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“LA FAMILIA Y SU INTERACCIÓN”


Enviado por   •  3 de Febrero de 2016  •  Tareas  •  2.319 Palabras (10 Páginas)  •  131 Visitas

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Las interacciones familiares

Las interacciones familiares constituyen un elemento básico en el desarrollo de las personas que están dentro del núcleo familiar. 

Son un tema amplio, difícil y complicado, pero podemos clasificarlas en:

a) Interacciones de aproximación.

  1. El afecto.
  2. El apego.
  3. La intimidad.
  4. La fusión.
  5. La mutualidad.
  6. La seudomutualidad.

b) Interacciones de distanciamiento.

  1. Las emociones negativas.
  2. El rechazo.
  3. Relaciones conflictivas.
  4. Relaciones de doble vínculo.

c) Relaciones de poder.

Según Goleman, el cerebro de las personas va evolucionando en función de las interacciones con las personas.

“LA FAMILIA Y SU INTERACCIÓN”

Nye y Berardo reconocen a la familia como una institución que se encuentra continuamente en curso de cambio. Esto ocurre por la experimentación que acontece dentro de la familia e implica nuevas estrategias para realizar sus funciones, así como reacciones de las otras instituciones de la sociedad frente a los cambios.

Esta realidad cambiante genera una serie de transformaciones en las relaciones que se dan en la familia y como afectan a sus miembros, proceso conocido como Interacción Familiar. Por lo tanto, el estudio de la familia sigue siendo importante, pero aún más desafiador debido a nuevos y cambiantes roles de la familia y sistemas diversos o modificados de interacciones con las otras instituciones en nuestra sociedad.

En este sentido, la interacción familiar ha sufrido rápidas y grandes evoluciones, como la incorporación de la mujer al trabajo profesional, la disminución de la natalidad, el sistema de parentesco, entre otras que configuran un nuevo escenario para la familia y que a continuación Nye y Berardo intentan detallar.

IDENTIDAD Y ROLES FAMILIARES

  1. El desarrollo de la identidad es un proceso que comienza en la infancia. Desde una edad muy temprana, el niño comienza a percibirse como una persona independiente, con características propias que lo hacen un ser único e irrepetible; marcando así el desarrollo de su identidad.
  2. 3. A través del contacto con los valores y expectativas de diversos grupos sociales (como la familia o escuela) los niños comienzan a sentirse aceptación o rechazo por algunas conductas. Por lo que respecta a la identidad sexual, el niño comienza a comprender que algunas conductas son apropiadas para los niños y otras para las niñas.
  3. 4. • Sexo: se refiere a las características biológicas de una persona, es decir, lo que físicamente diferencia a un hombre de una mujer. • Género: abarca los aspectos psicológicos, sociales, conductuales y culturales de la feminidad o masculinidad.
  4. 5. en el que podemos distinguir tres componentes: 1. Atribución de género. Se refiere a la asignación del recién nacido como niño o niña, a partir de la apariencia externa de los genitales, por ejemplo, cuando un bebé tiene pene, se le denomina niño. Esta asignación se convierte en el primer criterio de identificación de una persona que influye en el desarrollo subsecuente en los roles de género.
  5. 6. 2. Identidad de género. Determina el grado en que el niño toma conciencia y acepta su sexo biológico como parte central de su auto concepto; representa el sentimiento de "soy niña o niño" formado a partir del trato diferente que recibe desde su nacimiento. Por lo general, éste se consolida a medida que comprende cómo debe comportarse para corresponder con la idea de lo que “debe ser” un niño o una niña. La mayoría de los niños adquiere esa identidad entre los 2 a 4 años de edad.
  6. 7. 3. Rol de género: Se forma a partir del conjunto de expectativas, normas y prescripciones que dicta la sociedad acerca de las conductas apropiadas para uno u otro sexo. El medio ambiente determina las funciones que son propias o naturales para cada uno de los géneros. El rol de género se establece a través de la imitación de las conductas de los padres y el reforzamiento diferencial que reciben al imitar dichas conductas.
  7. 8. La realidad es que las niñas y los niños construyen sus características femeninas y masculinas mucho antes de llegar a la adolescencia. Este proceso se denomina socialización de los roles de género o tipificación sexual; el cual se refiere a la adquisición de preferencias, rasgos de personalidad y conductas apropiados para el propio género.
  8. 9. El “role” o el papel que asume un individuo en una organización representa “el conjunto de conductas esperadas de quien ocupa una determinada posición en el grupo del que forma parte” La diferenciación de carácter es importante en cuanto a la caracterización hombre/mujer
  9. 10. • Durante siglos, se consideró que el varón era superior a la mujer; ésta no parecía tener valor por sí misma, era el complemento del varón y su única misión era servirle. • Otras veces se ha considerado al varón y a la mujer como dos mitades de la humanidad. En este sentido se hizo como una distribución de virtudes y cualidades.
  10. 11. • Esta importancia de los roles sexuales queda patente en la importancia que ellos tienen tanto para la propia personalidad del individuo como para las relaciones grupales y sociales del mismo. Es decir, que existe una influencia muy importante para la vida personal de un individuo y sus consecuentes actos
  11. 12. Identidad sexual: Es el conjunto de características sexuales que nos hacen genuinamente diferentes a los demás: nuestras preferencias sexuales, nuestros sentimientos o nuestras actitudes ante el sexo.
  12. 13. • Es un proceso de desarrollo el que consiste en atravesar una serie de etapas que implican cambios y adaptaciones. Estos cambios pueden provocar crisis, de menor y mayor intensidad en el núcleo familiar, puesto que al pasar de una etapa a otra las reglas de la familiar cambian, provocando en el sistema familiar situaciones adversas como es la separación de uno de sus miembros o la llegada del primer hijo y los problemas a nivel familiar y de pareja que puedan presentarse.

