Influencia de la Universidad de la 3era edad (uni3) en la motivacion, autoestima y calidad de vida del adulto mayor
gloriacristianApuntes8 de Noviembre de 2019
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Influencia de la Universidad de la 3era edad (uni3) en la motivacion, autoestima y calidad de vida del adulto mayor
nos encontrábamos con dos formas absolutas de concebir el envejecimiento, ninguna
de las cuáles – por su propio carácter de absoluto - daba cuenta de la complejidad de los procesos psicosociales e históricos inherentes al mismo. Estrechamente vinculada a la institución sanitaria o a la seguridad social, tal cuál decíamos anteriormente, aparecía una fuerte influencia del modelo bio médico, que pretendiendo subordinar los procesos psicológicos y sociales a los biológicos, termina construyendo un tipo de envejecimiento donde el eje central es la patología. Este modelo ha tenido y tiene, aún hoy, una fuerte influencia en los equipos interdisciplinarios que trabajan en el ámbito hospitalario. Por otro lado, nos encontramos con un modelo que hemos dado en llamar de “activismo” (Pérez, 2001). En el mismo, se fuimos aprendiendo que ambos modelos son dos expresiones de una misma forma prejuiciosa de concebir el envejecimiento. Como hemos planteado en otro lugar, en ambos modelos,
“.... el viejo es despojado de su condición de sujeto deseante y de deseo, incapaz de devenir, al decir
de Castoriadis, un ser reflexivo. El anciano es pensado como una sucesión de pérdidas y duelos, y el
temor subyacente (¿de los profesionales?) es que si se detiene a reflexionar, a pensarse, se angustia.
parte de la base que las personas ancianas deben estar continuamente con actividades para ocupar el tiempo y noAmbas propuestas le escamotean al viejo la posibilidad de generar sus propios proyectos vitales autónomos, a partir de una concepción de vejez pasiva (aun en el activismo), reproduciendo y reafirmando una conducta social prejuiciosa deprimirse por las pérdidas que han tenido.
Para ello, es necesario tener en cuenta lo que nos advierten Fernando Berriel y Mónica Lladó (2004),
respecto a que, si bien “... la participación en actividades sociales e interacciones significativas permitiría el desarrollo de las potencialidades y recursos que el adulto mayor posee” (p. 343), la misma no podemos
“prescribirla”, “indicarla”, como una medicación pura y perfecta.
Muy por el contrario, a nuestro entender la participación, para que se pueda sostener en el tiempo,
debe estar integrada al proyecto de vida de la persona. Debe estar direccionada por el deseo del sujeto, que permita el placer ante un trabajo solidario. Esto es, el goce ante la posibilidad de realizar y construir en conjunto con el otro, por el sólo hecho del hacer conjunto y no por una recompensa individual a cambio. Este tipo de participación se produce colectivamente, pero por sobre todo, se ejerce, nunca se “receta”. Si no hay un deseo colectivo de participar, que produzca deseo en esa dirección, podemos tener muchas acciones “voluntaristas”, pero difícilmente podamos hablar de participación..
Por lo tanto, en el caso de los adultos mayores, es necesario producir hechos políticos y acciones desde lo
macro, que ubiquen el tema del envejecimiento en una lógica diferente la actual de un envejecimiento hegemónico, donde se transmite un mensaje social que produce en lo singular efectos tales como que la propia condición de sentirse viejo sea algo desvalorizado y se asocie al sentimiento de inutilidad y desarraigo de los procesos de socialización. Este sentimiento es producido socialmente, nunca algo “escencial” a la vejez como plantea la teoría del desapego. Este aislamiento social ligado a la exclusión y rechazo de la vejez es uno de los principales factores de riesgo de deterioro de la calidad de vida y construye el tipo de envejecimiento hegemónico y pasivizante, que trata de aniquilar lo distinto y las diferencias. Extraído de adultos mayores participación e inclusión.Robert Perez
Es común en esta área temática encontrarnos con efectivos discurso sobre la calidad de vida para los adultos mayores para la cual la participación social es una condición central. Tanto es así que, estudios de la OMS (1975), demuestran que las personas que participan en grupos sociales mantienen un estado de salud superior a los que están socialmente aislados; y que una vida rica en relaciones afectivas significativas tiende a prolongarse.
