ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

PSICOLOGIA

13 de Julio de 2015

5.085 Palabras (21 Páginas)157 Visitas

Página 1 de 21

DE LA PERSPECTIVA DE CARLOS ALBERTO SEGUIN RENATO D. ALARCÓN RESUMEN. Se examina críticamente uno de los trabajos seminales de Carlos Alberto Seguín, publicado en 1974, en torno a Psiquiatría Folklórica y áreas vinculadas. Se pasa revista a sus definiciones y al significado que él adscribió a conceptos tales como folklore, etnopsiquiatría y psiquiatría cultural y a la descripción de practicantes de estos enfoques “no tradicionales” o “no occidentales” tales como curanderos, medicine-men, shamanes y charlatanes. Los aciertos así como los errores, posibles contradicciones, extensión y limitaciones de la perspectiva seguiniana son analizados en el contexto de la psiquiatría contemporánea. Seguín dedicó buena parte de su extraordinaria carrera al estudio de estos aspectos y se erigió en pionero de una consideración justiciera del papel de la psiquiatría folklórica dentro de la psiquiatría en su conjunto. Su crítica a la psiquiatría académica puede parecer injusta pero, en todo caso, sus planteamientos merecen enfoques objetivos y sólidos en el terreno teórico y en la práctica clínica y terapéutica. 8 Md, mph. Profesor de Psiquiatría, Mayo Clinic College of Medicine; Director Médico, Mayo Psychiatry and Psychology Tratment Center y Mood Disorder Unit; Editor, Revista Latinoamericana de Psiquiatría la persona que provee atención y cuidados; el papel de familias, grupos y comunidades, y aún las características de las diferentes estructuras neuroy psico-biológicas sobre las que se asienta, en última instancia, el resultado de la acción profesional o terapéutica obedecen a factores a veces radicalmente diferentes en diferentes sociedades, regiones o países a lo largo del mundo. Este contexto hace la tarea del psiquiatra y de todo profesional de la salud mental más dificil y complicada, pero también más fascinante y atractiva. La exploración de estas diferencias sirve, por supuesto, a un manejo más efectivo de los problemas de la salud mental en cualquier grupo humano; pero también representa la búsqueda de una identidad de la disciplina psiquiátrica en el territorio geográfico y socio-cultural en el que se la practica. Probablemente en ninguna región del mundo esta búsqueda ha sido más intensa que en América Latina, intensidad que se explica por una multitud de razones. Los más caracterizados psiquiatras del continente han dedicado buena parte de su producción académica, intelectual y profesional a deslindar las características sustantivas de su quehacer, las notas distintivas de lo que significa hacer y practicar psiquiatría en esta región del mundo. Y Carlos Alberto Seguín, uno de los más connotados psiquiatras latinoamericanos, es tal vez el que más se adentró en la exploración de la singularidad cultural de los habitantes –pacientes y curadores— del continente, de sus sufrimientos emocionales y de sus prácticas terapéuticas, en un esfuerzo tenaz y noble por adentrarse también en las raíces de la identidad de nuestra psiquiatría. Fue precisamente Seguín el que articuló hace casi treinta años lo que hasta entonces se sabía en el área que él llamó “psiquiatría folklórica” a nivel latinoamericano. Un extenso artículo, titulado “Introducción a la Psiquiatría Folklórica” en el número con que Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina celebró en 1974 su vigésimo aniversario, puede ser considerado como la clarinada formal de este ejercicio epistemológico con que Seguín intentó inaugurar muy probablemente un diálogo destinado tanto a la perfección conceptual de la sub-disciplina, como a la delineación de la identidad de la psiquiatría latinoamericana. A la vuelta de más de tres décadas, parece relevante examinar la perspectiva seguiniana en lo que tiene de desafío intelectual, de cuerpo de doctrina y de agenda de investigación. Este examen crítico se construye sobre la base de las cardinales contribuciones de Carlos Alberto Seguín, reconoce la época en que se generaron y vertieron los temas esenciales del trabajo original, aclara conceptos y tendencias a la luz de avances heurísticos e ideas nuevas en el campo y plantea los parámetros esenciales de la actividad futura de la psiquiatría del continente en el área cultural. Elementos conceptuales básicos Ciencias del espíritu y Ciencias de la naturaleza. Recurriendo a Dilthey, Seguín describe a las “ciencias del espíritu” como aquéllas que permiten una captación “directa e inmediata” de los hechos, a diferencia de las “ciencias naturales” que los estudian “valiéndose de procesos conceptuales intermediarios”. Desde esta perspectiva, sitúa a la psicología (la que Dilthey llama “comprensiva”) entre las primeras, porque intenta tratar al hombre “no solamente en su realidad presente, sino en su perspectiva histórica y su totalidad vivencial”. Valga la pena anotar, sin embargo, que