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El agresor

Tesis20 de Diciembre de 2014

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A mediados de los años 90, la pequeña ciudad de Castellón quedó conmocionada por los crímenes que en sus alrededores se estaban cometiendo. Una ciudad tranquila y acostumbrada a su rutina diaria, los vecinos de Castellón no imaginaban que entre ellos se encontrase alguien que pudiera cometer semejantes atrocidades.

Fue con Ferrándiz cuando la figura del criminólogo adoptó un papel importante en España al colaborar directamente con las autoridades mediante la creación de un perfil criminológico para ayudar a esclarecer los hechos. El juez instructor del caso, solicitó a Vicente Garrido dicho perfil criminológico que estableciera qué tipo de persona estaban buscando.

Tras aportarle los datos e informes necesarios para llevar a cabo su investigación, Vicente, determinó un perfil del agresor.

Se hallaron en total cinco víctimas. Entre julio y septiembre de 1995 se encontraron los cuerpos sin vida de Sonia Rubio (licenciada en filología), Natalia Archelós, Mercedes Vélez y Francisca Salas (todas ellas prostitutas). Un año después aproximadamente, en septiembre de 1996, aparecía una nueva víctima, Amelia Sandra. Todas ellas comprendían la edad entre 20 y 25 años.

Tanto el juez como los investigadores, estaban interesados en saber si los crímenes eran obra de un mismo autor, o sin embargo, de varios. Así como cuales serían los rasgos característicos del supuesto/s agresor/es.

Vicente Garrido, procedió a averiguar el perfil geográfico basándose en un mapa. Así, al demarcar las diferentes zonas donde se hallaron los cuerpos de las jóvenes, le pareció evidente hallarse frente a la ya conocida “hipótesis del círculo”.

Sonia Rubio apareció muerta junto a la antigua carretera N-340, en la demarcación de Benicassim. Natalia, Mercedes y francisca halladas en una zona pantanosa de las afueras de Vila-Real, conocida como “Vora Riu” (cerca del río). Por último, Amelia Sandra se encontró en una balsa en una zona llamada “Pla del Olivar”, en la demarcación del pueblo de Onda.

Así, estas tres zonas diferentes, como podemos observar en la imagen, todas ellas se encontraban relativamente alejadas de la ciudad de Castellón. Se situaban en los extremos de líneas rectas (radios) a partir del centro.

Atendiendo a esto, se quedaba reflejada alguna pista que podría dar indicios de la posible residencia del agresor. Todas las jóvenes desaparecieron en verano o en días próximos a la estación estival. Castellón es una ciudad muy pequeña, y durante los meses de verano es habitual que la gente se desplace en coche a las zonas más turísticas, sobre todo los fines de semana, Benicassim, el Grao, etcétera.

Sería un riesgo matar en la misma ciudad, y más si se dejara el cuerpo a la vista de todos. Por ello, Vicente dedujo que el asesino viviría en la misma ciudad de Castellón. El agresor, se habría desplazado a esos lugares para matar y ocultar posteriormente los cuerpos de sus víctimas. Vicente, dedujo que las prostitutas habrían sido contactadas en lugares habituales fuera de la ciudad.

Siendo víctimas de alto riesgo, no resultaría difícil subirlas al vehículo. Son presas fáciles para asesinos y violadores. En el caso de Sonia y Amelia, podría haber contactado con ellas en cualquier pub o discoteca de los típicos lugares de encuentro que hay en Castellón.

Por la victimología, supuso que tanto Sonia como Amelia eran chicas dinámicas, les gustaba salir de noche y pasarlo bien. Si el agresor las conocía, le hubiera resultado relativamente sencillo también para éste introducirlas en el coche para luego ser trasladadas a algún otro sitio. En un contexto de alcohol y noche de verano, tampoco resultaría descabellado pensar que el agresor pudiera haber estado asolas con ellas para luego llevárselas a cualquier otro lugar para matarlas.

Todas tenían un denominador común: víctimas fácilmente abordables, en ambientes de nocturnidad y ocio, jóvenes e independientes.

No obstante, para Vicente Garrido fueron el modus operandi y la firma, lo que le disipó toda duda. Según los exámenes forenses examinó como aparecieron los cuerpos de las diferentes víctimas. Sonia aparecía desnuda, amordazada con su ropa interior, ésta sujeta a la boca con cinta de precintar, atada y estrangulada, posiblemente golpeada. La cabeza, estaba cubierta con un cubo de basura, y los zuecos habían sido colocados de un modo particular.

Natalia y Mercedes aparecieron asfixiadas con una prenda de las propias víctimas. Francisca, apareció atada de pies y manos con sus propias bragas y una bolsa de plástico en la cabeza, también estrangulada.

