarros de la sustancia, que ofreció a Sekhmet. De esta forma, cesaron las matanzas y esta diosa fue recordada por su crueldad y su belleza extrema.

En la cultura mitológica clásica griega[11] existía la creencia de que Lamia, hija de Libya y Belus, enamoró con su belleza al padre de todos los dioses, Zeus, y que su esposa, Hera, enfurecida por verse otra vez engañada por su su marido, castigó a la pobre Lamia. A partir de entonces, estaría obligada a devorar a sus propios hijos. Sin embargo, esto dejó de ser un castigo cuando Lamia empezó a disfrutar con él, convirtiéndose en un ser inmortal que chupaba la sangre[12] de los niños.

Para los romanos, miméticos de la cultura griega, esta criatura era conocida con el nombre de Strix[13]. En la cultura india, los seres análogos a Lilith son vampiras que se apuestan en las encrucijadas de los caminos y beben la sangre de los elefantes. En Japón, encontramos la figura de Nabeshima (una peculiar especie de felino vampiro) que ataca a la gente y extrae la sangre de sus cuellos.

En la tradición judía, Lilith es un espíritu femenino de la noche con claras connotaciones negativas (sexuales y antropófagas). Sus recién nacidas son denominadas lilims. Al parecer, el mito de Lilith fue adoptado por los judíos del de Lamastu durante su cautiverio en Babilonia. Algunos autores judíos creen que “a pesar de que entre los jajamim hubo aquellos que consideraban la existencia de la diablesa Lilith como posiblemente real, no deja de ser la creencia de algunos individuos, y no materia asimilada por el judaísmo”[14]

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