Neurociencias II Ensayo Corto: relación entre el sueño y la ansiedad

César Araujo C.I: 28.267.931

Neurociencias II

Ensayo Corto: relación entre el sueño y la ansiedad

Varios estudios han demostrado especial interés entre los trastornos del sueño y la salud fisiológica y psicológica del individuo; particularmente se suele mostrar interés en la depresión y la ansiedad. En el caso de la ansiedad se han obtenido resultados, principalmente, evaluando la duración del sueño y no su calidad, y los resultados de estos en ocasiones incluso siendo contradictorios (Miró, Martínez y Arriaza; 2006).

En un estudio de Jorge Loria (2010) se estudió la ansiedad y su relación con patrones y calidad de sueño en doctores de una residencia médica y con distintas variables tales como el sexo y la edad del médico profesional. Se encontró que personas con patrones de sueño intermedio (de 7 a 8 horas) presentaban niveles de ansiedad, estos eran más que los que tenían un sueño corto y ansiedad; en el caso de la calidad de sueño, la mayoría de personas con ansiedad presentaban también mala calidad de sueño, mientras que en mucho menor medida se presentaban casos de patrones largos de sueño y ansiedad. Lo curioso de la población de la cual fue sacada la muestra es que esta suelen transitar periodos largos sin dormir, pues tienen turnos de guardia en los que se les priva de sueño, teniendo esto un impacto en su salud. Además, otra variable estudiada fue el consumo de sustancias, véase alcohol, café, tabaquismo, etc. Los resultados de este estudio indicaron niveles altos de ansiedad en presencia de mala calidad y poco sueño; a su vez, el consumo de café y otras sustancias no favorecía a la salud mental.

Es lógico creer que la ansiedad altere el sueño, pues tiene gran relación con la depresión, la cual es una variable que demuestra afectar a la calidad de sueño (Fernandez-Castillo, 2009) y el estado de ansiedad, al ser de tanta activación, resulte en complicaciones para la conciliación del sueño, y que por esto sea fácil pensar y querer encontrar explicaciones allí. En los estudios citados en este ensayo, efectivamente se encontraron problemas de sueño correlacionados con ansiedad; particularmente también se ha visto el sueño estudiado con la variable agresividad, la cual parece tener una correlación significativa con el sueño (especialmente comparando grupos de altos y bajos niveles de agresividad); esta, a su vez, altos niveles de agresividad se correlacionaron con altos niveles de ansiedad. Vale aportar que se sugiere estudiarse en distintos contextos, pues puede ser desde una práctica profesional y rutina de trabajo (Loria, 2010); hasta estudiantes que van a presentar una evaluación de alta importancia.

Lo lógico sería creer que reducir la ansiedad sea una buena manera de mejorar la calidad del sueño; y aunque esto sea coherente, no significa que sea una solución realmente práctica o genuinamente efectiva. Algunas técnicas para mejorar el sueño nocturno es fomentar el hábito de un buen patrón de sueño; pues una vez el cuerpo se adapta y se cumplen los ciclos correctos de sueño, poco a poco se va haciendo más efectivo. Para mejorar los hábitos de sueño, algunas recomendaciones son limitar el uso de aparatos electrónicos (pues estos producen una luz azul que no ayuda a la producción de melatonina, que provoca el sueño); así mismo, dormir en un cuarto con buena oscuridad, permitir el buen descanso y relajo antes de dormir y reducir el consumo de sustancias como el café o evitar prácticas como el trasnocho (adaptando los horarios y responsabilidades de modo que estos no interrumpan al descanso).

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