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Locura Estable


Enviado por   •  1 de Julio de 2014  •  2.749 Palabras (11 Páginas)  •  201 Visitas

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.- EL PADRE

El Dr. Daniel Gottlieb Moritz Schreber, padre del eminente paciente mental, era un hombre poco corriente. Escribió libros sobre anatomía y fisiología humanas, higiene y cultura física. Se dedicó a cultivar el cuerpo á través de la gimnasia: realizaba ejercicios todos los días e instaló en su jardín barras paralelas y horizontales; fundó una sociedad gimnástica, promovió la construcción de un gimnasio para dicha sociedad y logró que las asociaciones estudiantiles obligaran a sus miembros a inscribirse en ella. (Véase Ritter, 1936, páginas 10 y 18.) Añadiendo principios morales a sus preceptos sobre salud física, creó un sistema educacional global para padres y educadores. Según decía, empleaba sus métodos con sus propios hijos. Estaba convencido de que sus ideas, aplicadas por los lectores de sus libros a sus vidas cotidianas y a las de sus hijos, darían como resultado una raza de hombres más fuertes. Dedicó su Kallipädie (1858), del que citaré más adelante, «a la salvación de las futuras generaciones». EL título completo del libro es Educación para la belleza mediante el fomento natural y equilibrado del crecimiento norma del cuerpo, de la salud que es base de la vida, y del ennoblecimiento mental, especialmente mediante el empleo, siempre que sea posible, de medios educacionales especiales: para padres, educadores y maestros.

Durante la década de 1840 el joven doctor hizo planes para la construcción de un sanatorio infantil, pero a pesar de todos sus esfuerzos no consiguió el permiso de las autoridades (Ritter, op. cit. p. 18). A la edad de treinta y seis años fue nombrado director médico de un instituto ortopédico en Leipzig, cargo en el que permaneció hasta su muerte a la edad de cincuenta y tres años. A su muerte, su hijo Daniel Paul, autor de las Memorias, tenía diecinueve años.

Freud, en 1911, año en el que murió el hijo y cincuenta años después de la muerte del padre, dijo sobre éste:

El padre del magistrado Schreber no había sido ningún hombre insignificante... [su] memoria se conservaba incluso hoy en día por numerosas sociedades sajonas que llevan su nombre... Su labor en pro del desarrollo armónico de la juventud, de la colaboración de la educación familiar con la escolar y de la importancia de los cuidados corporales y el ejercicio físico para la conservación de la salud, ejerció gran influencia sobre sus contemporáneos. De su fama como fundador de la gimnasia terapéutica en Alemania testimonia aún la difusión de las numerosas ediciones de su Gimnasia médica (Arztliche Zimmergymnastik) (Obras Completas, vol. II, página 680).

Las sociedades Schreber que Freud menciona son asociaciones dedicadas a la calistenia, la jardinería y las actividades al aire libre; Niederland (1960) dice que en 1958 había en Alemania más de dos millones de miembros. El Dr. Schreber también fue el promotor de los Jardines Schreber, pequeñas parcelas de tierra, situadas en las afueras de las ciudades, pertenecientes a ciudadanos que las cultivan durante los fines de semana; todavía abundan en Alemania y en zonas de Suiza.

Es posible que el Dr. Schreber tuviera una cara para el mundo y otra para aquéllos con los que vivía. Franz Baumeyer (1956), psicoanalista alemán que dirigió un hospital cercano a Dresden entre 1946 y 1949, encontró la siguiente nota entre el historial clínico de la hospitalización del hijo: «Su padre (fundador de los Jardines Schreber en Leipzig) sufría de manifestaciones compulsivas con impulsos asesinos.» Baumeyer cree que la fuente de tal informe fue un miembro de la familia Schreber o una persona allegada a la familia (Niederland, 1960); el padre había muerto treinta años antes de que se redactara la nota.

El Dr. Schreber tuvo dos hijos. Daniel Gustav, el primogénito, tres años mayor que su hermano Daniel Paul, se quitó la vida disparándose un tiro cuando tenía treinta y ocho años (Niederland, 1963). La hermana menor de Daniel Gustav dijo que éste había padecido una «psicosis progresiva» y que un doctor había considerado la posibilidad de ingresarlo en un hospital (Baumeyer, 1956); una nota necrológica publicada en un periódico decía que había sido un melancólico (Niederland, 1963). El sobrino de Daniel Gustav, hijo de su hermana mayor, Ana, le dijo a Baumeyer (1956) que Daniel Gustav había «comenzado estudiando derecho y terminó estudiando química»; tal afirmación parece estar en desacuerdo con la nota necrológica que cita Niederland, según la cual Daniel Gustav fue juez.

Se sabe poco sobre la esposa del Dr. Schreber, sus otros hijos (tres hijas) y su vida familiar. Los archivos del hospital, descubiertos por Baumeyer, califican a una de las hijas de histérica. El mismo sobrino le dijo a Baumeyer que Sidonie, la hermana que iba inmediatamente detrás de Daniel Paul, permaneció soltera y al final «no estaba del todo bien mentalmente»; no sabemos si Sidonie es la hermana «histérica».

Anna describe el papel de la madre en una carta que escribió en 1909, dos años después de su muerte:

Papá discutía todo con nuestra madre, ella tomaba parte en todas sus ideas, planes y proyectos, leía las galeradas junto con él y era su íntima y fiel compañera para todo (Niederland, 1963, p. 203).

De los escritos del Dr. Schreber podemos inferir el tipo de papel desempeñado por su mujer:

Cuando el hombre pueda defender sus opiniones mediante una verdad demostrable, ninguna esposa con sentido común y buena voluntad podrá oponerse a su decisiva voz (D.G.M. Schreber, 1858, p. 32 n.).

Si se quiere que prospere un plan pedagógico basado en principios, el padre, antes que nadie, debe tomar en sus manos las riendas de la educación... La responsabilidad principal del resultado final de la educación corresponde siempre al padre... (ibíd., p. 32).

Para el Dr. Schreber había un ser supremo: Dios, que es varón. Aconsejaba enseñar a los niños que Dios es «el Padre amante del mundo» (p. 155).

Cito el comentario de Niederland (1963) a la carta de Anna:

Describe ella con algún detalle romo todo estaba gottwiirts gerichtet (orientado hacia Dios) en el hogar de los Schreber, cómo estaba Dios presente en todo momento en su mundo infantil, no sólo en sus oraciones diarias, sino en todo lo que sentían, pensaban o hacían. Termina la carta con estas palabras: «Todo esto se acabó con la súbita muerte de nuestro amado padre...» (p. 205).

En su opinión, y en su opinión acerca de las opiniones de los demás

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