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Introduccion neurociencias

leff2412Resumen28 de Agosto de 2018

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Introducción.

En nuestro cuerpo existen mecanismos biológicos que son sensibles a los distintos tipos de energía presente en nuestro entorno.

Gracias a estos mecanismos es que

construimos nuestro conocimiento del

mundo.

El acceso que tiene la información de

nuestro entorno al sistema nervioso para

que tengamos un mejor entendimiento del

medio en el que estamos inmersos, es

proporcionada por un conjunto de

receptores o células especializadas que

son sensibles a formas de energía

específicas y que se encuentran en

grupos de estructuras orgánicas con

funciones bien definidas que hacen

posible la entrada de las señales del medio a nuestro cuerpo. A las estructuras donde se encuentran dichos receptores les llamamos sistemas sensoriales y en ellos es en donde se comienza un proceso que es necesario para que podamos adaptarnos a nuestro medio y sobrevivir.

Los sistemas sensoriales son las vías por las que la información que recibimos de nuestra realidad accede a nuestro sistema nervioso. Los cambios y la energía de nuestro entorno que son capaces de influir en la forma en que entendemos al mundo y nos comportamos en él se llaman estimulación sensorial. El camino a través del cual los estímulos del mundo llegan al sistema nervioso central e influyen en nuestra conducta, se conforma de receptores sensoriales. Estos receptores convierten la información del entorno en una señal nerviosa, que lleva en sí las características de la energía o estímulo recibidos. Después, esta energía, estímulo o información pasa del receptor, utilizando algunas neuronas y relevos sinápticos, a regiones específicas del cerebro donde se lleva a cabo el proceso sensorial. Después de lo anterior, el sonido, la luz, el calor, el dolor, el frío o el tipo de estimulación de la que estemos hablando, ya codificados y procesados, tienen como consecuencia la entrega de una respuesta por parte del sistema nervioso que puede traducirse en una conducta motora o una respuesta fisiológica y otras veces una combinación de ambas respuestas. Sea cual sea el caso ambas respuestas influirán en el entorno del individuo y producirán nuevos estímulos.

De lo anterior resulta que, los receptores sensoriales son los puntos de inicio de la actividad neural que lleva a las experiencias senso-perceptivas y son los responsables de transformar los estímulos del medio en mensajes nerviosos. Los principales sistemas sensoriales en los

que se encuentran dichos receptores son: el sistema auditivo, el sistema olfatorio, el sistema visual, el sistema somatosensorial y el gusto. Tener conocimiento de su existencia y de cómo están compuestos es importante, pues ello nos permite entender cómo es que podemos

asimilar nuestra realidad, cómo es que al abrir los ojos experimentamos al mundo físico, cómo es que gracias a la audición aprendemos, sobrevivimos, nos comunicamos y adquirimos el lenguaje. También, cómo es que gracias al sistema vestibular, contenido en el sistema auditivo, podemos caminar, correr y mantenernos de pie. Familiarizándonos con estos sistemas podemos también entender, por qué el gusto y el olfato son considerados sentidos químicos y que, gracias a ellos podemos adaptarnos al medio y darnos cuenta, por ejemplo, de si los alimentos son seguros para nuestro consumo o no.

La función principal de todos y cada uno de nuestros sistemas sensoriales es garantizar nuestra supervivencia. La pérdida de una o varias de sus funciones o el daño de alguno de ellos puede dificultar nuestra interacción con el entorno o poner en riesgo nuestras vidas. Por ello, mientras más sepamos sobre estos sistemas, más capacitados estamos para cuidar de ellos y mantenerlos en buen

funcionamiento para que puedan cumplir con su principal objetivo.

Con la intención de facilitar la comprensión de las capacidades y limitaciones sensorio-perceptivas de los seres humanos, presentamos los principales sistemas sensoriales a continuación.

Tacto, presión y Propiocepción.

