La casa como metafora del cuerpo
vhirschBiografía6 de Agosto de 2020
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SEGUNDO ENCUENTRO NACIONAL DE PSICOMOTRICISTAS
Año 2008 - Córdoba
Asociación Federal de Psicomotricistas
PRESENTACION DE EXPOSICIONES LIBRES
RESUMEN
Este escrito aborda dos temas importantes en la Práctica Psicomotriz: la construcción corporal subjetiva y la intervención psicomotriz en el espacio terapéutico.
A partir de dos casos clínicos, se describe y analiza como el niño a través de un abordaje Psicomotor, puede construir su propia corporeidad. Se utiliza el juego de construcción de casas como vehículo y metáfora del cuerpo, lugares que simbolizan la historia del placer y el displacer de las experiencias corporales. Este juego, permite expresar, elaborar e integrar todas las dimensiones del sujeto, pilares fundamentales de la construcción corporal-subjetiva.
Es por medio del cuerpo vivido, expresado, actuado que el niño elabora, re-vive lo que le perturba, atormenta y le permite acercarse progresivamente al equilibrio de sus pulsiones, fantasías, etc. Le brinda la posibilidad de ser autor de la construcción de su propio cuerpo. En el juego de construcción de casas no se persigue una interpretación de lo que sucede, ni se busca la causa profunda. Solo se brinda un espacio y materiales adecuados para que el niño pueda hacer, vivenciar, compartir con el otro, en este caso el Psicomotricista, su propia historia.
Las características, modalidades, y posicionamientos del cuerpo del Psicomotricista, serán los que faciliten la dirección del tratamiento, permitiendo que el niño construya su cuerpo en el lugar mismo de la experiencia del cuerpo y realice su propio proceso terapéutico. En la interrelación entre el funcionamiento y la realización que se presenta en la experiencia corporal, el niño se topa con sus dificultades o posibilidades y desborda el campo habitual de imágenes y representaciones. Pudiendo gestionar nuevos modos de sentir, pensar, vivir y habitar su cuerpo.
La casa en construcción…Metáfora del cuerpo
María Corina Fernández. Psicomotricista
Somos felices cuando reconocemos el valor único de los demás y una energía sana e integra fluye por nuestros cuerpos y mentes. Las personas felices son sociables, flexibles, creativas y más capaces de soportar la incomodidad…
Arnaud Maitland
El siguiente escrito se ha elaborado por etapas. Se destaca el valor de la re-formulación, volver a leer y escribir un mismo texto, un mismo libro, no solo amplía su contenido sino que se enriquece a través del tiempo. Además de poder dar cuenta, como la Práctica Psicomotriz se recrea y fundamenta en distintos espacios y lugares.
Las primeras ideas surgen de la práctica misma, durante los años comprendidos entre el 2002 y el 2006 trabajando en el área de Psicomotricidad en el Centro Terapéutico Luden en la ciudad de Barcelona (España), con niños entre 3 y 12 años con diferentes dificultades. El tema de las construcciones y en particular, la construcción de casas habitables, se hace presente. En un primer lugar, llama la atención como surge este juego espontáneamente que se repite sesión tras sesión, por tal motivo se comienza a hacer un registro de las mismas y por otro lado a investigar teóricamente el tema para entender, fundamentar su valor y práctica.
Como dice Daniel Calmes[1] (1997) “la casa es el primer lugar donde habitamos, primer ambiente físico de exploración, después o al mismo tiempo que el cuerpo”. Espacio posible de ordenar en categorías, formas, medidas y de apropiación subjetiva. No se trata sólo de la presencia del cuerpo y del movimiento, sino también del cuerpo proyectado, de la mirada, de la escucha, de la actitud.
La construcción de casas habitables actividad Psicomotriz por excelencia, según José Luís Muniáin[2], “ya que todo se realiza por medio del tono, la postura, el gesto y el movimiento”. Requiere de una constante referencia al cuerpo, porque es en ellas donde el niño va a entrar y salir. Las mismas brindan una valiosa información acerca de la construcción, no solamente con objetos externos al cuerpo, sino del propio esquema e imagen corporal, y al mismo tiempo de la funcionalidad y de la capacidad práxica del niño. Todo el juego de la casa implica primero el aprendizaje y luego la realización de nociones: dentro - fuera, arriba-abajo, etc. La captación de normas, la creatividad adaptativa o asimiladora de la realidad. Se sirve de sus capacidades cognitivas: clasificar, apilar, organizar espacio horizontal o vertical (sin o con espacio interior), paredes, sin o con techo, puertas, ventanas. Conlleva incorporarse al grupo; ocupar en él un lugar al propio deseo, identificarse con las personas que viven en la casa: madre, padre, hermano, bebé, etc. Conocer y respetar las normas, no destruir la casa, rehacerla si se ha destruido, entrar y salir de ella por la puerta, etc.
