Funciones De La Conducta
pinhead5512 de Noviembre de 2013
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Las funciones de la conducta de Bleger las tenes q interpretar en las estructuras.
Estructura de la conducta
1. Los "grados de libertad" o repertorio de conductas
La conducta, estudiada en el nivel psicológico, es la conducta molar, es decir, una totalidad organizada formando una unidad de experiencia con una unidad de significado. Hemos estudiado en ella su finalidad u objetivo, su carácter de vinculo con la relación de objeto o de fin, sus motivaciones, su significado. Pero además, toda conducta es una pauta específica de relación interpersonal (objetal), y esto es lo que queremos estudiar ahora. Estas características de la conducta molar, que hemos enumerado, cons¬tituyen partes de la estructura total de la conducta. Sin embargo, inclui¬remos en esta denominación, específicamente, el carácter o tipo de pauta específica de relación de la conducta en sus distintas modalidades, porque, además, indefectiblemente ella implica las otras características de la con¬ducta molar.
Si sometiésemos una gran cantidad de personas de distintas edades, de distintas características y grados de salud o enfermedad mental, a todas las situaciones y a todos los estímulos posibles, obtendríamos una enorme cantidad de respuestas. Estas respuestas podrían ser generalizadas o abs-traídas en categorías, tal como se opera en todo campo científico, y de esta manera obtendríamos lo que —por extensión de otros campos— se puede denominar "los grados de libertad" del ser humano, es decir, la can¬tidad de formas en que el ser humano, unitariamente considerado, puede responder o actuar; todos los tipos de conducta a los que puede recurrir: el repertorio de la conducta. Eso es lo que intentamos obtener con el estudio de las estructuras de la conducta, definidas -como ya lo hemos hecho- en su forma restringida, como pautas específicas y posibles de reacción (de conducta).
En el desarrollo de este capítulo nos basamos extensamente en los estudios de E.J. Pichón Riviére sobre la conducta y los síntomas como vínculos, tanto como en estudios personales sobre el tema. Todos estos aportes no han sido sistemáticamente expuestos, hasta ahora, en ninguna publicación, aunque han centrado reiteradamente nuestra atención en cursos, clases y conferencias. Al mismo tiempo, es necesario consignar que estos estudios se basan ampliamente en los aportes de M. Klein y en los
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de Fairbairn, pero, por otra parte, sin una estricta adhesión a todas las teorías de estos autores.
Como podrá verse en el estudio de las estructuras de conducta, se toma como base el carácter del vínculo que se establece con el objeto, y se diferencia de las conductas defensivas en que, en estas últimas, se estudia la conducta como fenómeno, en gran medida, independiente del vínculo o relación objetal. Un estudio de la estructura asienta también sobre el hecho de que toda conducta es un papel y, por lo tanto, una función social, y que éstas son necesariamente limitadas en cada cultura, aun admitiendo su gran variedad; además, existe siempre en la sociedad, en los individuos y los grupos, una fuerte tendencia a canalizar y organizar la conducta en forma rutinaria, de manera tal que su recurrencia es amplia en cada individuo, en los grupos y en la organización social tomada como totalidad.
En condiciones habituales, cada persona no realiza la totalidad de las conductas y de las estructuras posibles; organiza su personalidad sólo sobre el predominio de algunas de ellas. Cada individuo tiene su repertorio de conductas, modos o estructuras privilegiadas de comportamiento. Eso es justamente lo que constituye la personalidad.
Modificando las condiciones, todos los individuos pueden realizar la totalidad de las estructuras de conducta posibles, con intensidad, frecuen¬cia y duración muy variables. Esta es la experiencia que recogemos en el tratamiento psicoanalítico en el que se manifiestan, en el curso del tiempo, todas las estructuras en todas sus modalidades: normales, rasgos de carác¬ter, neurosis, psicosis y caracteropatías.
Toda conducta, en el momento en que se manifiesta, es la "mejor" conducta, en el sentido de que es la más ordenada y mejor organizada que el organismo puede manifestar en ese momento, y es la que puede regular la tensión en el máximo posible para esas condiciones. La personalidad se expresa siempre sobre el más alto grado de integración y organización que le resulta posible en cada momento, aunque, lógicamente, éste puede ser altamente variable y cambiante. En otros términos, el organismo opera siempre de la manera más adecuada para sus posibilidades en ese momento, y en esto incluimos, también, no sólo la normalidad, sino la patología; de tal manera que inclusive el síntoma es la conducta mejor que el organis¬mo puede manifestar, para resolver en la mejor forma posible las tensiones que enfrenta en ese momento.
