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Identidad Y Sexualidad

Niklauss24 de Marzo de 2015

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EL SUJETO Y LA PROBLEMATIZACIÓN DE SU SEXUALIDAD

En su magnífico libro sobre el pensamiento de Michel Foucault, estableció que Gilles Deleuze una interesante conexión entre los problemas metodológicos y sustantivos a los que el autor de la Historia de la sexualidad se enfrentaba en los años en que estaba inmerso en la estructura del contenido de esta obra.

“¿Tenemos ciertamente la necesidad de un verdadero sexo?”, se preguntaba Foucault, para dar cuenta de cómo “con una constancia que roza el empecinamiento, de las sociedades occidentales modernas, han respondido en sentido afirmativo. Han hecho jugar de forma obstinada esta cuestión del –verdadero sexo- en un orden de las cosas de sólo cuentan la realidad de los cuerpos y la intensidad de los placeres.”

La lectura de la Ética grecolatina, se realizara poniendo acento en el conocimiento de las prácticas en lugar de hacerlo en las doctrinas.

El propio Deleuze desvela “por un lado, existe una –relación consigo mismo- que empieza a derivar de la relación con los otros; por otro, también existe una –constitución de sí mismo- que empieza a derivar de código moral como regla del saber. Esta derivación, esta ruptura, debe entenderse en el sentido de que la relación consigo mismo adquiere independencia.”

Deleuze subraya así la conexión entre el yo y el nosotros, como algo que está presente en el interior mismo de la idea de cuidado de sí. Por otra parte, el problema del conocimiento de uno mismo estaría vinculado a la cuestión de la constitución de la subjetividad, en la medida en que ésta pueda ser resultado de una voluntad de ser, de una fuerza que nace en el interior del individuo y se expresa a través del esfuerzo de construir su identidad. Habría, sin embargo, un doble juego de dependencia e independencia, que caracteriza el despliegue de ese esfuerzo de auto constitución.

El gran logro de la ética griega del cuidado de sí, estaría en la posibilidades que abre, desde la perspectiva de la autorrealización y la afirmación de la subjetividad frente al poder que actúa alrededor de la existencia individual. Por ello Deleuze señalaba “es necesario que de los códigos morales que efectúan el diagrama aquí y allá (familia, ciudad juego, tribunales, etc.) se libere un -sujeto-, que rompe, que ya no depende del código en su parte interior.”

El pensamiento de Foucault establece una contraposición en el modelo de construcción de la subjetividad, que es considerado como ideal ético en el mundo clásico, conforme al cual es el propio individuo quien, haciendo frente a los condicionantes con los que se topa, intenta construir lo que es; y que otro, propio de la sociedad moderna, en que la subjetivación es fruto del despliegue sistemático de fuerzas y estrategias que escapan casi por completo al control individual.

La idea fundamental de Foucault es la de una dimensión de la subjetividad que deriva del poder y del saber, pero que no depende de ellos.

El poder puede entenderse a través de procesos de subjetivación en los que el individuo puede optar por el enfrentamiento, pero también puede acomodarse en las estrategias de normalización.

Foucault señala que “existe una diferencia significativa entre las prohibiciones de la sexualidad y de las demás prohibiciones, las prohibiciones sexuales están continuamente con la obligación de decir la verdad sobre sí mismo”. Se trata de producir una verdad, de definirnos a través de la producción de lo verdadero.

Foucault ha querido decir que la verdad sobre uno mismo es parte de los procedimientos que, construyen la identidad personal.

Deleuze explica que “existen cuatro plegamientos, cuatro pliegues de subjetivación. El primero es la parte material de nosotros mismos. El segundo es el pliegue de la relación de fuerzas pues, la relación de fuerzas siempre se pliega según una regla singular a fin de devenir relación consigo mismo. El tercero en el pliegue del saber o de la verdad, a medida que se constituye una relación de lo verdadero con nuestro ser y viceversa, servirá de condición formal a todo saber, a todo conocimiento. El cuarto pliegue es el del afuera, el sujeto espera de modos muy diversos, la inmortalidad, o la eternidad, la salud, la libertad, la muerte, la renuncia”.