Por último, Amelia también apareció atada con sus prendas interiores. La muerte se produce por una sucesión de golpes con un objeto contundente y sumersión previa atadura y pérdida de la conciencia.

Además, hay otra consideración relevante. Todos los cadáveres, excepto el de Amelia, aparecen desnudos y en zonas cubiertas de agua.

Por conclusión, el modus operandi, presenta unas similitudes claras: todas mueren estranguladas con sus propias prendas. Sonia y una de las prostitutas tienen la cabeza oculta; este es un elemento expresivo del crimen que no es necesaria para la consumación del crimen, es una firma del agresor.

La ropa interior aparece dentro de la boca de las víctimas, interpretándolo como una conducta de modus operandi, porque ello ayudaba a controlar a las víctimas, pero también podrían ser conductas propias de la firma del asesino, ya que sin duda es un acto con fuerte contenido emocional y sexual.

Dentro de la tipología del FBI, Vicente, como parte de su informe, consideró que el agresor podría encuadrarse dentro de la categoría de asesino en serie organizado. Éste, se corresponde con la personalidad típica de un psicópata: alguien que planifica sus crímenes, que ataca a desconocidos, que deja pocas huellas a los investigadores, deja los cuerpos en lugares diferentes de donde las mató, presenta una vida convencional poco sospechosos de encubrir actos de esta naturaleza y no suele practicar actos de extrema violencia o mutilación de cuerpos. La imagen de alguien con una vida rutinaria, de trato fácil, que habría podido contactar de forma fácil con chicas normales como Sonia y Amelia, pero que no dudó en acudir a las prostitutas para saciar las ansias de matar cuando éstas apremiaban.

El perfil de Joaquín Ferrándiz

A continuación, se detalla prácticamente íntegro el informe que Vicente Garrido presentó ante el juez y los investigadores.

En primer lugar, se concluye que las cinco mujeres han sido asesinadas por el mismo autor, calificándose por lo tanto como asesino en serie. Se busca por lo tanto, un varón, que actúa en solitario, y en torno a los 30 años de edad –tal como indican las estadísticas- que vive en la zona de Castellón, probablemente en la misma ciudad, ya que resulta ser el más lógico para asentar la base de operaciones para desplazarse por la zona de oportunidad criminal compuesta por Benicassim, Onda y el área de Vora Ríu.

Se presume que puede ser un asesino en serie del tipo organizado, tras la evaluación de los escenarios del crimen, donde se ve un homicida metódico y controlado, como ahora que las víctimas son desconocidas, existe una planificación del delito, la selección estricta del tipo de víctima, la conducción hacia el lugar final del crimen, y el cuidado que toma para no dejar indicios sustanciales de la autoría.

Además, existe un periodo de “enfriamiento”, que va desde septiembre de 1995 hasta septiembre de 1996, esperando a que la alarma social y la vigilancia policial disminuyeran. Se encuentran cuatro escenas del crimen en el caso de Sonia: 1) el contacto con Sonia cerca del hotel Orange de Benicassim, 2) el punto donde la agrede para someterla y atarla, 3) el lugar donde la mata, 4) el lugar donde abandona el cuerpo.

Mantener toda esta creencia, llevó a Vicente Garrido, concluir que se trataba de alguien que tenía trabajo, con una cierta cultura, y que vive solo o con alguien de su familia de origen; no se trata de un delincuente común, si bien probablemente tendrá antecedentes por delitos violentos o infracciones graves de tráfico.

Al menos dos de los asesinatos se produjeron en fines de semana, el de Sonia y el de Amelia Sandra, y junto a lugares nocturnos. De ello, se presume que el homicida actuaba preferentemente en fines de semana, aprovechando el anonimato que proporciona el tumulto. Luego es muy probable que tuviera que trabajar, y que cometer delitos en otros momentos supusiera levantar sospechas en familiares y amigos.

La ejecución de los crímenes revela un control férreo del escenario, de modo tal que se plantea la hipótesis de una personalidad psicopática. Alguien que manifiesta una violencia expresiva e instrumental muy consistente, con mucha probabilidad sabrá mantener la violencia en un nivel bajo en su vida ordinaria. La psicopatía viene avalada, además, por la capacidad de asesinar impunemente sin que afecte al normal desenvolvimiento de su vida, al menos de forma aparente.

Por otra parte, el propio proceso serial, indicaba, además de no dejar huellas en el escenario del crimen, la voluntad de seguir matando. Garrido, dejó constar la posible sustentación en la búsqueda del dominio, de una sensación de omnipotencia, tan buscada por los psicópatas. Y que, aunque aparentemente pueda parecer normal, habrá tenido dificultades en la vida para alcanzar relaciones plenas con los demás, lo que avala la idea de que no estará casado. Habrá un móvil sexual, pero no en un acto concreto de violación, sino que la experiencia sexual se centra en un dominio supremo que proporciona

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