Para que un organismo manifieste modificaciones (conductas), tiene que existir una ruptura del nivel de autorregulación y —por lo tanto— una necesidad de recuperarlo. Este efecto del estímulo o de la situación estimu-lante es permanentemente un peligro de intensidad muy variada para el organismo, peligro que por supuesto depende no sólo del estímulo, sino de
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la organización del campo total, uno de cuyos integrantes es el organismo. Frente al objeto peligroso son factibles distintas técnicas, que son las que denominamos estructuras de conducta.
2. Estructura paranoide
En ella, lo característico es que el sujeto acusa, indentifica o vivencia, en el mundo externo, un objeto u objetos persecutorios o peligrosos, que pueden irrumpir poniendo en peligro el equilibrio o la integridad de su yo; es decir, el sujeto se siente amenazado por peligros que provienen del exterior.
Estos peligros exteriores, que el sujeto acusa o vivencia, constituyen no otra cosa que una modalidad de conducta en el área del mundo ex¬terno. Estos peligros pueden ser reales pero —al mismo tiempo— son siempre proyectados, en el sentido de que para que el sujeto acuse un obje¬to peligroso en el mundo externo tiene siempre que haber existido una proyección previa, puesto que un objeto peligroso real no es vivenciado o acusado como tal mientras no coincida con una proyección previa de un objeto interno peligroso. La proyección no invalida la existencia de peligros reales, que pueden dañar o destruir el organismo, pero éstos no son válidos o existentes psicológicamente mientras no haya operado la proyección.
Con esto, de ninguna manera se afirma que los peligros exteriores son creados por proyección y que el mundo real sea creación de nuestra orga-nización psicológica; lo que se proyecta no es una esencia psicológica, sino una cierta organización de experiencias previas por las que ya ha atrave¬sado el sujeto o el grupo. Por otra parte, lo que se estudia aquí son los momentos y las formas en que el mundo externo se incorpora como conducta en el ser humano, y para que ello ocurra, es indefectible que el ser humano se incorpore a sí mismo en el mundo exterior, y esta última es la función que cumple la proyección.
Es muy importante el grado de coincidencia entre lo proyectado (lo depositado) y el depositario. Ello depende del sentido de realidad del depositante (su salud mental), y en ello se incluye la posibilidad de proyec¬ción e introyección sucesiva y reiterada, de tal forma que se haga factible la rectificación de lo proyectado. Puede, sin embargo, no coincidir lo deposi-tado con el depositario, sin que ello vaya seguido de ninguna rectificación. Puede no existir un peligro real y, sin embargo, por la proyección de un objeto malo, el depositario es vivenciado o acusado como peligroso; puede existir el peligro real y la proyección ser de un objeto bueno, en cuyo caso
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no se lo vivirá como objeto peligroso; puede existir el peligro real y no vivenciarse de ninguna manera, negándolo. Puede existir un objeto real bueno o anodino y, por la proyección de un objeto malo, el mismo es vivido como peligroso.
Un objeto, externo y real, nunca forma parte de la conducta de un sujeto mientras no exista una proyección, y en la conducta paranoide es referido, vivido o acusado como peligroso un objeto externo sobre el cual se ha realizado la proyección de un objeto malo.
La proyección puede ser de objeto bueno, en cuyo caso el depositario resulta vivido como un protector, pero ésta ya no pertenece a la conducta de estructura paranoide.
El peligro del objeto exterior, que es la característica de la conducta paranoide, depende de varios factores, entre ellos: de la calidad y cantidad de lo proyectado, del yo del sujeto y de las relaciones que guarda lo pro-yectado con el otro término de la ambivalencia primitiva o de la divalencia presente. El peligro es siempre doble: por un lado el peligro de una rein-troyección y por otro lado, como consecuencia de ello, el peligro de desin-tegración del yo. Lo típico de la estructura paranoide, su momento de aparición, es frente al peligro de reintroyección.
Una persona, por ejemplo, puede acusar como peligrosa a la gente por la proyección de su propia maldad, pero puede también acusarla como peligrosa porque ha proyectado lo bueno y quedado él con lo malo. El peligro, en ambos casos, es el de una reintroyección de lo proyectado y una restitución de la ambivalencia (conflicto).
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