El tiempo de la demanda

EL TIEMPO DE LA DEMANDA

Estudiante: Dulce Janeth González Ceja

Puede suscitarse la súbita y violenta intervención de un abuelo a quien no habríamos involucrado por ella. No son las relaciones del niño con su padre las que centran las manifestaciones, sino las del padre con su propio padre. Decidir demasiado rápido puede colocarlos en una situación insoportable que los privaría de sus propios recursos de acondicionamiento, de defensa, de afirmación.  El tiempo que pasa diferente para cada uno, al hilo del cual las configuraciones de la vida personal y familiar se tejen y destejen, cobran más vida o se estancan, no tiene nada que ver con el planning de un especialista o de una consulta.

Las acostumbradas preguntas sobre el pasado del niño y sobra la vida de la familia sucinta respuestas pobres. Se presenta el síntoma aislado o como causado por tal o cuál medicación o por tal cual suceso. Muchas personas que creen estar ante un procedimiento médico y no conciben otro molde, al principio se desorientan su se les propone un plazo u otras entrevistas pero después se muestran deseosas del campo que se les abre y son capaces de utilizarlos.

Para muchas personas es la primera vez que existe un más allá de lo que expresan para alguien: la relación consigo mismo pasa por la relación con el otro. Nuestra manera de escuchar incide en en la manera que ésta oye sus propias palabras, en que percibe sus emociones o se sitúa respecto a ellas.

En el tiempo de la demanda se procura que el demandante explore y organice él mismo el campo de sus quejas, que lo confirme, lo modifique. Lo reorganice a su gusto, por etapas o en forma súbita. Lo que importa es que él pueda hacer su camino. La condición que nos imponemos es no excluir ninguna de sus quejas, no cerrarle ninguna vía de exploración y no calificar negativamente, en nuestro interior, nada de cuanto nos ofrece.

En muchos niños de atención casi no se tiene en cuenta a sus padres, pero a veces uno de ellos es convocado y nos sorprendemos que no acuda a la convocatoria. Abrir el tiempo es desde luego, abrir el tiempo de los recuerdos, de las asociaciones, de las movilizaciones y reestructuraciones.

El revés de la demanda

Toda demanda tiene su revés. La vertiente inconsciente de sus anhelos es cómplice de los trastornos del niño, forma parte de las raíces de esos trastornos, pero ellos no lo saben.

No se suscribe la idea corriente de que los padres tienen aquí cuestionarse, hacer en suma su autocritica. Pues solo una concepción atomística de la psicología nos puede llevar a creer que la relación entre padres e hijos responde a leyes generales condicionales. 

Es la configuración familiar en su conjunto la que permite comprender retroactivamente el comportamiento de cada cual en una situación cada vez más singular.

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