Los cuatro pliegues son como la causa final, la causa formal, la causa eficiente, la causa material de la subjetividad o de la interioridad consigo mismo.

Foucault de fine las características de la tecnología que permite la construcción del yo. Existen cuatro tipos: 1) tecnologías de la producción, que nos permite producir y transformar cosas, 2) tecnologías de sistemas de signos, que nos permite utilizar símbolos o significaciones; 3) tecnologías de poder, que determinan la conducta de los individuos, y los somete a ciertos fines o dominación, y consisten en una objetivación del sujeto; 4) tecnologías del yo, que permiten a los individuos efectuar acciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conductas, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación para alcanzar la felicidad, la pureza, sabiduría o inmortalidad.

Las tres primeras tecnologías tienen una incidencia directa en la última pues, la subjetividad no puede explicarse sin referencia a los procesos que a ellas se remiten.

“CONOCIMIENTO Y CUIDADO DE SÍ”

De cualquier forma, el funcionamiento de los procesos de subjetivación, quedara más claro al resaltar la profundidad de la importancia, entre el planeamiento y el resultado de ese sostén de tecnología, en el mundo moderno en relación a lo que, a juicio de Foucault, sucedía en el mundo griego clásico.

Foucault señala, que el precepto “ocuparse de uno mismo” era para los griegos uno de los principales principios de las ciudades, una de las reglas más importantes para la conducta social y personal, y para el arte de la vida.

A nosotros esto, se nos ha vuelto ahora, más bien oscuro y desdibujado. Cuando se pregunta, ¿Cuál es el principio moral más importante en la filosofía antigua?, la respuesta inmediata no es “cuidarse de sí mismo”, si no “conócete a ti mismo”. Pero Foucault sostiene que entre cuidado y conocimiento de sí, existe una relación muy diferente a lo que podemos establecer.

Lo que Foucault planearía ahora no es otra cosa que sustituir de nuevo el conocer por el cuidado, es decir, volver a la relación originaria. Se entiende que ese conocer se refiere ante todo a las prácticas de poder desarrolladas a partir de la confesión cristiana y reformulación por exigencia de las ciencias humanas de construir una verdad sobre el sujeto.

No se refiere por tanto al conocimiento de sí derivado del propio cuidado y del que el individuo haría depender, de última instancia, la construcción de una subjetividad no determinada por las prácticas de ese poder que intenta imponerse desde el exterior.

Por todo esto interesa a Foucault dejar en claro que en los textos griegos y romanos, la exhortación al deber conocerse a sí mismo, estaba siempre asociada con el otro principio de tener que preocuparse por sí, y fue esta necesidad de preocuparse por sí mismo, la que provoco que la máxima délfica de pusiera en práctica.

Habría que explicar, las razones que han llevado a que arraigue de un modo tan firme en nuestra cultura la abrumadora prevalencia de conocimiento de sí. La explicación, a juicio de Foucault, solo puede encontrarse en una transformación moral y epistémica que el describe de este modo:

 Existen varias razones por las cuales el “conócete a ti mismo” ha oscurecido el “cuidarte a ti mismo”.

 En primer lugar, ha habido una profunda transformación en los principios morales de la sociedad occidental.

 Nos resulta difícil fundar una moralidad fuerte y principios concretos en el contexto de que debemos ocuparnos de nosotros mismos más que de ninguna otra cosa en el mundo.

 Hemos heredado la tradición de moralidad cristiana que convierte la renuncia de sí, en principio de salvación.

El cuidado de uno mismo, se interpretaba como inmoral, desde que este era percibido como un modo de afirmación de la corporeidad. Pero lo más interesante no es establecer el sentido del fluir y refluir histórico de esos conceptos sino más bien, adentrarse en el entramado de acciones e ideas en que esos conceptos tuvieron su origen.

Este es el objetivo declarado en sus estudios sobre el modo de operar dichos conceptos en los grandes textos de los autores clásicos:

Establecerán un pacto: Alcibíades se someterá a su amante, Sócrates, no en un sentido físico sino espiritual. En la intersección entre la ambición política

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