La Psicopatologia En El Mundo
dihello553 de Noviembre de 2013
12.550 Palabras (51 Páginas)324 Visitas
La Psicopatología en el Mundo
El Informe sobre la salud en el mundo 2001 se publica en un periodo significativo del avance de la neurociencia. Ésta es la rama de la ciencia que estudia la anatomía, la sociología, la bioquímica y la biología molecular del sistema nervioso, especialmente en lo relativo al comportamiento y el aprendizaje.
A medida que la revolución molecular avanza, instrumentos como la neuroimaginología y la neurofisiología están permitiendo a los investigadores ver el cerebro humano vivo sintiendo y pensando. Utilizadas en combinación con la neurociencia cognitiva, las técnicas imaginológicas ofrecen cada vez más posibilidades de identificar las regiones especificativas del cerebro que se utilizan para distintos aspectos del pensamiento y las emociones.
Las neuronas con responsables de la emisión y la recepción de impulsos nerviosos o señales. La neuroglía aporta a las neuronas nutrientes, protección y soporte estructural. Más de 100 sustancias químicas, denominadas neurotransmisores, transitan a través de estas sinapsis. En conjunto, el cerebro aloja más de 100 billones de sinapsis.
Los circuitos, constituidos por cientos o miles de neuronas, dan origen a procesos mentales y conductuales complejos.
Los futuros avances nos permitirán conocer con mayor detalle la relación entre el cerebro y las funciones mentales y conductuales complejas; esto se unirá a los estudios neuropsicológicos y electrofisiológicos, lo que ofrecerá imágenes dinámicas en tiempo real del sistema nervioso en funcionamiento; otros avances se basarán en los progresos de la genética y en los descubrimientos realizados en torno al genoma humano; también se ha avanzado en la manera en que influye el funcionamiento de la mente en la salud física de las personas. Se considera que en la mayoría de las enfermedades mentales y orgánicas influye una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales (OMS, 2001).
La medicina conductual es una extensa área interdisciplinar que integra los conocimientos de las ciencias conductuales, psicosociales y biomédicas de interés para comprender la salud y la enfermedad. Entre 1980 y 2000, la medicina conductual ha hecho acopio de datos que demuestran la íntima conexión existente entre la salud mental y la salud física. Las investigaciones han demostrado, por ejemplo, que las mujeres con cáncer de mama avanzado que participan en una terapia grupal de apoyo viven significativamente más que las que no intervienen en este tipo de actividad (Spiegel et al., 1989), que la depresión predice la incidencia de cardiopatía (Fe Ferket et al., 2000), y que la aceptación realista de la propia muerte se asocia a un menor tiempo de supervivencia entre los afectados por el SIDA (Redd et al., 1994).
¿Cómo se influyen mutuamente las funciones mentales y las orgánicas? Las investigaciones han señalado dos vías por las cuales la salud mental y la salud física influyen la una en la otra a lo largo del tiempo. La primera vía fundamental discurre directamente a través de los sistemas fisiológicos, como las funciones neuroendocrinas e inmunitarias. La segunda es la vía del comportamiento en materia de salud. Por comportamiento en materia de salud se entiende una gama de actividades tales como comer sensatamente, hacer ejercicio con regularidad, dormir lo suficiente, no fumar, mantener relaciones sexuales seguras, utilizar el cinturón de seguridad en los vehículos y cumplir los tratamientos médicos (Reed, et al., 1994). Desde el punto de vista fisiológico, la ansiedad y la depresión, por ejemplo, ponen en marcha una cadena de alteraciones de las funciones endocrinas e inmunitarias, y aumentan la propensión a diversas enfermedades orgánicas. Así, se sabe que el estrés guarda relación con la aparición del resfriado (Cohen et al., 1991) y retrasa la cicatrización de las heridas (Kielcot-Glaser et al. 1999).
Debido al papel que el comportamiento en materia de salud desempeña en la conformación del estado de salud general, es importante conocer sus determinantes. Las enfermedades no trasmisibles como las cardiopatías y el cáncer, cobran en todo el mundo miles de vidas y miles de individuos con problemas de salud. Muchas de estas enfermedades se vinculan a comportamientos no saludables, como el consumo de alcohol y tabaco, la mala alimentación y la vida sedentaria. El comportamiento en materia de salud es también un determinante fundamental de la propagación de enfermedades transmisibles como el SIDA, a través de prácticas sexuales de riesgo y del uso compartido de jeringuillas. Muchas enfermedades podrían prevenirse mediante comportamientos saludables (OMS, op. cit.).
