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Estrés y diferencias individuales

valearataSíntesis8 de Junio de 2016

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Estrés y diferencias individuales

Hay personas que enfrentan de una gran forma el estrés mientras que otras se derrumban con facilidad. Esta diferencia se debe, en parte, a que cada uno tiene su manera de interpretar las adversidades. Algunos las ven como oportunidades de éxito y otros como fracasos. La perspectiva que las personas tienen del mundo también afectan la manera en que enfrentan el estrés. Los optimistas lo ven como un reto mientras que los pesimistas se afligen. Además, los individuos con un locus de control interno creen que pueden manejar las situaciones y cambiarlas pero los que cuentan con un locus de control externo no.

Fortaleza y resiliencia

Incluso después de haber experimentado un suceso muy complicado, son pocas las personas que sufren un daño psicológico grave. Hay individuos que cuentan con el rasgo de fortaleza con el que pueden manejar muy bien el estrés y, en algunos casos, este estrés los hace mejorar. Sin embargo, las personas con poca confianza sienten que no pueden enfrentar nuevos cambios y se sienten impotentes.

También hay individuos que poseen la capacidad de resiliencia que les permite recobrar la confianza en sí mismos y las esperanzas luego de un suceso estresante. Algunas personas cuando crecieron, estuvieron rodeados de situaciones difíciles en sus hogares como violencia, pobreza, drogas, etc.; pero, más bien, son estas personas las que tienen más probabilidades de convertirse en adultos ejemplares debido a su habilidad de resiliencia.

Afrontamiento del estrés

Cuando se presenta el estrés, es importante que realicemos esfuerzos cognitivos y conductuales para afrontarlo. Existen dos tipos de afrontamiento: afrontamiento directo y afrontamiento defensivo.

Afrontamiento directo

Consiste en realizar esfuerzos intencionales para cambiar una situación estresante, es decir, hacerle frente a un problema directamente. Existen tres opciones de afrontamiento directo: negociación, confrontación o retirarse.

  1. Confrontación: consiste en establecer que existe un problema y que se debe solucionar mediante intentos continuos, consistentes y con determinación. Este proceso puede implicar desarrollar nuevas capacidades, recibir ayuda de otros, esforzarse más o, incluso, la persona puede cambiar así misma o a la situación.
  2. Negociación: Solemos reconocer que no podemos conseguir todo lo que queremos ni lograr siempre que las personas hagan lo que nos gustaría. Por ello, nos conformamos con menos de lo que en un comienzo nos propusimos para así, evitar el estrés.
  3. Retirarse: Existen situaciones estresantes en las que la mejor solución es retirarse. Cuando el adversario tiene más poder que nosotros, o no podemos cambiar la situación o a nosotros mismos, o no existe una negociación o confrontación posible, retirarse es una opción positiva. Sin embargo, esto puede tener también desventajas como que nos acostumbremos a evitar siempre situaciones complicadas.

Afrontamiento defensivo

Existen circunstancias en las que no se puede identificar o combatir la fuente que nos provoca estrés. También hay ocasiones en las que una adversidad es tan fuerte que no se puede enfrentar directamente. Cuando ocurren estas situaciones, las personas recurren a mecanismos defensivos para afrontarlas. Estos mecanismos funcionan como técnicas para engañarse acerca de las causas de una adversidad, disminuir la presión, frustración y ansiedad. Existen muchos tipos de afrontamiento defensivo:

  1. Negociación: consiste en no aceptar una realidad amenazante o dolorosa. Esto puede ser positivo como negativo en algunas ocasiones.
  2. Represión: bloquear, mediante el olvido, sentimientos y recuerdos dolorosos.
  3. Proyección: consiste en que si no se puede negar o reprimir un problema, se distorsiona atribuyendo nuestros pensamientos y sentimientos reprimidos a otras personas.
  4. Identificación: consiste en tomar las características que admiramos de otras personas para compartir con ellas sus triunfos y sentirnos mejor con nosotros mismos. Se suele utilizar este mecanismo en ocasiones en las que las personas siente mucha impotencia como en situaciones de rehenes. Ellos complacen a sus captores y se identifican con ellos para así poder sobrevivir (esto se conoce como Síndrome de Estocolmo).
  5. Regresión: cosiste en que algunos adultos que experimentan mucho estrés desarrollan un comportamiento infantil pues, así, su dependencia en otros e indefensión se hace más soportable.
  6. Intelectualización: es un tipo de negación sutil que consiste en analizar las emociones que nos están causando estrés de una forma intelectual y pensando como si ellas fueran de otras personas pero, en realidad no se están combatiendo esas emociones.
  7. Formación reactiva: es un tipo de negación que consiste en que las personas expresan exageradamente opiniones y sentimientos que son opuestos a los de ellos.
  8. Desplazamiento: consiste en reorientar la impotencia por situaciones estresantes en otras personas o cosas.
  9. Sublimación: consiste en convertir los motivos o pensamientos reprimidos en actividades que son más aceptables por la sociedad.

No necesariamente ocurre que el afrontamiento directo sea más adaptado que el afrontamiento defensivo. En ocasiones en las que el estrés dura mucho tiempo, los mecanismos defensivos como la negación ayuda a poder superar el problema poco a poco. No obstante, estos mecanismos son inadaptados si interfieren con la habilidad de enfrentar adversidades directamente o si crean más problemas.

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