Psicosomáticas
tapir11 de Septiembre de 2012
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1º Parcial.
Fisiopatología y enfermedades Psicosomáticas.
La teoría Psicoanalítica de David Liberman. Ficha de la cátedra 2009.
Fisiopatología y enfermedades Psicosomáticas Configuraciones vinculares patógenas conceptualizadas como puntos de fijación.
1° fracaso en el establecimiento de la simbiosis evolutiva normal.
Cristaliza como patología durante el tercer mes de vida, ante la emergencia de las ansiedades melancólicas primarias. El fracaso deriva de la interacción entre madres incapaces de contener, aceptar detectar y poner nombre a las emociones del bebe, con niños muy sensibles que polarizaron muy tempranamente su atención en el estado del objeto. A partir de la emergencia de ansiedades melancólicas, evolutivas, bloquearon las descargas de ansiedades, reemplazando la percepción de las propias necesidades por las necesidades del objeto. Estableciendo una disociación cuerpo / mente precoz.
Hay una inversión de roles, donde la fragilidad esta puesta en el objeto y el yo pasa a ser continente del objeto. Los bebes tienen una hostilidad oral primaria incrementada y baja tolerancia a la angustia, con madres incapaces de metabolizar las identificaciones proyectivas violentas del hijo.
El objeto materno intolerante queda revestido proyectivamente del desamparo e impotencia del self infantil y paso a concebirse como un yo frágil. La madre no puede hacerse cargo de las identificaciones proyectivas del hijo que vehiculizan hostilidad debido a que ella es narcisista.
Estas manifestaciones son bloqueadas, favoreciendo la escisión del self, las identificaciones hostiles que rebotan en el objeto vuelven sobre el órgano que va a enfermar.
Cualidades del vínculo objetal:
• Este fracaso derivo de la patológica interacción de identificaciones proyectivas entre la madre el bebe.
• El déficit inicial derivo en la incapacidad materna para desarrollar funciones intuitivas y empáticas, dirigidas receptivamente al bebe, para explorarlo en lo emocional y representarlo internamente como un individuo particular.
En lugar de un espacio para el hijo real, observamos en estas mamas una relación previa con un objeto interno idealizado. Este objeto interno es un hijo ideal sin necesidades ni emociones desorganizativas equivalente al propio ideal del yo materno. El modelo interno narcisista entro precozmente en contradicción con el bebe real que, como tal, esta expuesto a desorganizarse por ansiedad.
El bebe pasa a ser el continente ilusorio y precario del ideal del yo materno. La madre fracaso en el logro de la función continente especifica de este primer momento evolutivo: recibir las identificaciones proyectivas del bebe y unir los aspectos del self infantil a través de la instrumentación de su propia capacidad simbolizante.
El bebe fracaso en mantener su intento realista de provocar modificaciones en el objeto que le permitieran desarrollar la necesaria fantasía de fusión con el objeto materno.
En un primer momento fueron bebes con buena capacidad de conexión con el objeto, extremadamente sensibles a las identificaciones proyectivas de éste. Pero captaron el rechazo
Materno y los estados de ansiedad expulsiva en respuesta a sus emociones. Por la interacción de “rebote”, el espacio materno virtual adquiere la cualidad de expulsivo, no solo de sus emociones sino de todo su self corporal.
El interior materno es desde nuestra perspectiva, un espacio mental ocupado por un objeto interno narcisista, que no da cabida y expulsa al hijo ideal.
Desde el bebe es una superficie que rebota, impidiendo la entrada, al mismo tiempo que bloquea la manifestación de las ansiedades y aspectos del self infantil, restringiéndolo a mantenerse dentro de rígidas fronteras corporales, a esto se agrega la penetración intrusiva dentro del bebe, que la madre realiza a través de sus desbordes emocionales.
Reiteradamente las emociones del bebe se ven desprovistas de significado, de modo que lo que en algún momento pudo llegar a ser una comunicación significativa con el objeto, se transforma progresivamente en descargas desorganizadas.
La necesidad de contener dentro del self estos estados emocionales que el yo necesitaba arrojar dentro del objeto, le dan un dolor psíquico insostenible. En este punto es donde se insertan, como métodos de salida, los mecanismos defensivos en los que se asientan las patologías del psicosomático (desconexión de la realidad psíquica y la huida a la realidad externa, son defensas correlativas que alivian enfermedades psicosomáticas) para evitar el dolor psíquico se anula la percepción de estas emocionales y corporales disociación cuerpo mente.