Se ha comprobado recientemente que los jóvenes con trastornos psiquiátricos, con depresión y toxicomanía, tienen más probabilidades de mantener relaciones sexuales de alto riesgo que los que no los padecen. Por ello corren el riesgo de contraer diversas enfermedades de transmisión sexual, como el SIDA (Ranrakha et al. 2000).
En relación a los trastornos mentales y conductuales se caracterizan en términos generales por alguna combinación de anomalías de los procesos de pensamiento, de las emociones, del comportamiento y de las relaciones con los demás. Como ejemplos cabe citar la esquizofrenia, la depresión, el retraso mental y los trastornos relacionados con el abuso de sustancias (OMS, op.cit.).
Durante años, los científicos han discutido acerca de la importancia relativa de la genética frente al ambiente en la aparición de los trastornos mentales y del comportamiento. Hoy día, las pruebas científicas indican que dichos trastornos son consecuencia de la suma de influencias genéticas y ambientales, esto es, de la interacción de las características biológicas con factores psicológicos y sociales. El cerebro se limita a reflejar el desarrollo determinista de complejos programas genéticos, el comportamiento humano es sólo el resultado de un determinismo ambiental (OMS, op. cit.)
La ciencia moderna está demostrando que la exposición a factores estresantes durante las primeras etapas del desarrollo se asocia a hiperactividad cerebral persistente y a mayores probabilidades de depresión en períodos ulteriores a la vida (IEM et al., 2000).
Queda mucho por aprender sobre las causas específicas de dichos trastornos, pero la nerurociencia, la genética, la psicología, entre otras disciplinas, han desempeñado un importante papel en la estructuración de nuestros conocimientos sobre estas complejas relaciones.
Se ha observado una relación entre diversos trastornos de ese tipo y la existencia de alteraciones de la comunicación neuronal en determinados circuitos. En la esquizofrenia, la anormal maduración de los circuitos neuronales puede causar alteraciones histopatológicas, detectables a escala tanto celular como tisular macroscópica, que den lugar a un procesamiento incorrecto o mal adaptado de la información (Lewis y Lieberman, 2000). Sin embargo, en la depresión es posible que no se produzcan anomalías anatómicas características en este caso, el riesgo de enfermedad puede deberse a cambios de la reactividad de los circuitos neuronales (Berke y Imán, 2000). Éstos, a su vez, pueden ser reflejo de cambios sutiles en la estructura, la ubicación o los niveles de expresión de proteínas esenciales para un funcionamiento normal. Algunas enfermedades psíquicas, como las toxicomanías, pueden considerarse en parte el resultado de una plasticidad sináptica ma ladaptada. En otras palabras, las alteraciones de las conexiones sinápticas inducidas por sustancias psicotrópicas o por la experiencia pueden causar trastornos duraderos de los procesos de pensamiento, las emociones y el comportamiento (OMS, op. cit.).
El progreso de la genética ha discurrido parejo al de la neurociencia. Casi todos los trastornos mentales y del comportamiento se asocian a un importante componente genético de riesgo. Sin embargo, tanto los estudios sobre el modo de transmisión de los trastornos mentales en el seno de familias extensas multigeneracionales, como aquéllos en los que se ha comparado el riesgo de trastornos mentales en gemelos monocigóticos (idénticos) y dicigóticos, permiten concluir que el riesgo de las formas frecuentes de trastornos mentales es complejo desde el punto de vista genético. Los trastornos mentales y del comportamiento se deben fundamentalmente a la interacción de múltiples genes de riesgo y factores ambientales. Es más, es posible que una predisposición genética a desarrollar un determinado trastorno mental o del comportamiento se manifieste únicamente en personas sometidas también a determinados estresores ambientales que desencadenan la manifestación de la enfermedad (OMS, op. cit.).
Los factores psicológicos individuales guardan también relación con la aparición de trastornos mentales y del comportamiento. A lo largo del siglo XX, un hallazgo fundamental ha conformado nuestra concepción actual; la importancia decisiva de las relaciones con los padres y otros cuidadores durante la infancia. Los cuidados afectuosos, atentos y estables permiten a los lactantes y a los niños pequeños desarrollar con normalidad funciones como el lenguaje, el intelecto y el control de las emociones. Ese desarrollo puede verse interferido si el cuidador sufre problemas de salud mental u otras enfermedades, o si fallece. Los niños pueden verse separados de sus cuidadores por la pobreza, la guerra, la migración. A escala más general, también quedan desatendidos cuando no existen servicios sociales. Al margen de las causas concretas, cuando los niños se ven privados de la
...