Evaluación funcional de las causas de la conducta problemática

Una conducta problemática en los alumnos, tiene una función y una finalidad específicas, además de  una utilidad: comunicar un mensaje. Puede que quieran decir “estoy aburrido”, “quisiera que me hablaras”, necesito ayuda”, “necesito atención”, “no puedo hacerlo o no puedo hacerlo solo”, “estoy cansado de esta actividad”. En pocas palabras, la conducta problemática se presenta cuando el alumno pretende comunicar que necesita obtener algo, o evadir algo.

     Cuando la finalidad es obtener algo (algo concreto, algo sensorial), puede que haya aprendido que llevar a cabo diversas conductas tiene como resultado ese algo que se deseaba, y éstas (conductas problemáticas), son en muchas ocasiones reforzadas, sin saberlo, por el círculo social del cual forma parte; así mismo, puede tener como finalidad de la conducta huir o escapar de algo, por ejemplo, para conseguir que una tarea que le resulta difícil, o que no le gusta, o que simplemente le parece aburrida, finalice.

     En cualquiera que sea el caso en el que se presenta una conducta problemática, le sirve al alumno para controlar su entorno, ya sea obtener algo o escapar de algo, y ésta, hablando en el contexto escolar, llega a ser un serio impedimento al aprendizaje para él mismo, para sus compañeros y para el maestro; por ello, cuando los alumnos demuestran excesos o ausencias de conductas, es necesaria una evaluación funcional de las causas que las provocan, identificarlas y definirlas, recoger datos de las mismas, identificar sus funciones (obtener o evitar), diseñar y evaluar estrategias de intervención, para comprenderlas y así, tratarlas con mayor eficacia.

     Una evaluación funcional de las causas del problema implica preguntarse por los antecedentes que la estimulan, los factores que la motivan y las consecuencias inmediatas (refuerzos positivos y negativos). Más específicamente, si la conducta está siendo controlada o inducida por estímulos particulares, cuáles son las variables que las controlan y elaboración de un tratamiento eficaz.  

     La evaluación funcional de las causas del problema, es una forma de identificar por qué un alumno o persona actúa de cierta manera, utilizando diferentes métodos para entender qué está causando los problemas de conducta. Su idea central es que el comportamiento tiene un propósito, ya sea que el alumno o la persona sepa, o no.

“La conducta problemática es aquella que por su intensidad, duración o frecuencia afecta negativamente al desarrollo personal del individuo, así como a sus oportunidades de participación en la comunidad” Emerson (1995)      

     Desde la perspectiva docente, impera la urgencia de eliminar o reducir con cierta rapidez y eficacia una conducta problemática en el salón para lograr ambientes de trabajo propicios dentro del aula y que puedan beneficiar a todos los alumnos en la adquisición de los aprendizajes, aplicando correctivos conductistas y tajantes que lo logren, más se olvida la razón o razones que subyacen a dicha conducta. Y se comprende dicho actuar, porque se quiere eliminar la distracción, los conflictos, las molestias, pero ese deseo, puede llevar a un error, de ver más porque la situación en el aula se “arregle” de manera “punitiva” (efecto inmediato), a que la conducta problemática se modifique o desaparezca (largo plazo).

     En una conducta problemática existen variables que influyen en la misma, pueden ser personales, ambientales, sociales. La alternativa más eficaz para modificar la conducta en cuestión es realizar una evaluación funcional de sus causas para detectar estas variables que inciden, determinar la función que tiene la conducta y el objetivo que se persigue. Para ello se puede recurrir a distintos tipos de análisis que permiten identificar esas variables que controlan las conductas problemáticas y el diseño del tratamiento, tales como la evaluación mediante cuestionarios aplicados a las personas familiarizadas con quien está teniendo la conducta, la evaluación mediante la observación en el entorno natural del sujeto  y el análisis funcional, siendo este último una “manipulación de las circunstancias ambientales para contrastar su papel como antecedentes o consecuencias que controlan y mantienen los comportamientos problemáticos”,  Pear, J., Martin, G. (2008).

     “Los indicadores de que la atención es responsable del mantenimiento de la conducta son: (a) el comportamiento es seguido de la atención de otras personas, (b) la persona mira o se acerca a alguien justo antes de emitir la conducta y (c) la persona sonríe antes de realizar el comportamiento. Si los tres indicadores aparecen es muy probable que la atención sea un reforzador del comportamiento problemático”. Bergen, Holborn, & Scott-Huyghebart (2002).

Las conductas problemáticas no ocurren por sí solas,  pueden tener múltiples funciones y las causas pueden ser también muy variadas, por ejemplo, un alumno puede aprender que una misma conducta puede tener diferentes consecuencias según el contexto en el que se encuentre, así sabe que con golpear a un “compañero” en la escuela tiene como resultado atención del maestro y con amigos fuera de la escuela, le otorga “respeto”, sin embargo, pegarle a su hermano significa un correctivo por parte de los padres, en los tres casos el niño sabe que obtendrá algo por parte de los demás, en resultado, tenemos que es una conducta problemática mantenida por el refuerzo de la atención de otras personas hacia él.

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