Etica En La Psicologia Clinica
samy23011 de Octubre de 2013
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Ética en la psicología clínica
En la actualidad, específicamente en el siglo XX, ocurrieron hechos que ameritaron que el mundo prestara atención a los aspectos éticos en el ejercicio de las ciencias de la salud. Los experimentos nazis durante la segunda guerra mundial y la denuncia de investigaciones científicas que faltaban a la ética pusieron en entredicho las acciones de la medicina en nombre de la ciencia así como también la psicología. Asimismo, los avances técnicos, Preguntas como ¿quién debe recibir o no tratamiento cuando los recursos son escasos?, ¿Cuándo comienza o termina la vida?, ¿Hasta dónde debe llegar la ciencia?
Es necesario señalar tres documentos trascendentales que surgieron a raíz de estos hechos: El Código de Núremberg (1946), redactado luego del juicio a los científicos Nazis; la Declaración de Helsinki (1964), realizada por la Asociación Médica Mundial; y el Informe Belmont (1979), redactado por la Comisión Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos en la Investigación Biomédica y Conductual. Los tres presentan una serie de pautas éticas para salvaguardar la vida y la dignidad de las personas que participan en investigaciones científicas, pero también las mismas se han, hasta cierto punto, extrapolado a la práctica clínica. En el año 1971, Van Rensselaer Potter, oncólogo estadounidense, introduce por primera vez el término bioética en la literatura científica con el título de su libro: Bioética, un puente al futuro. El Informe Belmont nos dejó cuatro principios bióticos fundamentales que definiremos a continuación:
• No maleficencia, significa no hacer daño intencionalmente.
• Beneficencia, quiere decir hacer el bien activamente.
• Autonomía, hace referencia al derecho de las personas a tomar sus propias decisiones.
• Justicia, se refiere a la equidad en la distribución de bienes y cargas sociales.
El surgimiento de este constituye un cambio de paradigma en la relación profesional de la salud paciente o cliente, ya que la misma pasa a ser menos vertical y más horizontal, se pasa del arte mudo al arte hablado en el sentido de que se reconoce el derecho del paciente a saber lo que tiene y a tomar las decisiones que crea más conveniente. Este surge como una necesidad de humanizar los avances científicos y tecnológicos presentes en las ciencias de la salud, pero se ha extendido a todas las profesiones, no es sólo una disciplina, sino una forma de ver la vida y nuestra relación con los demás.
Están también nos ayuda a sintetizar las preocupaciones en la práctica de las ciencias de la salud mental. Nos propone cuatro áreas a considerar:
• Del respeto a la autonomía, señalando que el profesional de la salud mental se encuentra en una posición en la que podría manipular la conciencia de su paciente o cliente. Ya que asiste a alguien vulnerable que solicita su ayuda.
• Del apoyo, pero no dependencia, indicando que los procedimientos terapéuticos deben dirigirse a fomentar la independencia del paciente.
• De la no lesión a través de la negligencia, la ignorancia, la impericia o la ruptura de la confidencialidad.
• De la no discriminación, marginación o segregación de los pacientes, refiriéndose a la equidad en la distribución de los recursos escasos.
Cuando concretizamos estos principios en la práctica clínica, consideraremos la beneficencia y la no maleficencia cuando, por ejemplo, hagamos uso de las técnicas y procedimientos para los que estamos entrenados, respetemos el trabajo de nuestros colegas, no nos aprovechemos de la ignorancia o desconocimiento del paciente para obtener beneficios económicos o de otra índole, establezcamos una relación terapéutica fundamentada en la verdad, protejamos y defendamos los derechos de nuestros pacientes, diferenciemos entre enfermedad y enfermo, colaboremos
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