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El Niño De Aveyron

carolina0725 de Septiembre de 2012

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SUJETO:

ESCENA 1:

Los doctores Itard y Pinel se encuentran hablando del niño mientras lo observan por la ventana:

Dicen: “Es un niño que pasó su niñez en un aislamiento y soledad absolutos”

“El niño fue abandonado y degollado por sus propios padres porque era anormal, sin embargo Ud. cree que su

anormalidad es por obra de su aislamiento”.

Víctor fue encomendado al Dr. Itard en tanto no parlante.

No era equiparable la “mudez” de Víctor con la de los niños sordos, que aún sin emitir palabra estaban atravesados por el mundo de la cultura y del lenguaje.

Hablar de Sujeto precipita la idea de sujeción al Otro. Deja de ser algo de lo que se habla para comenzar a ser aquello que habla a su manera; está estructurado como lenguaje.

Si el Sujeto se constituye en el campo del Otro, es allí también donde quedan jugados sus aprendizajes, ya que éstos en tanto lenguaje, forman parte de su constitución. No hay aprendizaje sin Sujeto, más aún, no hay Sujeto sin aprendizaje.

No hay constitución subjetiva en tanto no hubo Otro en cuyo campo estructurarse. Este gran Otro está representado por las estructuras del lenguaje y el mundo de la cultura organizada en torno a él, puede presentarse en lugares y tiempos distintos, como la figura de la madre, las instituciones, las escuelas, etc.

La criatura humana requiere que los otros la reconozcan como existente para poder plantearse como sujeto; necesita la atención y el afecto de su entorno para desarrollarse, experimentar el gusto de vivir y adquirir los signos y símbolos que le permitirán proveerse de un medio de comprender el mundo y comunicarse con los otros.

El doctor Itard y el Ama de llaves simbolizan para Víctor ese Otro, representante de la cultura, organizador a través del lenguaje, convocante, demandante que espera del joven una respuesta de manera permanente.

ESCENA 2:

Madame Güerim e Itard reciben al niño en su casa:

El ama de llaves comienza a hablarle al niño desde que llega.

El médico la felicita, diciéndole que hay que hablarle todo lo posible aunque éste no la entienda.

El fracaso más notorio dentro de los objetivos a los que apostó el Dr. Itard se vinculó con el desarrollo del lenguaje de Víctor.

La palabra, el lenguaje, es una adquisición, un logro de un trabajo psíquico complejo, que lleva a la instauración de la función simbólica, es decir a la pérdida, la muerte de la cosa. La palabra toma el lugar de una pérdida, de una distancia, de una renuncia al objeto: la simbolización.

Víctor no sabe hablar porque nadie se dirigió a él de esa manera, nadie le habló a él. Vivió con los animales del bosque. Para aprender a hablar no sólo es necesario poseer ciertas características biológicas indispensables. El habla es un aprendizaje fundamentalmente cultural.

Uno de los intentos del Dr. Itard fue que Víctor pronunciara la palabra leche antes de recibir el tazón, acto comunicativo que el joven no logró comprender en ningún momento dado que decía la palabra solo cuando tenía el tazón entre sus manos, esto significa que no había allí una demanda, un pedido, tan solo el reconocimiento del objeto, sin intención de seguir los tiempos lógicos de un intercambio verbal. Podemos ver así que Víctor careció en su estado salvaje un de Otro que le demandara a través del lenguaje, por ende careció de un aprendizaje para el desarrollo de su propio lenguaje.

Si no crecemos inmersos en una cultura, no adquirimos el lenguaje. La capacidad de hablar, de usar símbolos, es una característica únicamente humana que requiere ser aprendida de otros seres humanos, a una edad muy temprana.

El rumbo de Jean Itard es ejemplar en su intuición del carácter social y cultural de la educación

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