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MANUAL DE ESQUEMAS MAL ADAPTATIVOS TEMPRANOS


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2013  •  7.486 Palabras (30 Páginas)  •  533 Visitas

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MANUAL DE ESQUEMAS MAL ADAPTATIVOS TEMPRANOS

MODELO INTEGRATIVO: JEFFREY YOUNG

Dr. Edgar Rodríguez V.

NECESIDADES EMOCIONALES BÁSICAS EN LA ESTRUCTURA DE PERSONALIDAD

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QUÉ NECESITA UN NIÑO PARA CRECER

Nuestra infancia no tiene que ser perfecta para que seamos unos adultos razonables bien adaptados. Tal como el Doctor W. Winnicott afirmaba, sólo tiene que ser “suficientemente buena”. Un niño tiene ciertas necesidades primordiales como seguridad básica, relación con los demás, autonomía, autoestima, autoexpresión y límites realistas. Si estas necesidades se satisfacen, el niño crece psicológicamente, pero si hay un déficit grave, aparecen los problemas. Nosotros denominamos a estos déficits con el nombre de trampas vitales.

La seguridad básica y afecto seguro

Un aspecto absolutamente primordial para un bebé es sentirse seguro, ya que se trata de una cuestión de vida o muerte.

El trato que la propia familia da al niño puede provocar experiencias que afectan a la seguridad básica. La amenaza del abandono o de privación emocional proviene de las personas que son más íntimas, de aquellas que se supone que nos quieren, cuidan y protegen.

Un niño necesita la seguridad de un ambiente familiar estable, un hogar seguro donde los padres estén presentes de manera previsible, tanto física como emocionalmente. Nadie es despreciado, las discusiones se establecen dentro de los límites razonables y nadie muere o deja al niño solo durante mucho tiempo.

Un niño que se siente seguro puede relajarse y confiar. La seguridad es un sentimiento esencial que más allá de cualquier influencia externa. Sin este sentimiento, pocas cosas son posibles, ya que no podemos continuar con otros aspectos relativos a nuestro desarrollo personal. Se dedica tanta energía a las preocupaciones relativas a la seguridad que queda muy poca para emprender otras tareas.

Autonomía: el funcionamiento independiente

La autonomía es la habilidad de separarnos de nuestros padres y de funcionar con independencia en el mundo, tal como hacen las personas de nuestra edad. Es la capacidad de comportarse como un individuo con una identidad propia, de dejar nuestra casa y de tener una vida con nuestros objetivos e instrucciones, sin depender del soporte o dirección de nuestros padres.

Si creciste en una familia que fomentaba la autonomía, tus padres te mostraron las habilidades para ser autosuficiente, te estimularon a aceptar las responsabilidades y te enseñaron a realizar juicios correctos.

Te alentaron a aventurarte en la vida y en la interacción con tus compañeros. Más que sobreprotegerte, te mostraron que el mundo es seguro y la manera de resguardarte en él.

El hecho de sentirse lo suficientemente seguro para aventurarse en el mundo es uno de los aspectos de la autonomía.

Sentirse lo suficiente seguro para aventurarse en el mundo, ser competente y adquirir un concepto de quién somos son los componentes de la autonomía.

Las relaciones con los demás y expresión de nuestras emociones

Para desarrollar la capacidad de relacionarnos, necesitamos amor, atención, empatía, respeto, cariño, comprensión y una guía para seguir. Requerimos estos elementos tanto de nuestra familia como de nuestros amigos y compañeros.

Hay 2 maneras de relacionarse con los demás. La primera implica intimidad y se suele establecer con la familia, con la pareja y los buenos amigos, que son nuestros vínculos emocionales más cercanos. En las relaciones más íntimas, sentimos este tipo de unión que ya establecimos con nuestra madre o padre. La segunda manera incluye nuestras relaciones sociales. Se trata de un sentimiento de pertenencia, de encajar en la sociedad. Este tipo de relaciones se establece en círculos de amigos o en la comunidad.

La autoexpresión, espontaneidad y juego

La autoexpresión es la libertad de expresar nuestras necesidades, sentimientos e inclinaciones naturales. Implica la creencia de que nuestras necesidades cuentan como las de las otras personas y que somos libres de actuar espontáneamente sin una inhibición desmesurada. Asimismo, las personas que se autoexpresan se conceden tiempo para divertirse y jugar, en vez de dedicarse a trabajar y competir sin parar.

Si el ambiente de la infancia favorece la autoexpresión, se nos estimula a descubrir nuestros intereses y preferencias naturales. Esto significa que nuestras necesidades y deseos se tienen en cuenta a la hora de tomar decisiones y que se nos permite expresar emociones, como la tristeza y la ira, con tal de que no dañen seriamente a los demás. Si nos dejan estar juguetones y desinhibidos, se nos alienta a mantener el equilibrio entre el juego y el trabajo. Éstos son los valores razonables.

Hay 3 signos de que la autoexpresión está restringida. El primero es que te acomodas demasiado a otras personas. Siempre intentas agradar a todo el mundo y eres humilde, casi como un mártir. No pareces interesado en tus propias necesidades y no soportas que nadie sufra, sacrificas tus propios deseos para ayudarles. Puedes hacer tanto por las personas que incluso te sientes culpable de estar contigo. Cuando todo lo que das no es apreciado, es posible que sientas debilidad, pasividad o resentimiento. Estás a merced de las necesidades de las otras personas.

Un segundo signo es que estás demasiado inhibido y controlado. Puedes ser un trabajador compulsivo, cuya vida gire alrededor de la profesión u otras tareas. Quizás te esfuerzas para tener una apariencia perfecta, para hacer las cosas correctamente o para mantenerlo todo ordenado y limpio.

El último signo de que la autoexpresión está restringida es la ira no expresada. El resentimiento crónico puede estar a flor de piel y seguir de forma inesperada, casi sin control. Quizás te sientes deprimido,

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