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Informe psicologico de Juan Pablo Castel "El Tunel "


Enviado por   •  4 de Febrero de 2023  •  Informes  •  1.949 Palabras (8 Páginas)  •  108 Visitas

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UNIDAD EDUCATIVA JUAN LEON MERA LA SALLE

Nombre: Jorge Urvina

Curso: 2BGU “A”

Fecha: 13/04/2022

Datos Generales:

Nombre del personaje: Juan Pablo Castel

Edad: 38 años

Ciudad: Buenos Aires

Nacionalidad: Argentina

Estado Civil:  Soltero

Nivel de educación: Pintor

Motivo de la consulta

El señor Juan Pablo Castel entra al consultorio por primera vez el 10 de mayo del presente año, debido a que ya no soportaba una constante en su cabeza que no le permitía vivir, según añadió; además, mencionó que necesitaba hablar, explorar sus pensamientos y que, si tenía algo extraño, que lo curara.

Ingresa bajo posible indicio de Taquipsiquia .

PRIMERA CONSULTA:

Propósito: Conocer al paciente Juan Pablo Castel a partir de una entrevista libre y asociar información para la construcción de un diagnostico.

El paciente se encuentra algo alterado por el motivo que lo condujo a estar en el consultorio. Noto que pasa jugando con sus manos como si estuviera sintiendo frio.

Comencé un sondeo de su circunstancia, a lo que me llevo a conocer que él era un pintor que vivía en cierta soledad después de la muerte de su madre (esto lo estaba arraigando más a una situación de cautiverio voluntario) 

“De la vanidad no digo nada: creo que nadie está desprovisto de este notable motor del Progreso Humano. Me hacen reír esos señores que salen con la modestia de Einstein o gente por el estilo” (Sabato, 1948, pág. 6)

Me planteó una pregunta muy extraña ¿Tiene usted vanidad? fue lo que mencionó. Desarrolló el motivo del por qué cree que la vanidad para él, es el motor que mueve a la humanidad y esta presente en todas las acciones.

Se le preguntó sobre cómo calificaría a la sociedad, ya que a cada momento mencionaba culpables de hacer de este mundo un lugar hostil; mencionó que no confiaba en nadie y nadie valía la pena por el daño que hacen y que además solo estaba aquí para solo calmar un capricho de su madre muerta.

En el Salón de Primavera de 1946 presenté un cuadro llamado Maternidad. Era por el estilo de muchos otros anteriores: como dicen los críticos en su insoportable dialecto, era sólido, estaba bien arquitecturado. Tenía, en fin, los atributos que esos charlatanes encontraban siempre en mis telas, incluyendo "cierta cosa profundamente intelectual". Pero arriba, a la izquierda, a través de una ventanita, se veía una escena pequeña y remota: una playa solitaria y una mujer que miraba el mar. Era una mujer que miraba como esperando algo, quizá algún llamado apagado y distante. La escena sugería, en mi opinión, una soledad ansiosa y absoluta. (Sabato, 1948, pág. 7)

Se trató sobre el tema de sus obras, note que eso calmaba su actitud un poco ansiosa.

Mencionó sobre una exposición de arte en la que sus obras se presentaban y que tenía una leve esperanza de que, al fin, comprendieran su expresión, pero añadió que tenía el problema de los críticos de arte, que juzgaban sus obras sin tener ni siquiera la cara para hacerlo. (En esta parte se exalto demasiado)

El paciente se encuentra con la mirada perdida como si estuviera en uno de sus episodios de pensamientos constante que había mencionado que eran recurrentes en él.

Nadie se fijó en esta escena; pasaban la mirada por encima, como por algo secundario, probablemente decorativo. Con excepción de una sola persona, nadie pareció comprender que esa escena constituía algo esencial. Fue el día de la inauguración. Una muchacha desconocida estuvo mucho tiempo delante de mi cuadro sin dar importancia, en apariencia, a la gran mujer en primer plano, la mujer que miraba jugar al niño. En cambio, miró fijamente la escena de la ventana y mientras lo hacía tuve la seguridad de que estaba aislada del mundo entero; no vio ni oyó a la gente que pasaba o se detenía frente a mi tela. La observé todo el tiempo con ansiedad. Después desapareció en la multitud, mientras yo vacilaba entre un miedo invencible y un angustioso deseo de llamarla. (Sabato, 1948, pág. 7)

El paciente añadió más sobre el tema de la exposición, mencionando que había algo especial que ocurrió con respecto al encuentro con una chica que asistió a ver sus pinturas

Fue desconcertante y algo confuso cuando mencionó, de una manera muy emotiva, que ella era la única que observó y entendió realmente lo que quería transmitir una de sus pinturas (Insiste demasiado en el encuentro y en el sentimiento que desemboco aquella chica)

En el fondo el paciente tiene esa necesidad social y sentimientos asociados del amor como la comprensión o la atención.

Le pregunte si hizo algo con respecto a ese sentimiento

Mencionó que nunca se había sentido así o tan siquiera la olvidó y aún sigue buscándola sin descanso pese a los cuatro meses que han pasado desde la última vez que la vio. Espera volverla a ver y que las pinturas que ha estado realizando recientemente van encaminadas a encontrar nuevamente a aquella chica

Veo que el paciente se aferra a la esperanza de volverla a encontrar y hablar con ella ya que evidencio indirectamente su interés por la forma de expresión de mi paciente

Mencionó que ya tenía que irse; acepte, pero para para terminar, le mencioné que es recomendable que venga en una semana para avanzar en este proceso.

SEGUNDA CONSULTA:

Propósito: Realizar un test de Rorschach con el paciente y conocer un posible avance con relación a la sesión anterior

El paciente llega a la segunda consulta dos semanas después de la primera consulta.

Mencionó que tenía asuntos importantes que resolver en la semana que no llegó y no tenia tiempo para estar en el consultorio.

Al paciente se lo procedió a tomar un Test de RORSCHACH , para descubrir y valorar más su personalidad a partir de las imágenes que le iba a mostrar .

Accedió sin mayor problema; su resultado fue el de tendencia a psicosis.

Mostraba una mejoría en su seguridad en relación a la sesión anterior, pero aún tenía episodios de pausa en la que se dedicaba a ahondar en sus pensamientos.

—No advertí que usted preguntaba por la escena del cuadro —dijo temblorosamente. Sin darme cuenta, la agarré de un brazo. —¿Entonces la recuerda? Se quedó un momento sin hablar, mirando al suelo. Luego dijo con lentitud: —La recuerdo constantemente. (Sabato, 1948, pág. 15)

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