El sistema somatosensorial o somatosensitivo (sistema del sentido del cuerpo) detecta los eventos físicos del mundo como la presión, vibración, el calentamiento o enfriamiento y daño tisular que dan lugar a la sensación de dolor, (Sistema nociceptivo) por medio de los receptores sensoriales cutáneos y subcutáneos, que realizarán una

transducción sensorial de la información de los eventos físicos a señales eléctricas que el cerebro puede interpretar a través de impulsos nerviosos. ​(Reynoso, A. V. 2013)

Dichos impulsos ascienden por los axones de las células receptoras hasta llegar a la médula espinal, suben por ella hacia el encéfalo y llegan a la corteza cerebral. Cuando la información llega hasta aquí se construye la experiencia perceptual y tomamos conciencia de los estímulos.

Existen diversos receptores sensitivos, algunos de ellos son: las terminaciones nerviosas libres, los corpúsculos de Meissner, los corpúsculos de Pacini, los discos de Merkel, los corpúsculos de Ruffini, los husos musculares, los órganos tendinosos de Golgi y los receptores articulares. Todos estos receptores llevan a cabo el proceso de transducción sensitiva, que es el proceso en el que la energía del estímulo es convertida en señal eléctrica por la neurona sensitiva. Encontramos estos receptores en la piel, el epitelio, el músculo esquelético, los huesos, las articulaciones, los órganos internos y el sistema cardiovascular.

Los receptores se pueden dividir, con base en su morfología en receptores libres y encapsulados; de acuerdo a su función, en mecanoreceptores, nociceptores y termorreceptores. La información del tacto y la propiocepción viajan por la vía ascendente dorsal-lemnisco medial, mientras que el dolor y la temperatura viajan por la vía espinotalámica. La información que proviene del rostro se transmite a través de la vía trigeminal. Toda esta información llega al tálamo y después a la corteza somato sensitiva, localizada en el lóbulo parietal.

Sistema Visual.

El proceso visual inicia en el ojo, que está compuesto por estructuras que permiten el paso de la luz; córnea, iris, pupila, el humor acuoso, cristalino y humor vítreo. La luz es focalizada por la córnea y el cristalino, atraviesa el humor vítreo y es absorbida por los fotoreceptores de la retina. La retina modifica y elabora las señales provocadas por la luz en los fotorreceptores antes de enviarlas al cerebro. Las neuronas de salida de la retina son las células ganglionares, cuyos axones forman el nervio óptico por medio del cual alcanzan el núcleo

geniculado lateral del tálamo, el colículo superior y otros núcleos del tronco del encéfalo.

Existen células de tipo ganglionar que se especializan en elaborar las características de las imágenes visuales. Algunas de ellas se encargan de transmitir información relacionada con hacer que resalten los detalles y el color de los objetos presentes en la escena y otras se encargan de transmitir información relacionada con las características generales de la imagen visual y su movimiento

Existen también, en la corteza cerebral, tres tipos de proyecciones: una que recibe mensajes parvocelulares y es sensible a los detalles de la forma, otra que recibe mensajes magnocelulares y responde al movimiento y otra que recibe mensajes mixtos y es sensible a la luminosidad y el color.

Olfato y Gusto.

Estos dos sistemas caracterizados porque su grado de alteración comportamental no es tan extraordinario en comparación con los provocados por otras modalidades sensorio-perceptivas, no tienen las mismas dimensiones de representación cortical, como la visión, audición y tacto, por lo que no invitan a un mayor atractivo para los investigadores y toda el área en general de la neuropsicología y su conocimiento neuropsicológico es menor.

El gusto; considerado un filtro, no el único, para la alimentación, seleccionará y/o rechazará las sustancias que pasan al tracto. Cada una de las sustancias químicas de los alimentos se disuelven en la saliva y ésta disolución permite alcanzar los receptores, así que si la lengua está seca, los receptores no obtendrán suficientes señales químicas y con más dificultad percibirá el gusto de los alimentos, al contrario, se intensificará por movimientos de la lengua, que incrementarán la distribución de la sustancia sobre mayor número de receptores, localizándose sobre toda la lengua y paladar blando con una vida media de siete a diez días sustituyéndose continuamente y formando conjuntos de cincuenta y setenta receptores en los “botones gustativos” contenidos en las “papilas.”

La lengua no es uniforme, entonces su parte superior está cubierta de papilas filiformes, con función táctil, sin botones gustativos. Al frente y lados están

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