LAS FAMILIA UNA ESTRUCTURA INTERMEDIA: EN DEFENSA DE LA FAMILIA

2. En defensa de la familia La familia ha sido siempre objeto de intenso interés y preocupación. En décadas recientes, a medida que un virulento sentimiento anti familiar parecía recorrer desenfrenadamente la sociedad norteamericana, ha sido la fuente de violentas controversias. Por algún tiempo, desde cada puesto de periódicos surgían prédicas catastróficas. El desenmascaramiento de uno y otro aspecto de la vida familiar se constituyeron en la orden del día para una gran cantidad de vociferantes grupos de presión. Por lo menos en los sectores formadores de opinión pública de la sociedad norteamericana, la familia norteamericana tendía a ser juzgada como una institución pasada de moda, si es que no dañina. En las palabras de David Cooper, la familia era "una cámara letal que destruye las personalidades humanas".1 Justo cuando el gran público ha llegado a lamentar o a celebrar la "muerte de la familia", es una sorpresa que esté siendo redescubierto el valor de la familia como institución tanto para el individuo como para la sociedad. Ahora la orden del día es poner marcha atrás. Al público común se le ha pedido revisar su percepción de la familia como una destructiva y en última instancia indeseable herencia del pasado, y en vez de eso entenderla como una especie en peligro que necesita de protección y apoyo nacional. ¿Cómo pudo producirse tal cambio? Durante el período de pesimismo se produjo una paradoja que muy pocos se preocuparon de analizar. Al mismo tiempo que la institución de la familia estaba bajo ataque, las estadísticas matrimoniales mostraban que la gente continuaba casándose tal como antes. Si bien la tasa de divorcios aumentaba, también lo hacía el porcentaje de vueltos a casar. Más aún, si podemos confiar en la información sobre los grupos que practicaban estilos de vida alternativos, ella indicaba un profundo deseo por y una búsqueda de algo que se pareciera, en un grado asombroso, a la familia convencional. La contradicción entre las prácticas sociales continuas de la mayoría, que 1 David Cooper, The Death of the Family (New York: Vintage, 1970). LA FAMILIA 85 seguía casándose y teniendo familia, y los ataques persistentes a estas prácticas, acompañada de un profundo malestar, debiera haber detenido a los aprovechadores culturales que rápidamente subieron al carro de la victoria de la opinión de moda. Nuevamente recuerdo la tendencia general entre los intelectuales formadores de opinión a desconocer las prácticas, valores y esperanzas de los hombres y mujeres comunes. Incluso, en la actual onda "pos reformista" que busca legitimizar propuestas y sugerencias de políticas en términos más populistas, esta tendencia, como trataré de demostrar, persiste. En los últimos tres años han llamado mucha atención una serie de libros sobre la familia. A pesar de sus diferentes orientaciones y énfasis, estos libros desafían directamente los pronósticos apocalípticos de ayer, así como también acusaciones más extremas de la familia como madrina de todo tipo de supuestas o reales patologías sociales o individuales. En todo el país, grupos de estudio, fundaciones, universidades, grupos religiosos, agencias gubernamentales y comisiones diversas están compitiendo unos con otros en su deseo por definir la "crisis" de la familia y en su búsqueda de vías y medios para fortalecer la familia. Un llamado a tomar medidas de políticas públicas, sancionadas, financiadas y ejecutadas por el gobierno, parece unir en rara armonía a los recién declarados campeones de la familia. Hasta los medios de difusión popular están hoy inclinados a prestar más atención a las virtudes de la vida familiar y a dar proporcionalmente menos espacio a los ataques radicales contra la familia tradicional. Claramente, la familia es de nuevo un tema común y prácticamente todos, o al menos así parece, muestran preocupación y deseos de ir en ayuda de la más vieja de todas las instituciones sociales. El problema, sin embargo, es: ¿sobrevivirá la familia a sus campeones recién declarados? Como la nación está a punto de responder a este llamado a levantarse en apoyo de la familia en peligro, hay una necesidad de explorar más cuidadosamente aquello por lo cual se nos pide luchar. Querámoslo o no, deberemos responder preguntas no sólo relativas a la familia, sino también a las cuestiones igualmente