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Representación Mental De La Enfermedad


Enviado por   •  28 de Junio de 2014  •  4.572 Palabras (19 Páginas)  •  2.221 Visitas

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Representación mental de la enfermedad

Las emociones negativas ansiedad, ira, tristeza, depresión son adaptativas para el individuo. Sin embargo, en ocasiones encontramos reacciones patológicas en algunos individuos, debido a desajuste en la frecuencia o intensidad. Cuando tal desajuste acontece, puede sobrevenir también un trastorno de la salud, tanto mental (trastorno de ansiedad, depresión mayor, etc.) como física.

En primer lugar, las reacciones de ansiedad, tristeza, depresión e ira, que alcanzan niveles demasiado intensos o frecuentes tienden a producir cambios en la conducta, de manera que se olvidan los hábitos saludables (el ejercicio, dieta adecuada.) y se desarrollan conductas adictivas (tabaquismo, etc.) o que ponen en peligro nuestra salud.

Las reacciones emocionales mantienen niveles de activación fisiológica intensos, que pueden deteriorar nuestra salud si se cronifican. Por ejemplo, los pacientes con hipertensión arterial, asma, cefaleas crónicas, o diferentes tipos de dermatitis, presentan niveles más altos de ansiedad e ira que la población general. La alta activación psicológica puede estar asociada con un cierto grado de inmunodepresión, lo que nos vuelve más vulnerables al desarrollo de enfermedades infecciosas (como la gripe, herpes, etc.) o de tipo inmunológico (lupus eritematoso, esclerosis múltiples, etc.).

Si bien en varias de las revisiones que se encuentran en la literatura moderna se hace referencia a cómo la salud física interviene en estados emocionales positivos, poco se habla de esta relación en sentido inverso. La salud del hombre es un complejo proceso sustentado en la base de un equilibrio bio-psico-social.

La salud y la enfermedad son estados que se hallan en equilibrio dinámico, y están co-determinados por variables de tipo biológico, psicológico y social, todas ellas en constante mutación.

Por su parte, las emociones son procesos psicológicos que, frente a una amenaza a nuestro equilibrio físico o psicológico, actúan para reestablecerlo, ejerciendo así un papel adaptativo. Sin embargo, en algunos casos, las emociones influyen en la contracción de enfermedades. La función adaptativa de las emociones depende de la evaluación que haga cada persona del estímulo que pone en peligro su equilibrio, y de la respuesta que genere para afrontar el mismo.

Siendo la salud humana un complejo proceso de adaptación en el que confluyen factores biológicos, psicológicos y sociales. La salud, ese estado de bienestar físico, psicológico y social no es patrimonio ni responsabilidad exclusiva de un solo grupo o especialidad profesional. El concepto salud viene definido por el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, (en su primera acepción), como el “estado en el que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones”. La salud no es sólo la ausencia de enfermedad, sino que ha de ser entendida de una forma más positiva, como un proceso continuo que tiene mucho que ver con los comportamientos y el estilo de vida de una persona o comunidad (Ballester, 1998), por el cual el hombre desarrolla al máximo sus capacidades, teniendo a la plenitud de su autorrealización como entidad personal y como entidad social (San Martín, 1985).

En una persona sana deben reunirse potenciales salutogénicos, tanto a nivel mental como a nivel del soma en completa relación. Es por eso que no se debe pasar por alto cómo influyen los procesos psicológicos de tipo emocional en la salud. Tanto las emociones positivas (alegría, buen humor, optimismo) como las negativas (ira, ansiedad) y el estrés, influyen en la salud.

Las emociones perturbadoras tienen, al parecer, un efecto negativo en la salud, favoreciendo de esta manera la aparición de ciertas enfermedades, ya que hacen más vulnerable el sistema inmunológico, lo que imposibilita su correcto funcionamiento. Contrariamente, las emociones positivas representan un beneficio para nuestra salud, ya que ayudan a soportar las dificultades de una enfermedad y facilitan su recuperación.

Todos estos descubrimientos acerca de la intrínseca relación entre emociones y salud tienen su aplicación en el tratamiento de las enfermedades desde una propuesta holística y no reduccionista a enfoque biologicista, pues en la actualidad se proponen tratamientos integrales, que consideren la recuperación tanto de los factores físicos como de los factores psicológicos del paciente, en estrecha relación de interdependencia.

En la actualidad, para nadie es un secreto el papel que desempeñan las emociones humanas en la concepción de la salud integral y, desde luego, en el desarrollo de las enfermedades. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que más del 90% de las enfermedades tienen un origen psicosomático; de hecho, las características de personalidad, el manejo que tenemos de las emociones y la manera de lidiar con el estrés, conflictos, fracasos y frustraciones pueden potenciar o desarrollar diversas enfermedades.

La persona es un “todo integrado”, la separación entre el cuerpo y la mente abre las puertas a la desintegración, a la desvalorización, y nos hace cada vez más vulnerables a la enfermedad. Hoy sabemos que todas las enfermedades son fenómenos psicosomáticos o somatopsíquicos, la experiencia más clara de esta realidad se vislumbra cuando comprendemos la profunda integración que existe entre nuestras emociones, el sistema nervioso, el inmune y el endocrino. La expresión de cualquier amenaza al equilibrio en nuestra salud invita a enfrentarle desde todos los flancos posibles en la vasta complejidad del ser humano.

La salud y la enfermedad no son un asunto que le concierna únicamente a quien posee la anhelada cura; más allá de esta percepción tradicional es imperioso reenfocar la comprensión de la salud desde la experiencia humana y social, desde el sentido de ser los únicos dueños y responsables de ésta. Al final, debe quedar claro que en todo desbalance o enfermedad existe un conflicto intrapersonal no concientizado y la necesidad urgente de armonizar el desequilibrio emocional.

Sin duda alguna, se debe resaltar que las emociones están influenciadas por manifestaciones sociales que, mediante un proceso de internalización o subjetivación, producen un significado personal, que no es otra cosa más que el significado social que reactualiza las emociones en estrecha relación con los procesos cognitivos, como por ejemplo la memoria. De ahí que determinado suceso o vivencia pueda marcar un hito en nuestras vidas e incluso dividirla en un “antes y un después”.

En cuanto a las clasificaciones más comunes que se confrontan sobre las emociones se destaca la separación en: emociones positivas y emociones negativas. De estas últimas se puede decir que son el estigma de muchas

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