Inteligencia emocional y Violencia de género
pauroomeoReseña14 de Mayo de 2019
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Inteligencia emocional y Violencia de género
La presente reseña se realizará en base al artículo “Análisis de la inteligencia emocional en la violencia de género” publicado en el año 2008, elaborado por Macarena Blázquez Alonso y Juan Manuel Moreno Manso pertenecientes al departamento de Psicología de la Universidad de Extremadura, Badajoz de España. El mencionado artículo tiene como objetivo indagar las habilidades básicas que conforman la inteligencia emocional en las parejas que experimentan una situación de violencia. La revisión teórica ha permitido identificar una amplia gama de síntomas psicológicos y comportamentales consecuentes a la violencia existente entre parejas. La violencia en la pareja es un problema de salud de primer orden con graves repercusiones en la salud física y mental de las víctimas.
El término violencia de género o contra las mujeres hace referencia a todo acto de violencia que se relaciona a nivel sexista, el cual tiene como resultado tal y como lo menciona Blázquez y Moreno (2008) un daño físico, sexual o psíquico, en donde también se incluyen las amenazas, la corrección o la privación arbitraria de libertad, tanto así, que este tipo de fenómeno ocurre en la vida privada como también en la pública.
La violencia contra las mujeres es una cruel manifestación originada por las relaciones de poder existentes entre hombres y mujeres que han conducido a la dominación y subordinación. La violencia contra la mujer a lo largo de su ciclo vital ha nacido desde pautas culturales, también bajo los efectos perjudiciales de algunas prácticas tradicionales y de todos aquellos actos de extremismo relacionados con la raza, el sexo, el idioma o la religión, que perpetúan la condición inferior que a lo largo de la historia se le ha asignado a la mujer en la familia, el lugar de trabajo, la comunidad y la sociedad.
Por otro lado, existe la violencia en la pareja que según Dueñas (2002) es entendida como la relación de abuso que se establece dentro de una pareja, ya sea conformada por parejas que vivan o no juntos, en donde su vínculo puede estar enmarcado por diferentes tipos de compromisos, formales o personales. Esto incluye la relación conyugal, relaciones de convivencia, relaciones de noviazgo y las relaciones de la ex-pareja. Esta forma de violencia ha sido también denominada violencia doméstica, entendiendo por espacio doméstico, aquel delimitado por las interacciones privadas de una pareja.
Blázquez y Moreno (2008) consideran que existen dos factores epidemiológicos que originan la aparición de la violencia en la pareja, las cuales son las relaciones de desigualdad frente a las posiciones de la mujer respecto al hombre, tanto en las relaciones personales como sociales y la existencia de una cultura de la violencia, que supone la aceptación de la violencia en la resolución de conflictos. La violencia hacia la mujer es un reflejo al mismo tiempo que una consecuencia directa, del modelo de sociedad patriarcal el cual todavía se mantiene en lo más profundo de las costumbres y tradiciones
El impacto de la violencia de pareja sobre la salud mental es realmente grande, pues provoca un deterioro en la calidad de vida de la persona, afectándola en gran medida en los diferentes aspectos de la vida, impidiendo su adecuado desarrollo. Es importante mencionar que el maltrato contra la pareja es resultado de un estado emocional intenso, que interactúa con unas actitudes de hostilidad, un repertorio conductual pobre y varios factores precipitantes tales como el consumo de drogas y alcohol, estrés, ceos, entre otros; así como de la percepción de vulnerabilidad de la víctima.
La intervención en la modificación de estas conductas relacionadas con la inteligencia emocional, según Blázquez y Moreno (2008) se basaría en la elaboración de un entrenamiento de habilidades emocionales, en donde es de suma importancia indagar en la necesidad de potenciar el autocontrol y desarrollar actitudes tales como la empatía que respalden una comunicación eficaz con otras personas, así como adquirir la capacidad de expresarse de forma asertiva, evitando de este modo, futuros conflictos y malos entendidos expresando en todo momento sus opiniones, sentimientos y emociones sin vulnerar los derechos humanos básicos de los demás y sintiéndose así capaces hasta cierto punto de controlar sus impulsos agresivos.
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