El efecto halo en la vida cotidiana

Efecto Halo

Después de mi búsqueda he decidido escoger El efecto halo en la vida cotidiana.

El efecto halo es uno de los sesgos cognitivos más clásicos de la psicología y que podemos observar con frecuencia en la vida cotidiana. Consiste básicamente en la realización de una generalización errónea a partir de una sola característica o cualidad de un objeto o de una persona.

Este término lo acuñó en 1920, el psicólogo Edward L.Thorndike, a partir de sus investigaciones con el ejército, cuando observó que los oficiales atribuían características positivas a sus superiores una vez que había descubierta una cualidad positiva o por el contrario, atribuían características negativas cuando vieron una cualidad negativa. A todo esto, Nisbett y Willson realizaron posteriormente un experimento que explicaré más adelante sobre éste efecto, que para mí defiende su relevancia sin duda alguna.

El efecto halo se manifiesta como he comentado anteriormente de manera continua en nuestra vida, por ejemplo, si alguien es muy atractivo le atribuimos otra serie de características positivas sin haber comprobado si los tiene o no, como ser una persona inteligente, agradable, etc... Pero de lo contrario, si alguien nos parece mucho menos atractivo, solemos tender a pensar que será una persona aburrida, menos inteligente o poco amigable, echo que suele pasar además cuando sabemos a qué se dedica una persona en su trabajo, categorizándolo según lo que sea.

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• El experimento

Como he comentado anteriormente Nissbett y Willson realizaron a Thorndike un experimento en la Universidad de Michigan con dos grupos de estudiantes (118 en total). A cada grupo se le mostró un video de un profesor en clase, el mismo para ambos grupos, que se diferenciaba en su forma d comportarse, en uno de los videos el profesor era cordial y afable, y en el otro se mostraba autoritario e imperativo. Es decir, analizando en el primero video se mostraban las cualidades positivas del profesor y en el segundo video las cualidades negativas.

Posteriormente, se les pidió a cada grupo que describieran el aspecto físico del profesor y ocurrió lo siguiente:

Aquellos estudiantes que vieron el video en el que el profesor era cordial y afable, lo describieron como una persona simpática y atractiva, mientras que aquellos que observaron el video en el que el profesor se mostraba autoritario e imperativo, lo calificaron con adjetivos muy poco favorecedores. Lo curioso del experimento es que a todos ellos se les preguntó si pensaban que la actitud del profesor podía haber influido en su evaluación del aspecto físico, mientras que todos respondieron un ‘’no’’ de manera rotunda.

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