Los Medios Y Efectos
cintiac30 de Septiembre de 2013
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Comunicación y Teorías - Cátedra II
Módulo 2 Información vs. Comunicación
[ BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA ]
MAX HORKHEIMER Y THEODOR ADORNO 'LDOpFWLFDGHO,OXPLQLVPR
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Cuando hace dos años iniciamos el trabajo
cuyas primeras pruebas dedicamos ahora a Friedrich
Pollock, esperábamos poder terminar y presentar la
totalidad en ocasión de su quincuagésimo
aniversario. Pero cuanto más adelantábamos en la
empresa más nos dábamos cuenta de la
desproporción entre ella y nuestras fuerzas. Lo que
nos habíamos propuesto era nada menos que
comprender por qué la humanidad, en lugar de
entrar en un estado verdaderamente humano,
desembocó en un nuevo género de barbarie.
Habíamos subestimado las dificultades del tema,
porque teníamos aun demasiada fe en la conciencia
actual. A pesar de haber observado desde hacía
muchos años que en la actividad científica moderna
las grandes invenciones se pagan con una creciente
decadencia de la cultura teórica, creíamos poder
guiarnos por el modelo de la organización
científica, en el sentido de que nuestra contribución
se limitase esencialmente a la crítica o a la
continuación de doctrinas particulares. Hubiéramos
debido atenernos, por lo menos en el orden
temático, a las disciplinas tradicionales: sociología,
psicología y gnoseología.
Los fragmentos recogidos en este volumen
demuestran que hemos debido renunciar a aquella
fe. Si el examen y el estudio atento de la tradición
científica constituye un momento indispensable
para el conocimiento -en especial allí donde los
depuradores positivistas la abandonan al olvido
como cosa inútil-, por otro lado, en la fase actual de
la civilización burguesa ha entrado en crisis no sólo
la organización sino el sentido mismo de la ciencia.
Lo que los fascistas hipócritamente elogian y lo que
los dóciles expertos en humanidad ingenuamente
cumplen, la autodestrucción incesante del
iluminismo, obliga al pensamiento a prohibirse
hasta el último candor respecto de los hábitos y las
tendencias del espíritu del tiempo. Si la vida pública
ha alcanzado un estadio en el que el pensamiento se
transforma inevitablemente en mercancía y la
lengua en embellecimiento de ésta, el intento de
desnudar tal depravación debe negarse a obedecer
las exigencias lingüísticas y teóricas actuales antes
de que sus consecuencias históricas universales lo
tornen por completo imposible.
Si los obstáculos fueran solamente aquellos que
derivan de la instrumentalización inconsciente de la
ciencia, el análisis de los problemas sociales podría
vincularse con las tendencias que están en oposición
a la ciencia oficial. Pero también éstas han sido
embestidas por el proceso global de la producción y
no han cambiado menos que la ideología contra la
cual se dirigían. Les aconteció lo que siempre le
acontece al pensamiento victorioso, el cual, apenas
sale voluntariamente de su elemento crítico para
convertirse en instrumento al servicio de una
realidad, contribuye sin querer a transformar lo
positivo en algo negativo y funesto. La filosofía,
que en el siglo XVIII, a pesar de la quema de libros
y hombres, inspiraba a la infamia un terror mortal,
bajo Napoleón había pasado ya al partido de ésta.
Incluso la escuela apologética de Comte usurpó la
sucesión de los inflexibles enciclopedistas y tendió
la mano a todo aquello contra lo cual éstos habían
combatido. Las metamorfosis de la crítica en
aprobación no dejan inmune ni siquiera el contenido
teórico, cuya verdad se volatiliza. Por lo demás, hoy
la historia motorizada anticipa incluso estos
desarrollos espirituales, y los exponentes oficiales,
que tienen otras preocupaciones, liquidan la teoría
que los ha ayudado a conquistarse un puesto bajo el
sol aun antes de que ésta haya tenido tiempo de
prostituirse.