Las paredes son consideradas por Jamil Abuchaem, como símbolo de la piel, es en realidad el envoltorio más externo del cuerpo y el que marca tajantemente el límite desde donde empieza el cuerpo y donde termina el espacio ambiental. Es la frontera entre lo interno y externo. Se comprende a las paredes, desde la perspectiva del esquema corporal como la proyección de la capa más externa de él.
En ese recorrido de búsqueda de libros o artículos sobre el tema, donde se pretende encontrar respuestas o generar nuevas preguntas, se encuentra el libro del pintor Hundertwasser (Viena 1928) donde se detalla su obra y llama la atención los temas elegidos: “Primera piel la epidermis, segunda piel la ropa, tercera piel la casa del hombre, cuarta piel el entorno social y la identidad y quinta piel el entorno mundial, ecología y humanidad”.
Pero para entender la teoría, nada mejor que observar la Práctica, por tal motivo compartiré con ustedes la historia de un niño de 4 años. Sus padres llegan al Centro Luden de Barcelona (Centro de Psicomotricidad coordinado por el Dr. Joaquim Serrabona Mas) para consultar por las dificultades de su hijo menor. Desde el Colegio los habían citado para una entrevista para hablar del comportamiento y les habían comentado las dificultades que presentaba para relacionarse con los niños de su clase, generalmente jugaba solo, rechazaba el contacto con los demás. Además de tener muchas rabietas, se enojaba fácilmente tanto con sus compañeros como con sus maestras. A nivel motriz se mostraba inquieto, impulsivo, descontrolado y por momentos agresivo. Su tono era rígido y sus gestos tensos, no sonreía y le costaba mantener la mirada.
En la entrevista inicial, sus padres cuentan que había nacido sietemesino, que era de origen Mexicano y que sus padres biológicos lo abandonaron cuando nació. Los padres adoptivos de origen Catalán, lo adoptaron cuando tenía 5 meses. Además tenían otro hijo de 6 años, que también adoptado, de origen Ruso. Los padres hablaban del niño enojados por “su comportamiento” , no les hacía caso, lo cual generaba malestar familiar.
Luego de un par de observaciones, se comienza a trabajar en sesiones individuales una vez por semana. Las primeras sesiones fueron muy turbulentas. Llegaba corriendo y necesitaba derribar, destruir. Comenzaba a correr por toda la sala sin sentido, trepando a todo lo que tenía a su alcance. No hablaba, ni dirigía su mirada hacia la psicomotricista, más bien la esquivaba, rechazaba, solo se movía descontroladamente. No aceptaba propuestas ni escuchaba consignas.
Los primeros juegos que surgieron fueron de oposición, de control motriz, equilibrio-desequilibrio, de seguridad profunda los cuales le permitieron comenzar a encauzar su impulsividad motriz. Pero su cuerpo se mostraba aún como una “coraza”, tenso, hablaba poco y casi no reía. Lo simbólico no aparecía, era pura acción más controlada pero pura acción.
Luego de un tiempo de tratamiento, fue entonces cuando propuso jugar a construir casas, con bloques de goma espuma, telas y maderas. Las primeras eran impenetrables, totalmente herméticas, sin puertas ni ventanas además decía que “no quería que quedara ningún espacio sin cubrir, ni que entrara la luz”, realizaba la construcción solo.
A lo largo de la intervención psicomotriz su actitud corporal y gestual fue variando, pasando de la “rigidez” a la “expresión”. A nivel tónico, comenzó a gestarse la fluctuación tónica, momentos de tensión y de distensión. Surgiendo así las actividades simbólicas, dibujos, construcciones, modelados, etc. Su funcionamiento corporal comenzó a modificarse, ya no era pura acción, comenzaba a poder exteriorizar y expresar sus angustias, sus dificultades... la coraza comenzaba a romperse.
Podía anticipar, imaginar y proyectar lo que quería realizar. A nivel motriz se organizaba bien en el espacio además de coordinar sus movimientos con precisión, no pedía ayuda ni tampoco permitía que participara ni que entrara a la casa. Solo dejaba que fuese participe desde la observación. Entonces elegía algún objeto (coche, material de construcción pequeño, muñeco) y comenzaba a jugar solo, encerrado en su casa. Cuando teníamos que terminar, golpeaba su puerta y le avisaba que ya era hora de finalizar la sesión. Él salía y pedía dejar la casa construida, sin desarmar.
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