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El Peregrino


Enviado por   •  7 de Agosto de 2012  •  6.278 Palabras (26 Páginas)  •  363 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Paulo Coelho Peregrina a través del Camino de Santiago para llegar a Santiago de Compostela, empezando su recorrido en Francia para terminar en España, un recorrido de setecientos kilómetros que atraviesa por diferentes lugares sagrados y poblados con historias de leyendas religiosas como también de maldiciones y demonios, el guía que lo lleva por el camino le enseña las Prácticas del Ram. Que le ayudan a descubrir el secreto de su espada, pero para esto tuvo que conocerse asimismo y el verdadero significado de la vida común, además de enfrentar y vencer sus propios temores y demonios que encuentra en el Camino de Santiago.

RESUMEN

El Maestre levantó mi nueva espada, era mi ordenación como Maestre de la Orden de RAM. Enterré mi antigua Espada y el Maestre colocó mi nueva espada frente a mí y con sus poderes genero una luz extraña alrededor de nosotros, con su espada toco mis hombros y mi cabeza mientras decía: -Por el Poder y el Amor de RAM, yo te nombro Maestre y caballero de la Orden. Cuando salga de su vaina, jamás las regreses sin antes haber hecho un bien. A partir de ese momento ya no era necesario ocultar lo que había aprendido en el camino de la tradición. Ya era un Mago. En el momento que me disponía a tomar mi Espada, me piso los dedos, yo no entendí lo que pasaba, llamo a mi mujer y le entrego la Espada, después me dijo, -¡Aleja la mano que te engaña! Debías haberla rechazado, de haberlo hecho se te hubiera entregado, por que tu corazón estaba puro, pero resbalaste y por culpa de tu avidez, deberás caminar nuevamente en busca de ella-. Me encontraba atónito, mi espada vieja estaba enterrada y la nueva no me fue entregada, tenía que comenzar, estaba de vuelta en el mundo del Odio y de la tierra. Cuando nos retiramos, nadie se despidió de mí, no podía tocar la Espada sin la autorización del Maestre. -El Maestre dijo que no eras el primero que le ocurría eso –dijo mi esposa en el camino- y que la Espada te estaría esperando a una cierta hora, en una cierta fecha y en un punto de un camino que deberás recorrer. Me dijo donde debo esconderla y que la buscaras en una antigua ruta medieval

LA LLEGADA

Yo iría a Francia al encuentro de Mme Lawrence en San Juan Pied-de-Port. Mi esposa cumpliría el encargo del Maestre y después regresaría a Brasil. Así como los musulmanes tienen que ir por lo menos una vez en su vida a La Meca, En el primer milenio los cristianos tenían que recorrer un de las rutas sagradas. Aunque no descubriera mi Espada, la peregrinación por el Camino de Santiago haría que me descubriera a mí mismo.

SAN JUAN PIED-DE-PORT

Llegué donde me estaría esperando Mme. Lawrence. Sin siquiera preguntar que quería me condujo al segundo piso de la casita. Colocó un manto sobre mis hombros y un sombrero en mi cabeza, llevaban veneras cosidas, me entregó un cayado en el que amarro una pequeña cantimplora, colocando sus manos sobre mi cabeza realizó unas oraciones y me hizo jurar obediencia total a mi guía. El sombrero me protegería del sol y los malos pensamientos. El manto, de la lluvia y las malas palabras. El cayado de los enemigos y las malas obras, me dio las contraseñas y me dijo que mi guía me esperaba a 2 Km. de allí. Saqué de la cajuela del carro mi mochila y un saco de dormir y salí de la ciudad siguiendo las instrucciones. Ya estaba pisando el Camino de Santiago, apresuré mi paso hasta llegar al antiguo pozo, me esperaba un gitano que dijo ser mi guía, me propuso que si yo quería él buscaría la Espada por mí, cuando estaba por contestarle detrás de mí apareció un hombre como de cuarenta años, cabellos grises y piel quemada por el sol, se presento como Petrus y comenzó a darme la contraseña, entonces me di cuenta que el otro hombre era un impostor, tomo su mochila y se alejó, le pregunte que quien era el otro hombre, me dijo que nos habíamos encontrado con un demonio y que encontraríamos más en el camino, según él, el encuentro había sido un presagio favorable, pues el demonio se había revelado demasiado pronto. Dijo que en el camino me enseñaría algunos ejercicios y algunos rituales conocidos como las Prácticas del RAM. Entonces me enseño El Ejercicio de la Semilla.

EL CREADOR Y LA CRIATURA

Durante seis días hice el Ejercicio de la Semilla. -Estoy muy contento de estar aquí, -me dijo- el trabajo que deje de hacer ya no importa, y los trabajos que realizare después de esto serán mucho mejores. El séptimo día, mientras realizaba el último ejercicio de la semilla, permanecí quieto, con una bofetada me despertó Petrus y dijo en tono furioso -¡No te olvides de tus objetivos! Todavía tienes mucho que hacer entes de encontrar la espada.- Dijo que eso le pasaba a las personas que se fascinaban con los detalles y se olvidaban de lo que buscaban. Cuando nos aproximábamos a un pueblecito, Petrus me detuvo y dijo que era momento de enseñarme la segunda practica del RAM. nos sentamos en el suelo, yo me encontraba impaciente, ya quería llegar, Petrus fumaba su cigarro tranquilamente, miraba la planicie y después de un rato me preguntó, -¿Qué tal la travesía por los pirineos? Muy bien -respondí-. Debe haber estado muy bien -comenzó a decir- puesto que nos tardamos seis días en hacer lo que se pudo haber hecho en sólo uno. Me explico que en mi afán de encontrar mi Espada, nunca me preocupe por el camino, habíamos estado dando vueltas, era mi obligación notarlo, - Eso te pasó por que tu acto de caminar no existía, sólo tu deseo de llegar-. Dijo. Estaba tan sorprendido que me olvide del frió y del pueblecito, por eso era importante la segunda Práctica del RAM: extraer de lo que estamos acostumbrados a mirar todos los días los secretos que no logramos ver debido a la rutina. Petrus me enseño “El ejercicio de la Velocidad. Respire profundo y trate de no pensar en nada, el mundo estaba allí en torno a mí, me di cuenta que pocas veces la había prestado atención. Al otro día muy temprano nos dirigimos a buscar a un brujo, entramos a una iglesia, me presento con el padre Jorge, -un brujo vestido de padre-, me condujo hasta un cuarto alejado y comenzó a decirme que la ruta de Jacobea era el camino de la Espada, podría traerme poderes, pero eso no era suficiente, ¿dónde están tus veneras? -me preguntó-, le entregué las conchas, las puso sobre de una mesa, colocamos las manos sobre ellas y comenzó ha hacer unas oraciones, de las conchas salió una luz brillante, retiro las manos y las conchas dejaron de brillar, dijo que podía irme con la bendición de la

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