Ensayo EL FENÓMENO COMUNICATIVO: PROPIEDAD DE LOS RITUALES DE INTERACCIÓN
seleniab3Ensayo2 de Mayo de 2017
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Descubrir la existencia real de los individuos y las reglas que controlan las interacciones que tan naturalmente se dan en la vida cotidiana, supone, por un lado, otorgar importancia a la acción de los sujetos y, por otro, atender no sólo a los escenarios de intervención de los actores sociales, sino también a las conductas empíricamente observables que éstos desarrollan en dichos escenarios. En este sentido, el interaccionismo simbólico lo que nos propone es fijar nuestra mirada en los procesos de interacción que los seres humanos desarrollamos en nuestra vida cotidiana para comprender así el fenómeno comunicativo.
La producción social de quienes somos es un complejo proceso que incluye rituales de interacción. Según Goffman, el ritual de interacción es el producto de seguir determinadas normas de conducta que mantienen cierta organización social (García, 2016). En este sentido, la sociedad misma hace sentir sus exigencias al individuo que mantiene una interacción inmediata con otro(s) sujeto(s) y son esas demandas de sociabilidad de la propia situación en la que tiene lugar la interacción las que hacen del individuo un buen jugador. “Esto supone una invención permanente, indispensable para adaptarse a situaciones indefinidamente variadas, nunca perfectamente idénticas.” (Bourdieu, 1993: 70)
La propia situación tiene sus requisitos y ésta no se desarrolla si los propios individuos no realizan con propiedad el trabajo de actuarla. Es en este sentido en el que E. Goffman entiende la realidad como una teatralidad. De alguna manera somos conscientes de nuestras diferentes facetas pues, en un ilimitado número de situaciones, tomamos conscientemente roles distintos en función del contexto en el que nos encontramos. Así se define la realidad social misma.
Las situaciones se definen, en parte, por la sintonización ritual que tiene lugar en el encuentro entre dos o más personas. Esta sintonización ritual se ve claramente en la práctica del cruissing; práctica que, como cualquier otra actividad social, se encuentra marcada por unas normas que regulan la relación. No obstante, el cruissing comporta ciertas conductas que se desmarcan de la lógica de la heterosexualidad que justifica el intercambio sexual entre hombre/mujer. El silencio es un fenómeno que acompaña la práctica del cruissing pues, sólo éste permite invisibilizar el intercambio sexual anónimo entre hombres ante el conjunto de la sociedad. De alguna manera, el silencio se convierte en una estrategia a la que los participantes del juego recurren para mantener estable la vida social. Por tanto, el silencio es una herramienta que evita las consecuencias simbólicas efectivas que acarrea el disponer de conductas o deseos que se escapan de la lógica de la heterosexualidad. Así, “el sentido del juego no es infalible; está desigualmente repartido […] Pero esta libertad de invención, de improvisación, que permite producir la infinidad de jugadas hechas posibles por el juego tiene los mismos límites que el juego” (Bourdieu, 1993: 70). El límite, en este caso, está definido por el silencio. Los hombres que participan en esta actividad saben, perfectamente, lo que tienen que hacer en cada instante y las normas que exige el propio juego.
El intercambio sexual anónimo en silencio se convierte en ritual para aquellos que lo practican y a medida que toman conciencia de lo que hacen y de lo que sienten unos y otros, experimentan, de alguna manera, cierta identidad común. En este sentido, los participantes del cruissing desarrollan un foco de atención común en el silencio, pues entienden que es la clave para poder mantener el juego. De este modo, los participantes entren en consonancia y sintonización ritual.
Descubrir la existencia real de los participantes del cruissing es reconocer que el self de éstos se actúa y/o construye en la situación misma, donde el silencio va adquiriendo su particularidad en relación a los discursos que lo envuelve y lo construye de forma diferente. Así como en el cruisssing, la mayoría de los aspectos de nuestra vida se encuentran definidos por una fuerza común: los rituales de interacción. Necesitamos volver la mirada a la interacción si lo que queremos es comprender el fenómeno comunicativo, puesto que es en el centro de lo social donde se encuentra la comunicación. La realidad es el resultado y el producto de prácticas realizadas y aplicadas por los sujetos, por lo que nuestro interés como estudiosos de la realidad debe dirigirse a la banalidad de la vida cotidiana para construir, así, la totalidad de la realidad misma.
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