En tanto que las exigencias corporales y la privación en la relación objetal provocan un incremento de la hostilidad que desemboca en ansiedades desorganizantes, un modo de evitar el dolor psíquico es anular la percepción de los estados corporales y emocionales.
Instalan como mecanismo patológico una rígida disociación cuerpo – mente basada en el ataque de la parte del yo que realiza la función de percepción de estados internos.
Esta alteración va a afectar el desarrollo del proceso de simbolización y dará origen a la específica patología de la idealización.
La escisión del self corporal y emocional significo, en la evolución, un alivio frente al riesgo de caer en situaciones desorganizativas. Fue, a la vez, un intento de asuncion del rol idealizado por la madre. De este modo, la escisión conformó una situaron de unión ilusiona del yo con el pecho exigente – idealizado.
El yo del bebe desarrolla la fantasía maníaca de fusión con un pecho carente de necesidad. El objeto externo, malo por ser privador, se transforma en un objeto idealizado en su bondad y concebido como necesitado de reparación incondicional.
En cambio los objetos buenos son conceptualizados como abandonantes o indiferentes porque como no exigen, no entran dentro del campo de sus expectativas.
A partir de la instalación del sistema defensivo estricto se originó un desarrollo patológico de las identificaciones proyectivas e introyectivas, estos pacientes desarrollan un tipo de identificación proyectiva patológica, la cual se realiza sobre la superficie del objeto, a partir de la incapacidad experimentada para penetrarlo.
Tienen una concepción bidimensional del objeto, como plano, carente de un interior capaz de acoger al self infantil, lo cual lleva al bebe a la experiencia de salir del continente, al mismo tiempo en que intenta penetrarlo.
La necesidad de encuentro con ese objeto plano, lleva a la necesidad de adherirse a su superficie externa, conformándolo la fantasía de estar “pegados por fuera”, de esta forma devienen parte del objeto.
Estereotipan, con relación al objeto y a si mismos la visión plana, la imagen fachada, emergente tanto de la experiencia de imposibilidad de penetrar en la madre como el intento defensivo de negación de la dolorosa percepción de su mundo interno.
La imagen fachada de si mismos y del objeto les permite sortear las ansiedades intolerables a las que los expuso la exploración profunda. En su afán de encontrar representaciones de sí mismos en la vida mental de la madre, que repudia sus cualidades e impone la imagen narcisista del hijo ideal, tienden a transformase en el representante real del objeto ideal materno. De esta forma, recuperan el ilusorio vinculo de unidad con el objeto a costa de renunciar al desarrollo autentico del self.
Las identificaciones proyectivas adhesivas sobre la superficie del objeto y las identificaciones introyectivas miméticas le permiten recrear una relación de unidad narcisista patógena.
En la vida adulta, no solo son personas incapaces de pedir verbalmente, sino que carecen de la posibilidad de transmitir mensajes preverbales, gestuales, que permitan inferir al interlocutor, estados de necesidad.
2° individuación – personificación.
Se extiende desde los 12 hasta los 18 meses. Este punto de fijación es complementario del anterior. Este momento se logra la bidipestacion, la deambulación, la posibilidad de registro del bebe.
En esta etapa se instalan en el contacto con el niño, exigencias paternas altas de control de las emociones, de control muscular en general y de control de esfínteres en particular.
El bebe responde sin resistencias, aprende rápidamente y sin crisis de ansiedad tanto del control del cuerpo y del manejo del espacio y del tiempo como de las experiencias de separación de los padres. Desde el punto de vista emocional, la conducta familiar sobreexigente, connota una experiencia de perdida del sostén, frente a la que estos bebes se “sobreadaptan”. Niegan la perdida y adscriben a la híper rigidez corporal, a la adherencia mental a las normas y a la asimilación de conocimientos, funciones fallidas de auto sostén. Conforman una suerte de exoesqueleto al que se adhieren para crear un ilusiono estado de simbiosis con el objeto materno privador.
Esta interacción vincular, refuerza con los mecanismos defensivos de control y aislamiento extremo la disociación de las emociones y necesidades que ya presentaban.
Cualidades del vínculo objetal:
• Desde la madre, el fracaso se expresa como exigencia de adaptación inmediata en las distintas áreas de desarrollo (precocidad en el aprendizaje, intolerancia a las crisis de ansiedad, etc.) esta ideología las lleva a forzar a los niños a una rápida adaptación del espacio, a una excesiva valoración de la capacidad de separarse y tolerar la ausencia materna, a una incapacidad de resolver las ansiedades fóbicas, etc.
• Por
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