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Psicologia

pamodilo19 de Marzo de 2015

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En la actualidad, se ha dado mayor importancia a los manera en que se involucra el poder y el espacio, interpretaciones que llevan a la preocupación por la geopolítica del poder en un mundo globalizado donde no se puede ignorar la importancia del espacio (los bordes, las fronteras, las conexiones, las redes, las fusiones y las fragmentaciones).

Pero antes de iniciar este ensayo es necesario tener en claro, ¿Qué es la geopolítica? “Geopolítica” Geo (territorio, soberanía, geografía) y política tiene que ver con las normas o leyes de un país, es un término muy abstracto para la mayoría de personas, esta situación se debe principalmente a que la geopolítica abarca temas muy extensos y cambiantes.

Por lo que debemos tener en cuenta que la geopolítica no solo estudia las diferentes posiciones que tienen los Estados ante sus políticas exteriores o los métodos para tratar de conquistar determinado territorio, sino que también incluye en su estudio la geografía humana. Por lo que a nuestro parecer la geopolítica es la ciencia que se encarga del análisis de factores que influyen en la política y en el funcionamiento de un área determinada basada en estrategias para su correcta aplicación.

Es claro que en tiempos de diferencias, pluralidad y fragmentación existe una fuerte inclinación a asumir que una tendencia relevante es representativa de la totalidad. Sin embargo, esta época también está marcada por la presencia de un único régimen de verdad “neoliberal”, que busca la universalista de la sociedad. Por lo que la geopolítica es utilizada como una herramienta con la que las grandes potencias han podido mantener y difundir su cultura, y asi también, como sus modelos económicos como por ejemplo la globalización estadounidense con el cual el mundo se rige actualmente.

El nuevo pensamiento moderno está siendo definido por culturas extranjeras anulando una forma de pensamiento propio. El verdadero problema de geopolítica es limitar el pensamiento de otros tipos de fuentes distintas a las establecidas por el poder, y esto provoca que no podamos adecuar nuestras propias necesidades, esto es algo que se puede notar a simple vista en Latino América y para que irnos tan lejos en nuestro país lo vivimos día a día con tan solo ver lo que le llega a pasar a alguien que publica sus pensamientos distinto acerca del gobierno.

Aunque los discursos establecen relaciones de poder, nadie tiene el control absoluto, ni ninguno está del todo desprovisto de éste. Existen personas y grupos que se benefician más que otros del ejercicio del poder y de la promoción de un discurso. Sin embargo, el poder se traslada hacia los eslabones más pequeños e individuales de la sociedad. El hermano que reprime a su hermana por jugar con carritos, en vez de hacerlo con muñecas, es una muestra de los ejercicios de poder a nivel de microestructura.

La geopolítica del saber y del poder divide al mundo entre países que consumen el conocimiento producido por los países que dominan económica y culturalmente la globalización, quienes a su vez reasignan a las instituciones universitarias una función económica para entrenar “recursos humanos” y no profesionales de calidad.

Esto se da porque sin darnos cuenta estamos inmersas en la cotidianidad, pasamos por la vida y somos educados sin darnos cuenta de las distintas relaciones que a nuestro alrededor se entretejen y de las que somos coautores, dado que en ocasiones somos agentes de poder y, en otras, estamos sujetas a él.

Se hacen palpables en la experiencia pedagógica y, para precisar, profesor-alumno, desde los primeros contactos con el saber, partiendo de la época preescolar, pasando por la básica y finalizando con el nivel universitario; ha sido visto, por parte de los alumnos, el profesor como fuente absoluta de saber y, por ende, como portador de poder. Esto obliga a reflexionar acerca del lugar que deseamos ocupar dentro del proceso de formación permanente en el cual estamos insertos.

La formación está estrechamente implicada con el saber pedagógico pero gran parte de las políticas y programas estatales continúan abordando la formación como si fuera principalmente una estrategia al servicio del currículo y no de los alumnos.

De acuerdo con esto, se establece una relación estrecha entre formación y currículo que deja por un lado a los sujetos, los procesos de apropiación de los cambios, la práctica y el saber pedagógico. Esta manera de hacer formación continua se hace visible en los cursos organizados desde el Estado, pero cuya ejecución se delega en universidades.