importantes relativas a la naturaleza y propósito de la sociedad norteamericana. Estas son preguntas que encuentro extrañamente ausentes de la discusión actual. Debemos descubrir los valores y prácticas específicas que los norteamericanos comunes asocian con la familia, y debemos aprender cómo cada uno de ellos se relaciona con los aspectos distintivos de la sociedad norteamericana. Debemos preocuparnos de la conveniencia de continuar 86 ESTUDIOS PÚBLICOS con la histórica "experiencia norteamericana", que ha surgido de las prácticas, valores y compromisos de una democracia, de una sociedad culturalmente pluralista, y de una economía de mercado. Por sobre todo, deberemos entender qué es lo que defiende esencialmente esta sociedad y qué desea defender en continuidad con su pasado y en sus esperanzas para el futuro. Sugiero que los valores de los hombres y mujeres comunes ofrecen un marco de referencia significativo y apuntan hacia la clase de sistema político y económico necesario para la realización de estos valores. Esta conciencia explícita de dichos valores es, en mi opinión, el desafío básico que enfrenta la sociedad norteamericana en este momento de la historia. Ninguna otra institución está mejor equipada que la familia para iluminar problemas que estamos enfrentando y para ayudarnos a superar con éxito este desafío. Una rápida mirada a algunos de los libros más significativos sobre la familia publicada en los años recientes proporcionará la base para esta discusión. Tales libros reflejan la cambiante valoración de la situación de la familia Norteamérica y, a su vez, ayudan a remodelar la percepción pública. Un ejemplo del curioso cambio que ha tenido lugar en relación con la comprensión del rol y función de la familia moderna, es la obra de Christopher Lasch Haven in a Heartless World: The Family Besieged. Lasch, sin duda uno de los más brillantes historiadores marxistas norteamericanos (autor de la muy aclamada obra The Agony of the American Left), hace una defensa abierta de la familia tradicional, esto es la familia "burguesa" comúnmente maldecida por la izquierda, que incluso el miembro más conservador de la jerarquía vaticana encontraría difícil criticar. En sí, la obra de Lasch, Haven in a Heartless World no es realmente un estudio de la familia norteamericana, sino que un estudio del estudio de la familia. Su premisa básica es que la familia norteamericana no está en crisis, sino que de hecho ya está perdida. Deplora y lamenta esta pérdida y concuerda explícitamente con Max Horkheimer en que "la familia burguesa no sólo educa para la autoridad en la sociedad burguesa, sino también cultiva el sueño de una sociedad mejor".2 Lasch sostiene categóricamente que la familia tradicional produce individuos más saludables y mejor adaptados (una afirmación que tendrá que discutir con historiadores de la niñez tales como el 2 Max Horkheimer, "Authority and the Family" (1936) en Critical Theory: Selected Essays, traducido por Matthew J. O'Connell et al (New York: Seabury, 1972), pp. 58 y sig. LA FAMILIA 87 psicohistoriador Lloyd DeMeuse, quien ha tratado de mostrar que la historia de la niñez ha sido una pesadilla). La "integridad de la familia", argumenta Lasch, se ha perdido por el ataque de los profesionales imperialistas. Los cientistas sociales norteamericanos, las legiones de antropólogos, sociólogos, psiquiatras, psicólogos y sus vastagos, en sus consultorios, en la enseñanza y en el trabajo social; en resumen, todos los expertos de nuestro bienestar mental y social, han "expropiado" a la familia tradicional. Estos" "guardianes de la salud y bienestar público" han llevado inconscientemente a la familia norteamericana a una posición de impotencia, despojándola en último término de sus funciones más vitales para el bienestar individual y social. Durante el último siglo, de acuerdo con Lasch, Estados Unidos ha ido cayendo bajo el embrujo de la terapéutica. La autoridad de la familia ha declinado bajo el ataque concertado de expertos, reformadores psiquiátricos y relativistas culturales, "los defensores de los compromisos que no obligan", quienes, trágicamente, entendieron mal los componentes más básicos de la socialización. Este triunfo de la terapéutica fue facilitado aún más por la rendición de los guardianes tradicionales de la moralidad, los clérigos y las iglesias.

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