Niñez, adolescencia, adultez y vejez.
guadalugzResumen17 de Septiembre de 2016
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Naturalización de los conocimientos
La realidad es una construcción que se produce a partir de significados compartidos por los miembros de una sociedad. En un colectivo social hay varias construcciones alrededor de una idea. A partir de ellas se instalan maneras de pensar, actuar, sentir. Pero este proceso de construcción y esta característica histórica de la realidad suele perderse en la dinámica social. La institucionalización a la que estos conocimientos son sometidos los transforma en algo natural, propios de la naturaleza humana perdiendo así su carácter cultural e histórico. Esto hace que puedan convertirse en base de muchos prejuicios que impiden tener una mirada más amplia y aceptar modificaciones de acuerdo a los cambios históricos.
Para denominar a las construcciones sociales la psicología social se reserva el nombre de representaciones sociales. Estas representaciones son elaboraciones del sentido común, que permiten interpretar la experiencia cotidiana, orientar la conducta de un grupo social y producir la construcción de una realidad. Según Jodelet es una forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido que posee un alcance practico y concurre a la construcción de una realidad común a un conjunto social.
Infancia
Cada sociedad construye una serie de conocimientos y practicas referidos a la crianza y cuidado de los niños. Además estas prácticas van a dar pautas de lo que esta sociedad entiende por ser un niño. Estos conocimientos y acciones se reúnen en una construcción social a la que llamamos infancia. La representación social de la infancia interviene desde un principio en el cuidado y protección de los niños. El recién nacido no puede valerse por sí mismo y sin la presencia de otro que lo provea de lo necesario, su vida correría peligro. La indefensión del recién nacido hace que la presencia del otro sea indispensable. Estos cuidados se realizan a partir de pautas culturales e históricas.
El niño es producto de un proceso de subjetivación (tiempo de niñez) en el cual interviene una representación social denominada infancia. Esto explica por qué los niños varían de acuerdo a la época y a la cultura, porque ser un niño dependerá de lo que cada sociedad entienda como tal.
Los niños y el jugar:
Uno inevitablemente asocia al niño con el juego, se puede decir que el niño es un ser que juega. Pero... ¿Qué es el juego? Elementos que nos dan la pauta de una verdadera actividad lúdica:
- La existencia de una palabra creadora de un juguete, de una metáfora. Se trata de un juguete construido por el niño, una lapicera que se transforma en una nave espacial. Es una metáfora que puesta a trabajar da vida y función a un objeto en una nueva dimensión.
- Además de la fabricación del juguete se construye la escena “el como si”. se trata de una función que establece otro orden, precisamente el orden del juego.
- La repetición como otro valor de la escena de juego, insistencia en las temáticas en las cuales se recurre con insistencia para reelaborar una y otra vez la misma temática.
Las representaciones sociales cambian con las historia y por lo tanto cambian sus efectos. Aries concluye que lo predominante de la Edad Media, con respecto a los niños, era una visión adultiforme. La infancia era un pasaje sin importancia, no existían mayores distingos entre el mundo infantil y el adulto; y una vez alcanzada por el niño cierta movilidad y habilidad era incorporado al mundo del trabajo y de las diversiones de los adultos. El niño era visto como una forma inmadura del adulto.
No había escuela ni se pensaba en un tiempo infantil ligado a la formación y educación de los mismos. No existían cuidados especiales en la etapa temprana de dependencia, solo había una mirada de curiosidad y sorpresa hacia estas miniaturas, que Aries denomina Minotage.
Por otro lado, el alto porcentaje de mortalidad infantil por la falta de cuidados refuerza la idea de inexistencia de un sentimiento especial sobre la infancia.
Todos los autores coinciden en situar a la modernidad como la etapa actual en la que se va a configurar un sentimiento especial de infancia. Situamos el inicio de la modernidad en el siglo XVII y caracterizado, a grandes rasgos, por la expansión del capitalismo y el desarrollo industrial.
Se produce un cambio fundamental en la mirada sobre los niños. El niño moderno es un ser inocente, frágil e indefenso que por lo tanto debe ser protegido. Por eso se lo cuida y se lo educa. Surgirá la escuela y a través de ella la educación del ciudadano y por lo tanto la institución de un nuevo tiempo para los niños. Este tiempo definido por la nueva constitución de la infancia ubicara a los niños en un periodo de formación y generara la idea de futuro.
El niño es concebido como una promesa de ser y esto configura su educación y el consiguiente disciplinamiento para corregirlo y formarlo bien para el futuro. El niño moderno era un niño disciplinado y dócil que aceptaba ese ideal potencial y aprendía de acuerdo con los moldes establecidos.