en párrafos anteriores a esta digresión, Seguín señaló categóricamente (y creo que correctamente) que la psiquiatría “no es una ciencia sino un intento de aplicación del saber científico a una realidad determinada”. Ciencias nomotéticas y ciencias ideográficas. Esta distinción se basa en el enfoque que Windelband asignó a ciencias “que pretenden la búsqueda de leyes, tratando de hallar lo general en los casos particulares” (nomotéticas) y a las que encuadran los hechos “valorándolos en lo que tienen de particular e insustituible” (ideográficas). Seguín se aparta aquí de su dictum precedente (“la psiquiatría RENATO D. ALARCÓN, MD, MPH. PROFESOR DE PSIQUIATRÍA, MAYO CLINIC COLLEGE OF MEDICINE; DIRECTOR MÉDICO, MAYO PSYCHIATRY AND PSYCHOLOGY TRATMENT CENTER Y MOOD DISORDER UNIT; EDITOR, REVISTA LATINOAMERICANA DE PSIQUIATRÍA 9 Prof. Carlos A. Seguín no es una ciencia”) al pasar a discutir si la psiquiatría es ciencia nomotética o ideográfica. Arguye que tiene algo de ambas pero se manifiesta decididamentre en favor de llamarla ideográfica y la incluye en el grupo que denomina “ciencias de la conducta”, definición que no solamente confirma (y confunde) a la psiquiatría como “ciencia” sino que la vincula con disciplinas que hoy en día tienen una connotacion sumamente diferente a la postulada por Seguín. Esta imprecisión se hace más evidente cuando en secciones subsecuentes, Seguín incluye también a la antropología cultural y a otras de las llamadas ciencias sociales dentro del grupo de “ciencias de la conducta” a las que en otro momento parece llamar también “ciencias del hombre”. Folklore. Seguín estudia la etimología de este término y enfatiza el caracter sociológico del componente folk o “pueblo”; usa esta coyuntura para reafirmar que la palabra entraña fundamentalmente “una capa de la sociedad con características particulares…(y)…un contenido cultural diferente: el grupo de los que no poseen instrucción, los que tienen “recursos muy limitados”. Lore, por su parte, significa “saber, impartir o recibir conocimiento”, concebido en este caso como “saber tradicional…(y)…fruto colectivo y patrimonio o propiedad de un grupo”, el de los “no eruditos”. En su revisión de las varias definiciones de esta palabra, acuñada por primera vez en 1846, Seguín cita, entre otros, a Imbelloni, Poviña y a la Enciclopedia Británica, criticando a los tres por la implicación de que el saber folklórico (el anglicismo ya cómodamente instalado en el castellano convencional) equivale a la sobrevivencia de las “tradiciones, costumbres y supersticiones de las clases incultas en las naciones civilizadas”. El maestro peruano condena la connotación peyorativa de este aserto y, más aún, la noción de “sobrevivencia” que se asigna a las prácticas folklóricas, resaltando mas bien, con Charléty, su adaptabilidad histórica y su caracter afectivo que funda, acrecienta, excita, fortifica y exalta “el amor a la patria”. Está de acuerdo, sin embargo, con que el término vulgus califica a los “no ilustrados”, implicando una vez más en este rasgo a lo tradicional: puede inferirse ya entonces un aspecto esencial de la perspectiva seguiniana sobre lo que es la psiquiatría folklórica. Psiquiatría transcultural. Descrita práctica-mente como resultado de las investigaciones antropológico-culturales, la psiquiatría transcultural es, para Seguín, fundamentalmente un esfuerzo “por reducir las variantes culturales a cuestiones sin mayor trascendencia” y a explicar las diferencias en torno a la experiencia de entidades clínicas tradicionales como esquizofrenia y depresión en diversas sociedades, como “modificaciones patoplásticas de cuadros patogénicamente iguales”. De hecho, Seguín reduce la psiquiatría transcultural a su componente comparativo y, aunque reconoce el valor de la relatividad cultural como un paso adelante en la comprensión integral de la enfermedad mental en toda latitud, enfatiza las ventajas de la biografía sobre la biología, quizás como anticipación de otra afirmación igualmente reduccionista: “idéntica conducta en diferentes sociedades puede estar basada en mecanismos psicodinámicos distintos”. Por un lado, Seguín critica certeramente el “eurocentrismo descarado” de Wittkower al declarar que la esquizofrenia de pacientes africanos es una “pobre imitación de las formas europeas” pero, por otro, se muestra de acuerdo con el mismo autor cuando éste identifica a poblaciones “prealfabetas” como el único objeto de estudio de la psiquiatría transcultural. Más que cuestionar aspectos esenciales de las definiciones entonces en uso, Seguín las aceptó como nociones inmodificables y criticó únicamente las implicaciones y tergiversaciones anejas a tales nociones. Psiquiatría Folklórica. Seguín define a la psiquiatría folklórica como “el estudio de las ideas, las creencias y las prácticas

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (35 Kb)
Leer 20 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com