En consecuencia, entre los factores de riesgo principales del deterioro de la calidad de vida, se halla el aislamiento social ligado a la exclusión y rechazo de la vejez. Mientras en otros estudios (Krzemien, 2002) (Berriel y Perez, 2002), podemos ver que uno de los criterios para asumirse "viejo" es el descenso de la participación social y el sentimiento de inutilidad que sobreviene. SE entiende por participación social significativa (Caplan,1974), el proceso de interacción personal que consiste en tomar parte en forma activa y comprometida en una actividad conjunta, la cual es percibida por la persona como beneficiosa.
Pero la participación está, como sabemos, lejos de ser algo que los profesionales podamos “indicar”, como si se tratara de una medicación pura y perfecta. La participación, como práctica social de alta complejidad que es, tendrá lugar dentro de determinadas condiciones de posibilidad en las que, a su vez, introducirá mayores o menores diferencias, que subvertirá en mayor o menor medida.
No podemos tranquilamente prescribirla. Ninguna investidura nos reviste de una autoridad trascendente como para determinar lo que sería bueno para el otro en materia de participación, es decir, formular lo que sería un “buen participar” para que los adultos mayores, obedientes y complacientes, lo lleven a cabo encauzándose en la senda de la salud y la vida plena.
El aumento poblacional cada vez más acelerado de sujetos mayores de 60 años constituye uno
importantes de nuestra era.. De forma arbitraria, se considera que los 60 o 65
años marcan el inicio de la vejez. A nivel social, esto se asocia al momento de jubilarse,
La pérdida del trabajo representará un quiebre en sus funciones manifiestas, como el salario, y las latentes, como la posibilidad de vincularse con otras personas y ocupar un lugar determinado en la sociedad. (Jahoda, 1979).
Thoits (1986), por su parte, introduce la idea de que las redes sociales pueden dar apoyo a los sujetos de acuerdo al grado en que.sus necesidades básicas estén satisfechas en su interacción con estos otros. Señala que lo más importante no es el tamaño de la red, sino la satisfacción percibida acerca del apoyo social que esa red le brinda. Hermida y Estefano Jubilación.
Gracias al avance en materia educativa se plantean directrices en favor del desarrollo del ser humano con capacidad de aprender durante toda su vida mediante una educación permanente; por esto, la definición de envejecimiento activo planteada por la Organización Mundial de la Salud en la II Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento (2002) (citado por Bermejo 2010:18) lo refiere como “…el proceso por el que se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el objetivo de ampliar la esperanza o. La educación de este modo, puede ser considerada como un mecanismo primario usado para prevenir los declives físicos, psíquicos y sociales de los individuos (citado por Martín, 1994) de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez”
La idea es plantear una educación con adultos mayores en favor de su aprendizaje permanente con miras a potencializar sus capacidades, habilidades y destrezas para un envejecimiento activo.
En relación al tema de educación gerontológica, las aportaciones específicas en el campo de la Gerontología en ambientes de aprendizaje son según Cabrerizo (2002) citado por Bermejo (2004) una manera de orientar y medir la capacidad que tienen las personas en cualquier ambiente para relacionar e integrar el conocimiento que va adquiriendo y la realidad que le rodea, por esta razón dicha propuesta de educación gerontológica propicia el trabajo en conjunto con los actores sociales para el desarrollo de sus habilidades, capacidades y destrezas de manera integrada, ed gerontológica con adultos
Francia fue la cuna de las Universidades de la Tercera Edad. La primera iniciativa de
formación universitaria para personas mayores tuvo lugar en Toulouse (Francia) en 1973.
Pierre Vellas quiso analizar los problemas médicos, sociales y psicológicos de la vejez
poniendo en colaboración a jóvenes investigadores en Gerontología con estudiantes
jubilados. Enseguida, comenzaron a organizarse cursos, conferencias y actividades diversas
para responder a las demandas de las personas mayores. Las Universidades de la Tercera
Edad fueron creadas en su origen con el fin de comprobar la contribución de las mismas a la
mejora de las condiciones de vida de las personas mayores, poniendo a su servicio los
recursos disponibles (aulas, profesorado, personal de administración, ciclos de formación,
etc) (Lemieux, 1997).
Para las personas mayores que acuden a los programas universitarios, éstos contribuyen a la
mejora de su calidad de vida en los planos psicológico, intelectual y social. Aún cuando estos
estudios no desembocan en un futuro profesional, ofrecen a los mayores la posibilidad de
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