Introducción a la Neurociencia
Daniel LeonEnsayo22 de Diciembre de 2022
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Profesora Anna Lucía Campos
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Módulo I // Curso 1: Introducción a la Neurociencia
INDICE
INTRODUCCIÓN Pág.3
- Afinando el diálogo Pág.4
Descartando Neuromitos Pág.7
Neuromito 1: Dominancia o especialización hemisférica Pág.8
Neuromito 2: Desarrollo sináptico y ambienta enriquecido Pág.9
Neuromito 3: Periodos críticos para el aprendizaje Pág.12
Construyendo principios sólidos Pág.14
- Conceptos básicos en Neurociencia: Principios esenciales Pág.19
Referencias Pág.23
Citas Pág.24
INTRODUCCIÓN
El cerebro ha evolucionado para acompañar y enfrentar los desafíos del entorno, para educarse y educar, para hacer que el ser humano entienda el enorme potencial que lleva adentro. Como eje cen- tral de las investigaciones en Neurociencia, el cerebro llega a ser el guía de las nuevas investigaciones, que va llevando a los neurocientíficos a un entendimiento más amplio de un universo interior, capaz de concebir pensamientos, emociones, sentimientos y movimien- tos entre tantas otras habilidades que nos hacen dife- rentes de las demás especies en la tierra.[pic 7][pic 8]
En la actualidad, gracias a estas investigaciones, conocemos más acerca lo que sucede durante el desa- rrollo prenatal, las características de la primera infan- cia y la estupenda multiplicación de conexiones entre las neuronas en los primeros años de vida. Hemos empezado a comprender qué sucede en el cerebro de los adolescentes y les genera conductas y emociones tan características de esta etapa del desarrollo hu- mano.
Este acercamiento entre educadores y neuro- científicos ha empezado a dar grandes frutos, comen- zando por romper algunos “neuromitos” que fueron masivamente esparcidos cuando la neurociencia em- pezaron a llegar a los ámbitos educativos, como lo ve- remos en esta lectura.
Los aportes de la Neuroeducación nos permiten ver a los desafíos como oportunidades, pues ahora sa- bemos que todos tenemos un cerebro plástico, apto para aprender cuantas veces sea necesario siempre y cuando se den las condiciones genéticas y ambientales para ello.
Empecemos por descubrir entonces los princi- pios y conceptos esenciales que nos permitirán trans- formar la realidad educativa y marcar la diferencia.
Afinando el diálogo
El camino hacia la integración de la Neurociencia, Psico- logía y Educación se abrió hace muchos años atrás y el diálogo entre estas tres ciencias, queriendo o no, ya ha empezado. Aho- ra, nos encontramos en un momento crucial donde vemos emerger una nueva disciplina - la Neurociencia Educacional- lo que nos obliga a una vital y urgente tarea: filtrar la información existente para construir conocimientos con fundamentos sólidos y válidos.[pic 9][pic 10]
Si usamos la metáfora del “teléfono roto o malo- grado”, donde jugamos a pasar los mensajes de una a otra persona, en un porcentaje muy alto, el mensaje lle- gará distorsionado. Mantenerse alerta, tener buena me- moria, evitar suponer y prescindir de las distracciones provocadas por el público observador son algunas de las estrategias para lograr el resultado esperado: la verdade- ra palabra o frase.
Cuando hablamos de esta conversación entre ciencias, donde se encuentra un número muy alto de participan- tes y observadores que están a la expectativa del mensaje, nece- sitamos mantener la misma cautela para evitar los cambios, las malas interpretaciones o los conceptos erróneos que podrían crearse.
Para el año 2002, en la publicación lanzada por la OECD denominada Understanding the Brain: Towards a New Learning Science (OECD, 2002), encontramos una reflexión muy intere- sante referente a los neuromitos que se fueron creando a partir del acercamiento de las investigaciones neurocientíficas al campo educativo y al de los formuladores de políticas públicas. En este documento se define a los neuromitos como una “deliberada distorsión de los hechos establecidos científicamente” (OECD, 2002) provenientes, probablemente, de un malentendido o ma- la interpretación de las investigaciones en Neurociencia que ge- neraron especulaciones, conceptos erróneos y hasta mismo la “desinformación” entre los educadores.
Para esta época, se mencionaron tres grandes neuromitos:
Neuromito 1[pic 11][pic 12][pic 13][pic 14]
La dominancia hemisférica (hemisferio derecho versus hemisferio izquierdo).
Neuromito 2
Desarrollo sináptico y ambiente enriquecido[pic 15][pic 16][pic 17][pic 18]
Neuromito 3
Períodos críticos para el aprendizaje[pic 19][pic 20][pic 21][pic 22]
Si nos ponemos a analizar, ya se pasaron más de 9 años y aún seguimos constatando que muchos educadores siguen afe- rrados a esta información y lo peor, muchos neuromitos más han surgido en los últimos años en el ambiente educativo. Con- juntamente, se fueron planteando también algunos principios básicos de Neurociencia para educadores, algunos de ellos bien fundamentados y otros lamentablemente, originados de esos neuromitos. Por lo tanto, necesitamos descartar neuromitos y establecer principios construidos de común acuerdo entre la neurociencia, la Psicología y la Educación para afinar el inevita- ble diálogo.
En este sentido, tenemos pasos que dar para promover las tres grandes aproximaciones entre las ciencias señaladas
Primer paso:[pic 23][pic 24]
Un diálogo entre las disciplinas (razonamiento interdisciplinario)
Segundo paso: Un diálogo desde
las disciplinas (ra- zonamiento
multi-
disciplinario)
Tercer paso:
El más complejo, un nuevo diálogo cons- truido por las tres ciencias[pic 25][pic 26][pic 27]
(razonamien-to transdisciplinario).
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La prudencia de todo un trabajo previo que se tiene que hacer antes de la consolidación de una nueva ciencia - y en este caso nos referimos a la Neurociencia Educacional – obliga a una dinámica transdisciplinaria para crear referentes éticos que pue- dan darle validez y sostenibilidad. No podemos hablar de esta nueva ciencia sino vamos cruzando los enfoques “inter y multi” para acceder a la transdisciplinariedad.
Dado a la epistemología de cada ciencia, es fácil de en- tender que las concepciones para las líneas de investigación, de metodología y de los demás criterios de orientación, interpreta- ción y validación que regularán toda la actividad científica, van a variar de una ciencia a otra, por lo que se tendrá que empezar a cerrar las brechas y a tender los puentes (Bruer, 1997) con la
debida paciencia y ética, para construir un trabajo transdiscipli- nario y para mantenerse en alerta, analizando y controlando los posibles neuromitos que surgirán en el camino.
Paralelamente, la reflexión que se debe hacer frente al impacto que la Neurociencia Educacional provocará en los sis- temas educativos y en nuestras sociedades, necesita estar inten- samente conectada a un análisis con relación al tipo de aten- ción, educación y prácticas de crianza que aspiramos para nues- tros niños, niñas y adolescentes. Las interpretaciones erróneas que fueron surgiendo en estos últimos años, a raíz de este am- biente que se generó de neurocultura3, ha dado cabida al ingre- so de varias propuestas educativas basadas en el cerebro, algu- nas de ellas audaces en diseñar sus lineamientos en los supuestos pecando por no esperar que el diálogo se aclare y se afine. Hoy, nos toca un arduo trabajo de separar el trigo de la cizaña, no solo en el sentido inmediato de la tarea, sino como prevención para un futuro más adecuado de la educación.
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