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Los Siete Saberes


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2013  •  1.784 Palabras (8 Páginas)  •  253 Visitas

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Los Siete Saberes Necesarios

Capítulo I

Las Cegueras del Conocimiento: El Error y La Ilusión

La educación debe mostrar que no hay conocimiento que no esté, en algún grado, amenazado por el error y por la ilusión. Existe una relación estrecha entre la inteligencia y la afectividad.

Todo conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión. Error e ilusión coexisten en la mente humana desde la aparición del hombre. Al considerar el pasado, incluyendo el reciente, sentimos que ha sufrido el dominio de innumerables errores e ilusiones.

En general, debemos intentar jugar con el doble embeleso, de las ideas por nuestra mente, la de nuestra mente por las ideas, para lograr formas donde la esclavitud mutua mejoraría la convivencia.

Cuántos sufrimientos y desorientaciones se han causado por los errores y las ilusiones a lo largo de la historia humana y de manera aterradora en el siglo XX.

Igualmente, el problema cognitivo tiene importancia antropológica, política, social e histórica. Si pudiera haber un progreso básico en el siglo XXI sería que, ni los hombres ni las mujeres siguieran siendo juguetes inconscientes de sus ideas y de sus propias mentiras. Es un deber importante de la educación armar a cada uno en el combate vital para la lucidez.

Capítulo II

Los Principios de un Conocimiento Pertinente

El conocimiento de los problemas claves del mundo, de las informaciones claves concernientes al mundo, por aleatorio y difícil que sea, debe ser tratado bajo pena de imperfección cognitiva, más aún cuando el contexto actual de cualquier conocimiento político, económico, antropológico, ecológico... es el mundo mismo.

Para que un conocimiento sea pertinente, la educación deberá entonces evidenciarlo: en el contexto (ubicar la información y los elementos para que adquieran sentido. La palabra necesita del texto que es su propio contexto y el texto necesita del contexto donde se enuncia); en lo global (las relaciones entre todo y partes); en lo multidimensional; en lo complejo (Complexus, significa lo que está tejido junto). En consecuencia, la educación debe promover una «inteligencia general» apta para referirse, de manera multidimensional, a lo complejo, al contexto en una concepción global.

Por todas partes y durante decenas de años, soluciones presuntamente racionales, sugeridas por expertos convencidos de estar obrando en bien de la razón y el progreso, y de no encontrar más que supersticiones en las costumbres y miedos de las poblaciones, han empobrecido enriqueciendo, han destruido creando. Así, el siglo XX ha vivido bajo el reino de una seudo—racionalidad que ha presumido ser la única, pero que ha atrofiado la comprensión, la reflexión y la visión a largo plazo. Su insuficiencia para tratar los problemas más graves ha constituido uno de los problemas más graves para la humanidad.

De allí la paradoja: el siglo XX ha producido progresos gigantescos en todos los campos del conocimiento científico, así como en todos los campos de la técnica; al mismo tiempo, ha producido una nueva ceguera hacia los problemas globales, fundamentales y complejos, y esta ceguera ha generado innumerables errores e ilusiones comenzando por los de los científicos, técnicos y especialistas.

Capítulo III

Enseñar la Condición Humana

La educación del futuro deberá ser una enseñanza primera y universal centrada en la condición humana. Por tanto, éstos deben reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente a todo cuanto es humano.

Conocer lo humano es, principalmente, situarlo en el universo y a la vez separarlo de él. Como ya se dijo, cualquier conocimiento debe contextualizar su objeto para ser pertinente. Interrogar nuestra condición humana, es entonces interrogar primero nuestra situación en el mundo.

Lo Humano permanece cruelmente dividido, fragmentado en pedazos de un rompecabezas que perdió su figura. La complejidad humana se vuelve así invisible y el hombre se desvanece “como una huella en la arena”. Además, el nuevo saber, por no estar religado, tampoco está asimilado ni integrado. Paradójicamente, hay un agravamiento de la ignorancia del todo, mientras que hay una progresión del conocimiento de las partes.

Capitulo IV

Enseñar la Identidad Terrenal

«Por primera vez, el hombre ha comprendido realmente que es un habitante del planeta, y tal vez piensa y actúa de una nueva manera, no sólo como individuo, familia o género, Estado o grupo de Estados, sino también como planetario» Vemadski.

Para poder pensar en pensar sus problemas y los problemas de su tiempo, el hombre del nuevo milenio, debe comprender tanto la condición humana en el mundo, como la condición del mundo humano que a través de la historia moderna se ha vuelto la de la era planetaria.

Hemos entrado en la era planetaria desde el siglo XVI y estamos, desde finales del siglo XX en la fase de la mundialización. Fase actual de la era planetaria, que significa, como lo dijo el geógrafo Jacques Lévy: “El surgimiento de un objeto nuevo: el mundo como tal”. Pero entre más atrapados estamos por el mundo, más difícil nos es atraparlo. El problema planetario es un todo que se alimenta de ingredientes múltiples, conflictivos, de crisis; los engloba, los aventaja y de regreso los alimenta.

Lo que agrava la dificultad de conocer nuestro Mundo, es el modo de pensamiento, que ha atrofiado en nosotros, en vez de desarrollarla, la aptitud de contextualizar y globalizar. Necesitamos, desde ahora, concebir la insostenible complejidad del mundo en el sentido en que hay que considerar tanto la unidad como la diversidad del proceso planetario, sus complementariedades y también sus antagonismos.

Educar para este pensamiento es la finalidad de la educación del futuro que debe trabajar en la era planetaria para la identidad y la conciencia terrenal.

Capítulo V

Enfrentar las Incertidumbres

«Los dioses

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