Fobias Y Miedos
19920004 de Septiembre de 2013
19.011 Palabras (77 Páginas)330 Visitas
Mamá: ¡No quiero ir a la escuela, me duele mucho la cabeza, me duele mucho la tripita!…
Mamá: ¡Quiero dormir contigo, tengo miedo! ¡No apagues la luz! ¡No me dejes solo!...
Mamá: ¡A casa de los yayos no que tengo miedo! ¡No te vayas! ¡Socorro un perro, una araña!... ¡No puedo conducir! ¡No puedo comer! ¡No puedo entrar al ascensor! ¡No puedo ir al teatro! ¡No puedo salir de casa!…
Los miedos son experiencias normales en la vida de los niños, siendo más frecuentes en las niñas que en los niños.
Miedo como respuesta emocional
El miedo es una emoción normal y universal, necesaria y adaptativa que todos experimentamos cuando nos enfrentamos a determinados estímulos tanto reales como imaginarios, los niños a lo largo de su desarrollo sufrirán y experimentarán numerosos miedos: a la separación, a los extraños, a los ruidos fuertes, a la oscuridad, a quedarse solos, a los animales, al colegio y así podríamos continuar con un muy largo etc. La mayoría serán pasajeros y no representarán ningún problema, irán apareciendo y desapareciendo en función de la edad y del desarrollo psiconeurológico. Estos miedos, a través del aprendizaje, resultarán muy útiles en muchas ocasiones pues les podrán ayudar a enfrentarse de forma adecuada y adaptativa a situaciones difíciles, complicadas, peligrosas o amenazantes que puedan surgir a lo largo de su vida y su función fundamental será protegerles de posibles daños generando emociones que formarán parte de su continua evolución y desarrollo (el niño no debe tener miedo a los toboganes por ej., pero sí debe ser prudente al bajarlos y jugar en ellos). Por tanto no sólo será normal sino también necesario que los niños experimenten miedos específicos y concretos ante situaciones, objetos y pensamientos que impliquen peligro o amenaza real, evitando así correr potenciales riesgos innecesarios que puedan poner en peligro su vida, su salud o su bienestar físico o psicológico, pero sin que en ningún momento éstos sean lo suficientemente importantes como para alterar de forma significativa su vida o su desarrollo cognitivo o emocional.
Edades Miedos
0 a 1año Temor a estímulos extraños o violentos, ante la pérdida de apoyo, a los desconocidos, a la separación de los padres … (se consideran programados genéticamente y de un alto valor adaptativo pues nos ayudarán a sobrevivir ante posibles amenazas o peligros)
2 a 4 años Se inicia la evolución de los auténticos miedos infantiles, la mayoría de los miedos a los animales comienzan a desarrollarse en esta etapa y pueden perdurar hasta la edad adulta. Nos encontramos con temor a las caídas, a los animales, a los extraños, a los ruidos fuertes, a la oscuridad, a los coches, a separarse de los padres, a los cambios en el entorno, a las máscaras… (el niño puede explorar su entorno por lo que los temores van aumentando pues hay mayor probabilidad de encontrarse con situaciones de peligro, aparecen las respuestas de evitación al huir del estímulo atemorizante y correr al encuentro de los padres) (la naturaleza de los miedos y el desarrollo cognitivo también cambia por lo que los miedos van tomando un carácter más social y lo habitual es que vayan desapareciendo progresivamente a medida que el niño crece y se enfrenta a ellos)
4 a 6 años Se mantienen los miedos de la etapa anterior pero van incrementándose los estímulos que potencialmente pueden ser capaces de generar miedo como, ruidos fuertes o extraños (en ocasiones producto de su imaginación), truenos y relámpagos, a la gente mala, a los cambios en el entorno, a las máscaras, a las alturas, a las catástrofes, y a los seres imaginarios (monstruos y fantasmas), a las lesiones corporales, a dormir solos o quedarse solos… El desarrollo cognitivo del niño y su capacidad fantasiosa son a estas edades mayores por lo que entran en escena los estímulos imaginarios, se van añadiendo situaciones de lo más variadas y estímulos fóbicos diversos que pueden perdurar hasta la edad adulta.
6 a 9 años El niño alcanza la capacidad para discriminar las representaciones internas de la realidad cognitiva. Los miedos tendrán ahora mayor realismo y serán más específicos, poco a poco irá desapareciendo el mundo fantástico y el temor a los seres imaginarios pero irán tomando mayor relevancia temores más específicos y concretos como temor a la oscuridad, al daño físico y a las heridas, a la crítica o al ridículo por la ausencia de habilidades escolares y deportivas, al colegio, al fracaso escolar, a los animales, a ser observado, al aspecto físico, también se incrementan los temores transmitidos por los medios de comunicación… Poco a poco irán desapareciendo unos miedos e incrementándose otros en función de cómo hayan superado los pequeños enfrentamientos que se hayan ido presentando a lo largo de su corta vida.