En la reflexión crítica sobre su propia culpa el
pensamiento se ve por lo tanto privado no sólo del
uso afirmativo de la terminología científica y
cotidiana sino también de la de la oposición. No se
presenta más una sola expresión que no procure
conspirar con tendencias del pensamiento
dominante, y lo que una lengua destruida no hace
por cuenta propia es sustituido inevitablemente por
los mecanismos sociales. A los censores libremente
mantenidos por las firmas cinematográficas a los
efectos de evitar gastos mayores corresponden
fuerzas análogas en todos los campos. El proceso al
que es sometido un texto literario, si no es ya en la
previsión automática del autor, de todos modos
parte del staff de lectores, revisores, ghost writers,
dentro y fuera de las editoriales, supera en
perfección a toda censura. Tornar completamente
superfluas las funciones de la censura parece ser -no
obstante toda reforma útil- la ambición del sistema
educativo. En su convicción de que, si no se limita
estrictamente a la determinación de los hechos y al
cálculo de probabilidades, el espíritu cognoscitivo
se hallaría demasiado expuesto al charlatanismo y a
la superstición, el sistema educativo prepara el árido
terreno para que acoja ávidamente supersticiones y
charlatanismo. Así como la prohibición ha abierto
siempre camino al producto más nocivo, del mismo
modo la prohibición de la imaginación teórica abre
camino a la locura política. Y en la medida en que
los hombres no han caído aún en su poder, son
privados por los mecanismos de censura -externos o
introyectados en su interior- de los medios
necesarios para resistir.
La aporía ante la que nos encontramos frente a
nuestro trabajo se reveló así como el primer
objetivo de nuestro estudio: la autodestrucción del
iluminismo. No tenemos ninguna duda -y es nuestra
petición de principio- respecto a que la libertad en
la sociedad es inseparable del pensamiento
iluminista. Pero consideramos haber descubierto
con igual claridad que el concepto mismo de tal
pensamiento, no menos que las formas históricas
concretas y las instituciones sociales a las que se
halla estrechamente ligado, implican ya el germen
de la regresión que hoy se verifica por doquier. Si el
iluminismo no acoge en sí la conciencia de este
momento regresivo, firma su propia condena. Si la
reflexión sobre el aspecto destructor del progreso es
dejada a sus enemigos, el pensamiento ciegamente
pragmatizado pierde su carácter de superación y
conservación a la vez, y por lo tanto también su
relación con la verdad. En la misteriosa actitud de
las masas técnicamente educadas para caer bajo
cualquier despotismo, en su tendencia
autodestructora a la paranoia "popular", en todo este
absurdo incomprendido se revela la debilidad de la
comprensión teórica de hoy.
Creemos contribuir con estos fragmentos a
dicha comprensión en la medida en que muestran
que la causa de regresión del iluminismo a la
mitología no debe ser buscada tanto en las
modernas mitologías nacionalistas, paganas, etc.,
elegidas deliberadamente como fines regresivos,
como en el propio iluminismo paralizado por el
miedo a la verdad, entendiendo a ambos conceptos
no sólo en el sentido de la "historia de la cultura"
sino también en sentido real. Así como el
iluminismo expresa el movimiento real de la
sociedad burguesa en general bajo la especie de sus
ideas, encarnadas en personas e instituciones, del
mismo modo la verdad no es sólo la conciencia
racional sino también su configuración en la
realidad. El miedo característico del auténtico hijo
de la civilización moderna de alejarse de los hechos,
que, por lo demás, desde que son percibidos se
hallan ya esquemáticamente preformados por las
costumbres dominantes en la ciencia, en los
negocios y en la política, es idéntico al miedo
respecto a la desviación social. Tales costumbres
determinan incluso el concepto de claridad (en la
lengua y en el pensamiento) al que arte, literatura y
filosofía deberían hoy adecuarse. Este concepto -
que califica de oscuro y complicado, y sobre todo
de extraño al espíritu nacional, al pensamiento que
interviene negativamente en los hechos y en las
formas de pensar dominantes- condena al espíritu a
una ceguera cada vez más profunda. El hecho de
que incluso el reformer más honesto, que
recomienda la renovación de un lenguaje
consumido por el uso, refuerce -al hacer suyo un
aparato categorial prefabricado y la mala filosofía
en que éste se sostiene- el poder de lo que existe,
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