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Psicologia social.


Enviado por   •  9 de Marzo de 2017  •  Resúmenes  •  6.839 Palabras (28 Páginas)  •  184 Visitas

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Introducción a la psicología social planteada por Enrique Pichon-Riviere.

Una concepción del grupo, implica, en forma implícita o explícita, una concepción de lo subjetivo, de lo individual. De la misma manera, una concepción del sujeto implica una determinada manera de abordar lo grupal. Porque se trata de una relación dialéctica, reciproca, de interdependencia entre lo intrasubjetivo y lo intersubjetivo, entre el sujeto y su contexto social, vincular, grupal.

La psicología social no es sólo una reflexión sobre los grupos, sino que es una reflexión sobre el sujeto y su comportamiento.

Los procesos psíquicos tienen como condición de producción, de existencia, el interjuego de dos órdenes de fenómenos:

  • Una organización biológica, particularmente el sistema nervioso.
  • Un orden histórico-social, en el que se da la experiencia con otros, se establecen vínculos, relaciones en un contexto significante.

Se define al sujeto como emergente, ya que cada uno es aquí y ahora el punto de llegada, la síntesis de experiencias de relación, de una trayectoria vincular. Y es a la vez, el centro de anudamiento de  muy complejas tramas de vínculos y relaciones sociales. Relaciones, que a su vez determinan a los vínculos.

La subjetividad está determinada histórica y socialmente, en tanto cada individuo emerge y se constituye en procesos interacciónales, en una dialéctica o interjuego entre sujetos. El vínculo y el grupo constituyen unidades de análisis de los procesos de interacción.

El grupo es escenario inmediato. El individuo aislado es una abstracción, el hombre está siempre en situación, en relación de determinación reciproca con su contexto, determinado por sus condiciones concretas de existencia. El hombre es sujeto de la necesidad, la cual solo se satisface en un intercambio con el medio, que está siempre entretejido de relaciones sociales. La interacción, el vínculo, es un proceso motivado, se fundamenta en la necesidad, la cual promueve la acción sobre el mundo externo en busca de la gratificación. La necesidad es el fundamento último de los procesos de comunicación y aprendizaje, que hacen a la esencia de lo vincular, de lo grupal.

La interacción es un proceso motivado, eficaz y produce efectos. El más significativo de ellos es la constitución del mundo interno de ese sujeto, de una dimensión intrasujeto, que con una modalidad particular reconstruye, refleja su experiencia, su mundo externo. Esa reconstrucción no es especular sino interpretativa.

La experiencia de satisfacción se inscribe en el sujeto, dejando una huella del objeto, de la experiencia. A partir de esa huella la experiencia podrá ser evocada al reaparecer la necesidad. En esa experiencia se dan las condiciones del salto cualitativo de la sensación a la representación. Se gestan las condiciones de un pensamiento que se va a construir como acción interiorizada.

Allí no se agota la eficacia de la interacción: la necesidad se metamorfosea, a partir de la experiencia es necesidad de este objeto que la ha satisfecho. La necesidad va adquiriendo una particular intencionalidad, direccionalidad.

La madre se relaciona con su hijo desde su historia y contexto vincular, y también desde la interpretación que socialmente se hace de la maternidad. Esta constelación de significaciones individuales, grupales y sociales determinan formas de cercanía o lejanía de ese vínculo, que son trasmitidas e incorporadas y determinan calidades de objetos internos.

Esta concepción del sujeto como emergente, configuración social del sujeto que se da a partir de una dialéctica entre necesidad y satisfacción, tiene consecuencia a nivel metodológico: el abordaje de ese sujeto en sus condiciones concretas de existencia, en el interior de ese contexto vincular que opera como condición de producción de su comportamiento, donde este reviste una significatividad.

La transferencia es una actualización de deseos inconscientes pertenecientes al pasado del sujeto, sobre ciertas personas del presente. (Freud)

Lo emergente es el hecho de enfermarse. Este hecho es el emergente y desde allí denuncia el carácter patogénico que en ese momento reviste la interacción familiar. .

Es importante tener en cuenta el carácter estructural sistémico del fenómeno para realizar un abordaje dialectico y no dilemático.

La interacción patogénica son aquellas formas de vínculo que obstaculizan la resolución de los conflictos, el aprendizaje, la discriminación, la gratificación, el crecimiento. La reiteración de mensajes contradictorios, los mandatos, secretos familiares, proyecciones masivas, adjudicación y asunción de roles, estilo de liderazgo, son formas de interacción que pueden dar lugar a la emergencia de la enfermedad. La enfermedad de uno de los miembros es síntoma del funcionamiento de la estructura.

Se caracteriza a la enfermedad como emergente (el conflicto), al enfermo como portavoz, y al grupo como unidad de análisis del proceso del enfermarse.

Toda conducta es siempre relacional, por lo tanto es siempre direccional, con un sentido, es respuesta a un código cuyas claves deben ser descifradas.

Es a partir del análisis del grupo familiar, realizado en el momento de la emergencia de la enfermedad, que se puede visualizar al grupo bajo dos aspectos que le son esenciales:

  • Como ámbito interaccional en que se configuran y determinan recíprocamente los sujetos
  • Como instrumento de tarea.

Nadie rompe esa modalidad de interacción hasta la emergencia de la enfermedad, que puede permitir una redistribución de ansiedades o un refuerzo de la focalización en el portavoz.

El portavoz no abandona su rol porque asume por su propia conflictiva, a veces por culpa, o por omnipotencia, o porque su identidad está ten íntimamente ligada a ese rol que no puede tolerar una situación de incertidumbre, de construcción de una identidad nueva a partir de un nuevo rol.

A partir de una intervención psicológica de contención e interpretación se ayuda a los integrantes del grupo a restructurar sus vínculos, a escucharse y poder redefinir sus reciprocas imágenes, logrando un mayor ajuste entre representación y realidad. Se produce un proceso de aprendizaje, y se logra una correcta lectura de la realidad. El grupo es entonces el instrumento de cura. Sus integrantes son protagonistas del proceso terapéutico, son ellos los que van a redistribuir y elaborar ansiedades, que dejan de concentrarse en el portavoz. Este grupo recupera su operatividad, la eficacia de la interacción, se redefine la relación necesidad-satisfacción.

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