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En el mundo sin ser del mundo


Enviado por   •  15 de Junio de 2016  •  Informes  •  866 Palabras (4 Páginas)  •  100 Visitas

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EN EL MUNDO, SIN SER DEL MUNDO

Jose Luis Montes de Oca Velázquez.

La vida laical también reconocida como una vocación más donde Dios llama para vivir y cultivar la santificación conlleva también responsabilidades de dar frutos; el laico tiene un compromiso eclesial e histórico que nose puede evitar o ignorar. La misión que el laico tiene la recibe de Dios y es precisamente en el mundo.

El mundo es “el lugar y el medio donde los fieles laicos cumplen su vocación cristiana, ya que el mundo mismo está destinado a glorificar al Padre en Cristo[1]”, el campo de acción en donde el laico debe de dar fruto siendo testigo de Cristo es en el mundo pues es el lugar donde es llamado a ser fermento de santidad. Debe de verse al mundo como el lugar teológico propio del laico y no como un obstáculo para alcanzar la santificación.

Como ya se ha mencionado el mundo es el lugar teológico del laico, el lugar escogido por Dios para que el laico fusione en una sola realidad su vida de oración y contemplación con su vida en medio de las realidades temporales, el mundo es donde se le ha confiado al laico para vivir y desde la fe su existencia humana.

“El ser y el actuar en el mundo son para los fieles laicos no sólo una realidad antropológica y sociológica, sino también, y específicamente, una realidad teológica y eclesial. La índole secular del fiel laico no debe ser definida solamente en sentido sociológico, sino sobre todo en sentido teológico. El carácter secular debe ser entendido a la luz del acto creador y redentor de Dios, que ha confiado el mundo a los hombres y mujeres, para que participen en la obra de la creación, la liberen del influjo del pecado y se santifiquen en el matrimonio o en el celibato, en la familia, en la profesión y en las diversas actividades sociales[2].

El bautismo consagra al laico para ser propiedad de Dios, pero no lo saca del mundo. Los religiosos optan por vivir su consagración en una forma alejada del mundo, aunque sigan viviendo en él y conservando la única misión de llevar a Dios a esa realidad de la que se apartan o en su caso la misma realidad los apartan ejemplo de ello son las sociedades antirreligiosas. El laico no opta por ese camino sino que decide permanecer ahí como bautizado, para ser fermento de santidad desde dentro.

Jesús enseña que el laico está en el mundo, pero no es del mundo (cf. Jn 17, 11 – 14), este sin ser del mundo debe de entenderse como el no dejarse influenciar por la forma de pensar común en todo aquello que es antievangélico, algo que hoy en día florecen diversidad de ideologías que van introduciéndose en las familias corrompiendo así los criterios sobre la persona y la filosofía de la vida.

No ser del mundo es también saberse elegido por Dios, pero no como una elite de perfección, sino al contrario, como escogido por la pura gratuidad de su amor, según sus caminos como lo explica Pablo a los Corintios “Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo que es fuerte, … a fin de que, como dice la Escritura: El que se gloríe, que se gloríe en el Señor[3]

Dios ha escogido a su Iglesia para ser como ese resto que hubo siempre en Israel, un grupo pequeño e insignificante a los ojos del mundo, pero que, a partir de la fidelidad, va construyendo el Reino desde la relación personal y el amor vivido en los actos sencillos de cada día. El laico está en el mundo, pero para servir; ha recibido un don, para compartirlo y llevarlo a toda parte del mundo. Por ello el laico debe de ser consciente de que esta en el mundo sin ser del mundo, porque en realidad pertenece al mundo de Dios del que lo hizo partícipe por la gracia del Bautismo. Solo así el laico es levadura que insensiblemente acabara por fermentar toda la masa.

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