Una de las actividades más importantes de la modernidad fue educar y cuidar a los niños ya que en ellos se depositaba el ideal de progreso y futuro. La infancia se constituyó en una especie de moratoria social, en un tiempo de preparación y espera.
Factores como, el acelerado cambio científico tecnológico acompañado por un proceso de mundialización cultural se le suma el desarrollo de una sociedad de consumo, tuvieron un fuerte impacto sobre la idea moderna de infancia. A estas características mundiales se le suma una nueva configuración de la estructura social en Latinoamérica. El pasaje de un modelo de sociedad integrada a otro caracterizado por la desigualdad y la falta de trabajo produjo serios efectos sobre la población infantil. Se dio una fragmentación del mundo infantil; ya la infancia y el tiempo de la niñez, no será transitada de la misma manera por todos los niños del país y hasta se puede decir que algunos verán negado este tránsito.
A partir de esto se generaron nuevas figuras infantiles, se expandieron otras que ya existían y se generaron nuevas problemáticas alrededor de la figura del niño.
En el siglo XX llamado el siglo del niño, se producen grandes desarrollos teóricos que amplían el campo de conocimientos sobre la niñez. Los aportes de Freud y Piaget hacen que los niños cobren una nueva visibilidad. A estos grandes desarrollos teóricos se le suma la Declaración Universal de los Derechos del Niño y del Adolescente.
A pesar de esto, el siglo XX fue escenario de verdaderas tragedias infantiles: guerras, hambrunas y enfermedades han hecho y hacen imposible el tránsito por la experiencia infantil.
En nuestro país el proceso de empobrecimiento provoco que la población infantil experimentara un deterioro económico respecto a la generación de sus padres, lo que provoco desmejoras en sus condiciones de salud, educación y nutrición. La mayoría de los niños ven dificultado el tránsito por el tiempo infantil, para otros es imposible de realizar. Surgen diferentes formas de transitar la infancia: niños cartoneros, niños trabajando en la calle, cuidando autos.
En definitiva el trabajo infantil cuestiona directamente la idea de moratoria social.
Los medios de comunicación cumplen un rol muy importante en la transmisión de valores de consumo. Los niños de clase media-alta se convierten en sujetos de consumo y en paralelo a ellos, están los niños pobres. Así el mundo de la infancia pierde homogeneidad, la población infantil se encuentra fragmentada, marcada por enormes diferencias económicas, sociales y culturales.
Infancia hiperrealizada:
Una infancia hiperrealizada se trata de niños conectados 24 horas al día a los diversos dispositivos al que tienen acceso: smartphones, tablets, smartTV, consolas de videojuegos. Niños digitales a los cuales les es imposible imaginarse un mundo en que la información, y el mundo mismo no estén al alcance de su mano a través de Internet. Niños que viven en la más absoluta inmediatez, en la realización inmediata del deseo. Niños que son maestros de sus padres, de sus maestros. Niños que parecerían no necesitar más la protección del adulto o no generan demasiada necesidad de protección por parte de los adultos.
Antes, la infancia solo era la paciente espera a la adultez, pero en la actualidad, nuestros niños no esperan; desde edades cada vez más tempranas nos demuestran que ya están realizados como tales. Aprenden el dominio del control remoto, del DVD, de la tablet sin necesidad de un manual de instrucciones, sin un adulto que los guíe. Simplemente interactúan con aquello que buscan. Y es en esta interacción con las nuevas tecnologías que han desarrollado códigos propios.
La infancia desrealizada:
Es la infancia de la calle. Es la infancia que desde edades tempranas trabaja, que vive en la calle, que no está al resguardo del adulto que ha encontrado suficientes herramientas para ser independientes, autónomos. Son aquellos chicos que vemos por la noche intentando subsistir, quienes pudieron reconstruir una serie de códigos que les brindan cierta autonomía económica y cultural y les permiten realizarse, mejor dicho desrealizarse como infancia. Son niños que nos cuesta definir como tales, ya que no nos despiertan aquellos sentimientos de protección y de ternura que debieran despertarnos. Son niños que no están infantilizados. Son niños que trabajan, que piden en las calles, que viajan de un lado a otro en búsqueda de algún refugio dónde dormir. Son niños con recursos necesarios para no depender de un adulto, y adultos que no ven la necesidad de protegerlos. Buscan sus propios alimentos, no rinden cuentas a nadie y adquieren sus propias categorías morales de la calle. Esta es la infancia que no queremos reconocer.
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