9 a 12 años Al igual que en la etapa anterior la realidad cognitiva va tomando mayor relevancia, comienzan a tomar conciencia de miedos concretos y específicos pero más basados en la realidad objetiva como miedo a los incendios, a los truenos y relámpagos, a los exámenes, al rendimiento académico, al fracaso escolar, a las lesiones corporales, a los accidentes, a contraer enfermedades graves, a la muerte, se incrementa el sentido del ridículo, aparece el temor a conflictos graves entre los padres (peleas, separaciones, divorcios) o al mal rendimiento escolar, se incrementa el miedo a los compañeros y en especial a los que se muestran agresivos.
A estas edades suele darse un leve repunte de miedos que parecían superados.
12 a 18 años En esta etapa se reducen los miedos a animales y a estímulos concretos para ir dando paso a temores relacionados con la autoestima personal (capacidad intelectual, aspecto físico, temor al fracaso personal o escolar) y a las relaciones sociales (preocupación por el rechazo o reconocimiento por parte de sus iguales, compañeros de clase…), a las críticas...
En esta etapa comienza el distanciamiento familiar y la necesidad de experimentar nuevos riesgos como una forma de autoafirmarse dentro del grupo de amigos, poco a poco irán dejando atrás las etapas infantiles y tomando protagonismo el grupo de pertenencia.
A partir de los 18 años Los temores irán evolucionando debido al aprendizaje, a las experiencias propias o presenciadas en personas ajenas, algunos serán necesarios y adaptativos pues nos ayudarán a estar en estado de alerta y precaución ante las distintas situaciones que puedan requerirlo y saldremos fortalecidos,otros se superarán sin dejar ninguna huella pero otros derivarán en auténticas fobias con todas las consecuencias que puedan derivarse de ello. De ahí que sea fundamental prevenir, resolver y adquirir los recursos y habilidades necesarias para poder enfrentarnos y responder satisfactoriamente al medio tanto interno como externo e impedir que un miedo que en principio es adaptativo termine derivando en una fobia que ya no es adaptativa sino patológica.
Fobias como respuesta descontrolada e incapacitante
El miedo y la ansiedad dejan de ser respuestas normales, adaptativas, necesarias y positivas cuando superan el umbral de tolerancia, no hay percepción de control, se produce una evitación continuada del estímulo aversivo, interfieren considerablemente en el funcionamiento normal y adaptativo. Las respuestas se siguen manteniendo a pesar de la cantidad de explicaciones racionales que puedan recibir al respecto pues el terror les incapacita para escuchar razones o tomar decisiones racionales ante situaciones reales o imaginarias o ante objetos y animales que para la mayoría de las personas no representan ningún peligro excepto para quienes su cerebro los interpreta como terriblemente peligrosos y amenazantes. Estas respuestas son excesivas y vienen cargadas de un estado de ansiedad considerable, continuo y persistente, son poco razonables e intensamente desproporcionadas, se prolongan en el tiempo y generan un malestar clínicamente significativo con enorme sufrimiento, que lo sufre tanto el niño como los padres o adultos que lo cuidan, presentando un conjunto de síntomas que pueden llegar a ser incapacitantes para la persona que los padece generando todo ello un estado que escapa a los mecanismos de control.
En esta situación el miedo se convierte en fobia, donde ya no hay miedo sino pánico, y la ansiedad deja de ser positiva para pasar a ser negativa y patológica lo que la convierte en altamente dañina y perjudicial para quien la sufre además de alterar sensiblemente su capacidad para afrontar situaciones cotidianas (como dormir, estar solo o con gente, ir a la escuela, salir de casa, viajar, enfrentarse a diferentes situaciones que dependerán del objeto temido, etc. y en definitiva poder llevar una vida normal y satisfactoria).
Establecer la frontera entre miedo, ansiedad y fobia no siempre será fácil pues dependerá de factores como la edad, naturaleza del objeto o situación temida, frecuencia, intensidad, grado de incapacitación, etc.
Ante una fobia se van a presentar comportamientos de los más dispares y con gran dificultad para mantener un control racional del pensamiento, reaccionando desde la inmovilidad absoluta hasta el ataque de pánico donde la norma es la gran evitación del estímulo aversivo o con una huida desesperada y sin control cuando no se pueda evitar y no quede más remedio que exponerse al mismo.
Para comprender mejor qué ocurre ante una fobia podemos analizar las manifestaciones a través de tres niveles de respuesta: el fisiológico,
...