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LA DECENCIA Y LA ETICA


Enviado por   •  14 de Junio de 2014  •  854 Palabras (4 Páginas)  •  208 Visitas

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LA decencIA Y LA ETICA

PRIMER SERMÓN

Quiero que observen que David salió al encuentro con Goliat solo. Nadie se atrevía ir a la batalla con él. El que debía ir, el Rey Saúl, no quiso. David se enfrentó a la necesidad de la hora solo. Muchas veces tenemos que hacer lo mismo. Cuando estamos enfrentándonos a los gigantes personales en nuestras vidas (un pecado difícil de vencer, el miedo, la inercia, la pereza, etc.), tenemos que hacerlo solos. Cuando la gigantesca necesidad de la hora demanda acción, y nadie quiere hacer nada, y los que deben actuar no se mueven, tenemos que estar dispuestos a salir al encuentro solos. En el versículo 46, David enfatizó que estaba solo diciendo, “Yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo”. Parece que David estaba dispuesto a pelear no solo contra Goliat sino contra todo el ejército filisteo y hacerlo solo.

Sin embargo, David no entró en la batalla sin prepararse. Llevó su bastón, su onda y su bolsa. Fue al río y recogió cinco piedras lisas (40). El agua había fluido sobre esas piedras y las había limpiado y pulido. Sin embargo, estaban inertes hasta que David las recogió. Estas piedras lisas representan a los cristianos, bautizados con agua, hechos limpios, pero todavía inactivos. Están inertes, no hacen nada. Deben hacer algo, pero quizás nadie los ha ayudado a entrar en la batalla. Quizás están listos, esperando que alguien los invite, los llame, los reclute.

David ganó la batalla con una de las piedras. Quizás utilizó las otras cuatro contra otros filisteos, pero no habría ganado al gigante sin por lo menos una piedra. Por lo tanto, hermanos, estén dispuestos a salir solos si es necesario, pero procuren llevar consigo por lo menos otro cristiano para que él también pueda ayudarles en la batalla.

SEGUNDO SERMÓN

Quiero que observen que David ganó la batalla con su fe. Rehusó depender de la armadura de Saúl (39). No llevó ni siquiera una espada sino solo sus armas de pastor. Su declaración ante el gigante claramente mostró en quién confiaba: “Tu vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en el nombre del SEÑOR Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo el SEÑOR te entregará en mis manos [. . .] y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. Todos los que están aquí reconocerán que el SEÑOR salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del SEÑOR, y él lo entregará a ustedes en nuestras manos (45-47). Nosotros también estamos en una batalla, como Pablo explica en Efesios 6:10-17. Dios nos da armadura suficiente para ganar esta batalla, pero tenemos que ponérnosla y usarla. La armadura tiene varias piezas, pero David enfatizó una de las piezas,

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