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Inteligencia emocional Carrera: Tecnicatura Superior en Administración de Empresas.


Enviado por   •  17 de Mayo de 2018  •  Resúmenes  •  5.886 Palabras (24 Páginas)  •  121 Visitas

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TRABAJO PRÁCTICO GRUPAL

Carrera: Tecnicatura Superior en Administración de Empresas.

Espacio Curricular: Psicología Organizacional y Relaciones Institucionales.

Docente: Claudia del Valle Santillán.

Curso: 1er Año “A”.

Año: 2017.

Tema: Inteligencia Emocional.

Integrantes:  

  • Castillo, Emilce Lihue.
  • López, Cintya Daniela.
  • López, Silvia Araceli.
  • Ramos, Rubén Francisco.
  • Toconas, Karen Gimena.  


La Inteligencia Emocional es la capacidad para identificar, entender y manejar las emociones correctamente, de un modo que facilite las relaciones con los demás, la consecución de metas y objetivos, el manejo del estrés o la superación de obstáculos.

Durante mucho tiempo se creyó que el Cociente Intelectual (IQ) era un buen indicador para saber si una persona seria exitosa en la vida. La puntuación de un test de inteligencia, podía establecer una relación fuerte con el desempeño académico y el éxito profesional. Los investigadores y las corporaciones empezaron a detectar que las capacidades y habilidades necesarias para tener éxito en la vida eran otras, y no eran evaluables mediante ningún test de inteligencia.

En 1990 propusieron una nueva manera de abordar el estudio de la Inteligencia, combinando factores físicos y mentales. Hablaron por primera vez de la Inteligencia Emocional, que se trata de proporcionarle inteligencia a las emociones, y de evitar que los sentimientos arrasen con toda la racionalidad. Para hacerlo se apoyaron, en lo que han sido denominadas cualidades emocionales:

  • El conocimiento de las propias emociones.
  • El autocontrol.
  • La motivación.
  • La empatía.
  • Las habilidades sociales.

Estas cualidades se complementan con la independencia, la capacidad de resolver los problemas en forma personal, la persistencia, la amabilidad, el respeto.


Cualidades Emocionales.

Las Cualidades Emocionales son las que nos permiten desarrollar nuestra inteligencia emocional.

  • Conocer las propias emociones: las cualidades emocionales están basadas en el autoconocimiento, porque solo en la medida en la que sepamos quienes somos, que queremos y como lo queremos, podemos ejercer el control sobre nosotros mismos y relacionarnos con las demás personas.
  • Autocontrol: es la capacidad de manejar emociones que no siempre estamos en capacidad de elegir, sino que se presentan de acuerdo a las circunstancias. No se trata de ignorar dichas emociones, sino de manejarlas inteligentemente. El autocontrol no implica, de alguna manera, reprimir las emociones, sino, vivir equilibrada e intensamente cada una de ellas y lograr un manejo adecuado que permita encausarlas, pues reprimirlas se van acumulando y hacer explosión. Es imprescindible tomarnos tiempo y establecer una comunicación interna que nos permita conocernos y aceptarnos como somos.
  • Motivación: una vez que sepamos quienes somos, con quienes nos relacionarnos, que retos nos trazamos, podemos emprender las acciones que nos lleven a vencer las dificultades y, por lo tanto alcanzar el éxito. La motivación se refiere a la forma como una persona emocionalmente inteligente logra un propósito o saca adelante un proyecto. Hacerlo implica una actitud que podemos ubicar en dos extremos:

  • Optimista: son aquellas personas que han evaluado sus emociones, sus potenciales y decide enfrentar los retos, y si fracasa en el primer intento, aprende de la experiencia y toma nuevos bríos para seguir adelante, segura de que esta vez lograra lo propuesto. Es alguien que mira con esperanza el horizonte.
  • Pesimista: es aquella que se da por vencida ante la primera dificultad, ante la primera piedra que le atraviesa en el camino, sin detenerse a quitarla o sin dar un pequeño paso para superarla. La persona pesimista, emocionalmente apática, vive en la desesperanza, sus metas son cortas y por ende mediocre. No mira al horizonte sin o que solo ve lo inmediato.

Es preciso vivir las emociones negativas, sin dejarse llevar por ellas, pues esto construiría un desequilibrio emocional. Se trata de darles vuelta, aprender de ellas para lograr el crecimiento personal. La Motivación se divide en dos categorías:

  • Motivación Intrínseca: es la que nos damos cada uno de nosotros, que está sujeta a nuestro control y tiene capacidad para autorreforzarse. Las emociones positivas pueden ejercer una influencia positiva en la motivación intrínseca. Las emociones negativas pueden repercutir en la medida en que sean incompatibles con las emociones positivas.
  • Motivación Extrínseca: es originada afuera y también tiene consecuencias en la realización de actividades, por más pequeñas que sean.  Dentro de la motivación extrínseca existen emociones prospectivas y emociones retrospectivas.
  • Las emociones prospectivas, son las que están ligadas de forma directa con los resultados de las tareas (notas, premios, estímulos) como la esperanza, las expectativas y la ansiedad.
  • Las emociones retrospectivas, como la alegría, la decepción, el orgullo y la tristeza, sirven de base para desarrollar la motivación extrínseca en la que la ejecución de las tareas académicas.
  • Empatía: es la capacidad de reconocer y aceptar las emociones de los demás, ponerse en su lugar, es fundamental la comunicación. La empatía es comprender y admitir las emociones de los demás, así no hayan sido expresadas con palabras. La empatía es imprescindible para el establecimiento de relaciones equilibradas y respetuosas, es una actitud emocionalmente inteligente frente a los demás, en la medida en que sepamos que quieren y necesitan, y hagamos lo que esté a nuestro alcance para facilitarles llegar a su meta. La empatía se alcanza cuando entendemos y aceptamos a los otros.
  • Habilidades sociales: es equivalente a la construcción de relaciones interpersonales funcionales, a la convivencia y al liderazgo. El trato satisfactorio depende la comunicación y de la capacidad de reconocer y solucionar los conflictos, de ejercer un liderazgo para lograrlo.

Aristóteles afirmaba que el hombre es un ser social, alguien capaz de relacionarse con sus semejante e incluso que necesita de ellos. Pensar en una persona como alguien particular es una abstracción. Pues desde el vientre maternos que empezamos a relacionarnos con nuestros padres, desde la cuna con el resto de familiares, en el colegio con quienes tienen la misma edad, en la universidad con quienes manifiestan las mismas inclinaciones profesionales y en el trabajo con las personas que han optado por una línea profesional complementaria a la nuestra.

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