Relatos, testimonios y experiencias!

Relatos, testimonios y experiencias!

Era la época de la federación de la enseñanza en el estado, y se me concedió la plaza interna de maestra con un sueldo de 194 pesos mensuales. Con este carácter se me designa la escuela artículo 123 de Clarines, de la compañía minera San Francisco Mining Company, en Santa Bárbara, Chihuahua

Sentí una emoción al quedarme sola con los niños. Algo increíble y profundamente bello y hermoso. Ya era yo su maestra. Lance mi mirada un tanto interrogadora: unos niño eran chiquitos, de siente años, en edad para entrar a la escuela, otros más grandecitos y otros hasta de 12 años de edad.

Yo estaba ansiosa por emplear el método natural para la lectura-escritura. Después de unos días, lo iniciamos escribiendo "jugamos a la pelota" en un renglón con letra manuscrita y en otro con letra molde. Todo fue un éxito.

Solo puedo decir que para enero de 1941 ya los niños sabían leer muchas de las lecciones de su libro, sin deletrear, sin hacer pausas en las letras, esa fue una de las ventajas sobre el método onomatopéyico. Claro que para esa fecha no estaban capacitados para leer todo, pero si para fin de año escolar de junio de 1941.

En esos años, de 1941 a 1944 la escuela y los alumnos habían progresado muchísimo. Hicimos canchas para basquetbol, y aprendieron a tejer casi todas las niñas de la escuela; primero les enseñe gancho, luego los tejidos, de dos agujas. Era una fiebre entusiasta por los tejidos, hasta las madres de familia iban los sábados a aprender a tejer.

Otras formar pedagógicas de la época

Mi segunda etapa de trabajo la inicie en 1944-45, en escuelas secundarias federales. Fui nombrada maestra de planta de la escuela secundaria federal de hidalgo del parral, chihuahua, donde principiamos nuestras labores en un viejito edificio que fue remozado, con su patio en medio y salones en torno a él.

Para 1944-45, los maestros eran pagados por la federación y se había solicitado una maestra de planta para las siguientes materias: botánica, zoología, anatomía, química y geografía humana; eran tres o cuatro horas por materia. Pero el director me había aclarado que mi obligación consistía en permanecer en la escuela todas las horas hábiles de trabajo, es decir mañana y tarde como se acostumbraba.

La educación secundaria no estaba generalizada en la población. Los muchachos solo podían trabajar en el medio minero hasta los 18 años de edad; pero muchísimos de 15 o hasta de 14 años decían que ya habían cumplido los 18 años y entraban a trabajar. No se exigía el acta de nacimiento para ningún trabajo en las minas, bastadas con la palabra del solicitante. Por esa razón y por ser la escuela de nueva creación, tenía pocos alumnos.

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