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El estrés


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2021  •  Tareas  •  2.881 Palabras (12 Páginas)  •  69 Visitas

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Síntomas

El estrés puede causar muchos síntomas, tanto físicos, como psicológicos y emocionales. Muchas veces los afectados no relacionan los signos con el propio estrés, los más frecuentes son:

  • Dolor de cabeza: es el tipo más frecuente, todo el mundo ha tenido dolor de cabeza alguna vez. El más común es el dolor de cabeza tensional (provocado por la tensión muscular que ejercemos sobre la cabeza, la mandíbula y el cuello entre otros), generado por el estrés o la ansiedad de forma habitual.
     
  • Mala memoria.
     
  • Diarrea (exceso de heces acuosas y blandas) estreñimiento o dificultad para eliminar heces.
     
  • Falta de energía o de concentración: la gente se centra tanto en un tema, que le cuesta prestar atención al resto de cosas, perdiendo de ese modo parte de la concentración.
     
  • Cambios de la conducta.
     
  • Problemas de salud mental: como ansiedad o depresión.
     
  • Problemas cardiovasculares y musculoesqueléticas: cuando el estrés se prolonga mucho tiempo.
     
  • Cambios en el peso: generado por los malos hábitos alimentarios vinculados con el estrés. Los cambios de apetito suelen ir acompañados habitualmente de un estilo de vida sedentario.
     
  • Problemas estomacales.
     
  • Cansancio constante y prolongado.
     
  • Problemas a nivel sexual: el cansancio generado por el estrés puede prolongarse provocando problemas en muchos ámbitos de la vida, incluido el sexo.
     
  • Rigidez en la mandíbula y el cuello: que puede ocasionar dolores de cabeza.
     
  • Insomnio o exceso de sueño: la dificultad para conciliar el sueño es una causa frecuente de estrés, afectando tanto a la cantidad como a la calidad del sueño.
     
  • Desgaste a nivel celular y envejecimiento: con el descanso se puede recuperar y hacer reversible el proceso de desgaste por estrés. Si alguien no duerme de forma continuada evitará en un estado de hiperactividad continuado y se le acumularán los sucesos estresantes. En estos casos, la persona afectada puede llegar a tener problemas de salud, tanto físicos y como mentales.

Todos experimentamos estrés de vez en cuando. Es algo que forma parte de los altibajos emocionales de la vida. Las fuentes del estrés son muchas. Puede tener su origen en nuestro entorno, en nuestro cuerpo, o en nuestros propios pensamientos y en cómo vemos el mundo que nos rodea. Sentirse estresado en momentos de presión, como la época de exámenes, es de lo más natural, pero estamos diseñados psicológicamente para lidiar con ello y reaccionar.

Cuando nos sentimos sometidos a presión, nuestro sistema nervioso manda instrucciones al cuerpo para que libere hormonas del estrés, como adrenalina y cortisol, que producen cambios fisiológicos con el fin de ayudarnos a hacer frente a la amenaza o al peligro que vemos cernerse sobre nosotros. Es lo que se llama "respuesta de estrés" o reacción "de lucha o huida".

En realidad, el estrés puede ser positivo, ya que la respuesta a él nos ayuda a estar alerta, motivados y centrados en la tarea que nos ocupa. Normalmente, cuando el estrés se atenúa, el cuerpo recupera el equilibrio y volvemos a sentirnos tranquilos otra vez. Pero cuando experimentamos estrés demasiado a menudo o durante demasiado tiempo, o cuando los sentimientos negativos son superiores a nuestra capacidad de salir adelante, aparecen los problemas. La activación continua del sistema nervioso ‒al experimentar la "respuesta de estrés"‒ provoca el desgaste del organismo.

Cuando estamos estresados, el sistema respiratorio sufre el efecto inmediatamente. Nos suele costar más respirar y lo hacemos más deprisa en un intento de llevar rápidamente sangre rica en oxígeno al cuerpo. Aunque a la mayoría de nosotros esto no nos supone ningún problema, sí puede serlo para las personas con asma, que pueden tener sensación de falta de aliento y esforzarse por aspirar suficiente oxígeno. También puede provocar que la respiración se acelere y sea superficial, de manera que el aire aspirado sea mínimo, lo cual puede desembocar en una hiperventilación. La probabilidad de que esto ocurra es mayor si la persona es propensa a la ansiedad y los ataques de pánico.

El estrés causa estragos en el sistema inmunitario. El cortisol liberado en el organismo inhibe tanto este sistema como las vías inflamatorias, así que nos volvemos más vulnerables a las infecciones y a las inflamaciones crónicas. Nuestra capacidad de defendernos de la enfermedad se reduce.

El sistema inmunitario, músculoesquelético y endocrino sufren los efectos del estrés

El sistema músculoesqueléticotambién sufre los efectos. Los músculos se tensan, lo cual es la manera natural que tiene nuestro cuerpo de protegernos de las heridas y el dolor. La tensión muscular repetida puede provocar molestias y dolores en el cuerpo, y cuando esto ocurre en los hombros, el cuello y la cabeza, puede resultar en cefaleas y migrañas por tensión.

También se producen efectos cardiovasculares. Cuando el estrés es agudo (en ese preciso momento), la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea suben, pero vuelven a la normalidad una vez este ha pasado. Si se experimenta estrés agudo repetidamente o si el estrés se convierte en crónico (si se prolonga durante un periodo largo de tiempo), puede provocar daños en las venas y las arterias. Esto incrementa el riesgo de sufrir hipertensión, ataques al corazón o infartos.

El sistema endocrino sufre igualmente. Este sistema desempeña un importante papel en la regulación del estado de ánimo, el crecimiento y el desarrollo, la función de los tejidos, el metabolismo y los procesos reproductivos. El metabolismo resulta afectado. El hipotálamo está situado en el cerebro y cumple una función clave en la conexión del sistema endocrino con el sistema nervioso. Las señales de estrés procedentes del hipotálamo disparan la liberación de las hormonas del estrés cortisol y epinefrina, y el hígado produce azúcar sanguíneo (glucosa) para abastecernos de energía que nos permita enfrentarnos a la situación estresante. La mayoría de la gente reabsorbe la glucosa suplementaria cuando el estrés disminuye, pero para algunas personas esto supone un mayor riesgo de sufrir diabetes.

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