Ensayo La Mente De Los Violentos

LA MENTE DE LOS VIOLENTOS.

En la introducción del libro, el autor menciona los motivos que lo llevaron a la realización de dicho libro, cuya principal aportación es la presentación de una visión integradora de la abundante literatura que se ha obtenido a través de la investigación de diferentes disciplinas como la neuropsicología, biología, psicología etc.) sobre los temas de agresividad y violencia.

En el primer capítulo, el autor describe cómo el ser humano, a pesar de ser un “animal” racional, va en contra de algunos principios de su naturaleza, ya que de acuerdo con ella debería seguir las mismas reglas que las demás especies de orden superior, y no volverse un depredador de su propia especie.

Hace mención que él al igual que los etólogos consideran que la agresividad es innata en los animales: es un instinto que ha sido seleccionado naturalmente porque incrementa la supervivencia o la prole fértil que deja tras de si el individuo que la tiene.

Refieren que los inhibidores son característicos de cada especie y no se aprenden: se nace con ellos, son tan innatos como la misma agresividad que tienden a regular, así pues, la naturaleza no solo ha dotado a los animales del instinto de agresividad sino que ha seleccionado también los mecanismos idóneos para regular en cada caso, de modo que no es la agresividad, sino la agresividad regulada lo que confiere eficacia biológica a los animales.

Dentro de las diferentes especies de animales, cada una de ellas tiene su manera de exteriorizar la violencia y la competitividad, sin embargo para evitar que la lucha interna dañe al “grupo” consiste en la reorientación.

Los diversos mecanismos controladores o reguladores de la agresividad impiden que las luchas en los grupos sean cruentas, o por lo menos que terminen con la muerte del adversario.

En definitiva, son mecanismos que mantienen la agresividad dentro de un orden, y en la naturaleza, lo normal es que el sistema formado por la agresividad y sus mecanismos controladores o reguladores esté en equilibrio, la ruptura del equilibrio se traduce en un comportamiento patológico.

Así, el autor llama la atención sobre la función de los inhibidores o reguladores innatos de la agresividad que los sujetos poseen y lo paradójico de su funcionamiento.

En este sentido, se discute cómo algunos seres humanos han sido capaces de transformar las emociones como moduladores de la agresividad en sentimientos, aspecto que los ha diferenciado de otros animales, y cómo otros seres humanos no han vivido este proceso, por lo cual se ha generado en ellos una “frialdad” o falta de empatía que caracteriza de manera significativa su personalidad.

Otro punto importante referente a este tema, es cómo el hombre ha ideado formas de evadir las emociones que experimenta como respuesta al sufrimiento de las víctimas. Por ejemplo, la invención de las armas permite hacer daño a las víctimas a larga distancia, con lo cual se pueden perder de vista sus expresiones emocionales de dolor y con ello se evita el malestar psicológico experimentado al causar dicho daño. De allí se desprende el título del capítulo: “Ojos que no ven, corazón que no duele”.

En el segundo capítulo se describen, de manera general, los diferentes tipos de asesinos en serie, teniendo como base para la clasificación, el móvil que crea sus fantasías y da forma a sus conductas violentas. En dicho capítulo se menciona que hay investigaciones que persiguen distintos móviles tras el comportamiento de los asesinos en serie. Unos actúan siguiendo órdenes, voces o visiones relacionadas con las fuerzas del bien o del mal. Como son los llamados “asesinos visionarios”.

Hay otros asesinos en serie que creen estar librando a la sociedad de verdaderos deshechos humanos, hay otros que buscan, ante todo, la satisfacción que les produce dominar a una víctima inerme. Son los llamados “controladores” y finalmente hay los que son buscadores de duras emociones y, en particular, de las relacionadas con el sexo, estos asesinos son conocidos como “asesinos hedonistas” para estos asesinos hedonistas con móvil sexual se reserva habitualmente el nombre de “asesinos

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