Lo cual ha provocado que la institución universitaria, en vez de diferenciarse y trabajar con un enfoque crítico, ahora se conozca como el “empleador”. Ya que en muchas de ellas se encargan de trasmitir el conocimiento oficial que de crear un espacio de reflexión y diálogo. Y lo que es más grave, el formador sigue siendo el portador de saber, quien predefine las tareas, contando con innumerables actividades sujetas acompañadas de “formatos” y más formatos llamado currículo.

Por lo que los espacios de formación se transforman en clases donde, en nombre de la calidad, todo está planeado, donde el educador es puesto en situación de recibir pero careciendo de la oportunidad de poner sobre la mesa su experiencia e inventar procesos que ayude a la reflexión y a la critica de lo que sucede en su realidad.

Por lo que es necesario recuperar el significado social y ético de la calidad. La universidad no sólo produce los conocimientos técnicos y científicos necesarios para el desarrollo del país, sino mas bien debe producir saberes necesarios para una construcción democrática, más justa y equitativa; debe producir saberes que no estén condicionados por los códigos del lucro; debe reconstruir su identidad, necesaria para nuestras sociedades que actualmente niegan el valor de la cultura porque no responde a la globalización ni en la bolsa de valores. Si la universidad es considerada un elemento del mercado, no hay espacio para la crítica y respeto, solo para de reproducción de lo que nos da la sociedad de poder.

Por lo que se hace urgente apostar por el respeto de la diversidad, la pluralidad de intereses, la capacidad de comunicarse emocional e intelectualmente con otros, las estrategias alternativas de resolución de problemas, los idiomas, los paradigmas científicos, las metodologías cuantitativas y cualitativas, etcétera. Sobre todo la idea de que tenemos que construir un futuro diferente sin exclusión y apostandoa la inclucsion de las culturas donde las universidades educaquen para la comprensión de la pluralidad y no para el poder.

Las políticas educativas en México no han generado un progreso en la situación educacional que rige en estos momentos, no reflejan un bienestar y una transformación para las necesidades de cada entidad y así a la sociedad en general, por ello el camino que existe entre el sistema educativo y la escuela en particular es muy amplio y no hay una coordinación con lo que se ofrece o debe ofrecer a la sociedad mexicana, por lo tanto la calidad educativa es muy pobre y no se logra una cobertura apropiada al multiculturalismo que existe en este país.

El grado de importancia que el gobierno y la sociedad han asignado a través de la historia a la educación, pierde sentido en la medida que se conocen las graves y paradójicas consecuencias de la política educativa en nuestro país. Programas sectoriales vistosos pero poco eficaces; avances en materia de cobertura educativa y revelación de escandalosas desigualdades; gasto publico considerable y penosos resultados en términos de comprensión lectora y matemática; aumento de la escolaridad e incapacidad para ampliar las posibilidades de vida de los alumnos; creación de nuevas modalidades educativas y bloqueo de aspiraciones sociales; introducción de nuevas tecnologías educativas y ampliación de la brecha entre ricos y pobres; firma de flamantes alianzas políticas e impericia para revertir la situación educativa de los grupos marginados; adopción de modelos educativos y universitarios de frontera, y subestimación del desarrollo educativo de los pueblos indígenas.

El saber y la verdad son árbitros de distintas luchas políticas, esto es, el saber es un recurso que por su naturaleza es objeto de lucha política. Pero el saber no es sólo objeto del poder, es también instrumento de éste. No se trata sólo de que el saber sea voluntad de poder, esto es, envoltorio retórico que esconde sospechosas motivaciones ocultas; es que el saber, el conocer, es ya dominar. No es posible ejercer poder sin haberse apropiado previamente un saber.

Esto nos da a entender que el que llega a generar conocimiento tiene más control de las situaciones a las que se expone, de tal manera que llega a obtener con mayor facilidad el poder y regir sobre las multitudes. Al generar esto en una población el desempeño en diferentes ámbitos como laborales económicos de un país crecen, dando a lugar una estabilidad económica ya que al poseer conocimiento conlleva a tener una mejor calidad de vida.

El crecimiento económico es un fenómeno complejo en el que, mediante la acumulación de más y mejores factores productivos y de su utilización mediante técnicas cada vez más productivas; las economías son capaces de generar una mayor cantidad de bienes y servicios. Se trata además de un proceso dinámico que entraña un cambio continuo en la estructura sectorial. De hecho, este último podría ser considerado como uno de los hechos estilizados del crecimiento.

Un factor importante de crecimiento económico en un país es la educación, porque determina la calidad de vida y genera más oportunidad en diversos

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