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Resilencia

anali.favela30 de Septiembre de 2012

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Resiliencia y mediación. Nuestra historia no es un destino

Graciela Curuchelar *

PRIMERA PARTE - Aprendizaje

Introducción

Definición de resiliencia

Han surgido muchas definiciones referidas a la resiliencia:

• La capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser fortalecido o transformado por experiencias de adversidad (Grotberg, 1995).

• La capacidad del individuo para hacer las cosas bien pese a las circunstancias adversas. Esto implica una capacidad de resistencia y una facultad de construcción positiva. Así, la resiliencia implica dos componentes: la resistencia frente a la destrucción, esto es, la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión; y, por otra parte, la capacidad para una construcción positiva pese a circunstancias difíciles (Vanistendael, 1994).

• La capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas (Munist y ots., 1998).

El vocablo resiliencia tiene su origen en el latín, en el término resilio, que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar y rebotar. Surge de la física: es la capacidad de una materia de volver a su estado anterior cuando se intenta modificar su forma. Su principio básico sostiene que los metales expuestos a corrosión y altas temperaturas, al volver a su estado normal, lo hacen en mejores condiciones. Implica soltura de reacción, elasticidad, capacidad de un cuerpo de resistir un choque.

Fue en EEUU, en los años 60, cuando esta palabra invadió el campo social. Desde entonces el término alude a la facultad de un individuo o una comunidad para recuperarse o sobreponerse a la frustración y finalmente, transformarse.

Fue la psicóloga norteamericana Emmy Werner quien instaló este concepto, luego de realizar un estudio en Hawai, con casi 700 chicos pobres que crecieron en situaciones adversas. Muchos de ellos no tenían familia, no iban a la escuela o vivían situaciones violentas. El estudio duró 30 años.

Werner concluyó que dos tercios de esta población siguió en una mala situación y no logró evolucionar. La tercera parte, en cambio, aprendió a leer y escribir, alcanzaron objetivos y formaron una familia .

El término fue adaptado a las Ciencias Sociales aludiendo a la capacidad humana para sobreponerse a las adversidades y construir sobre ellas, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva. El concepto plantea que las personas, a pesar de la adversidad, pueden mantener la salud mental, ya que situaciones de este tipo son inherentes a la vida; que la resiliencia es una capacidad para hacer frente a la adversidad; y, que la resiliencia puede ser promovida. Esto implica un conjunto de cualidades que involucra al ser humano por completo: su espiritualidad, sus sentimientos, sus experiencias y cogniciones.

Existen características que favorecen el desarrollo de la resiliencia:

• Ambiente facilitador: personas que favorecen el bienestar de otras y que ofrecen apoyo emocional.

• Fuerza intrapsíquica: incluye la autonomía, el control de impulsos, el sentirse querido, la empatía.

• Habilidades interpersonales: incluye el manejo de situaciones, la solución de problemas y la capacidad de planeamiento.

Resiliencia y proceso

La idea de resiliencia es un llamado a centrarse en cada individuo como alguien único; implica enfatizar las potencialidades y los recursos personales que permiten enfrentar situaciones adversas y salir fortalecido, a pesar de estar expuesto a factores de riesgo. Implica la idea de un proyecto de vida, una proyección a futuro, que como meta permite salir adelante.

Más allá de las diferentes definiciones que se han elaborado, hay un acuerdo en los distintos autores en resaltar “... dos elementos cruciales: la resiliencia se produce en función de procesos sociales e intrapsíquicos. No se nace resiliente ni se adquiere naturalmente en el desarrollo: depende de ciertas cualidades del proceso interactivo del sujeto con otros humanos, responsables de la construcción del sistema psíquico humano (Melillo y ots., comp., 2001).”

Subrayamos entonces que la resiliencia es un proceso dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en contextos de gran adversidad (Luthar y ots., 2000).

Analizando esta definición, diremos que es proceso dinámico porque implica interacción entre múltiples factores de riesgo y factores resilientes, los cuales pueden ser familiares, bioquímicos, fisiológicos, cognitivos, afectivos, biográficos, socioeconómicos, sociales y/o culturales.

La noción de proceso descarta la concepción de resiliencia como un atributo personal e incorpora la idea de que la adaptación positiva es tarea de toda la sociedad, quien debe proveer recursos para que las personas puedan desarrollarse plenamente. El proceso interaccional entre el sujeto y la adversidad es aplicable a toda persona, porque es, de hecho, el proceso de la vida.

Hablamos de adaptación positiva cuando el individuo ha alcanzado expectativas sociales esperadas en una etapa de desarrollo, o cuando no ha habido signos de desajuste. Tiene tres aspectos:

1- depende del contexto;

2- no se puede esperar una adaptación positiva en todas las áreas del desarrollo por igual (cognitivas, conducta, social y emocional);

3- se promueve la estabilidad a lo largo del desarrollo del ser humano, o sea, a lo largo de la vida.

Si la adaptación positiva ocurre a pesar de la adversidad, se considera una adaptación resiliente. Cuando esto sucede el sujeto está en condiciones de:

• sostener relaciones vinculares no agresivas

• adoptar métodos pacíficos de resolución de conflictos

• potenciar su autoestima, creatividad, humor y autonomía

• ser verdadero protagonista en la toma de decisiones

• promover redes sociales de apoyo en la familia y la comunidad

• contribuir al desarrollo de políticas para la prevención de la violencia

Cuando hablamos de adversidad, entre otros factores, encontramos:

¨ factores de riesgo (por ejemplo: pobreza)

¨ situaciones de vida específica (por ejemplo: muerte de un familiar)

Los factores de adversidad se definen:

¨ objetivamente, por instrumentos de medición (diversas variables que miden los factores protectores, de riesgo y resultados);

¨ subjetivamente, por la percepción de cada persona (conflicto, trauma, riesgo o amenaza al desarrollo humano).

Cuando un individuo, de cualquier edad, sufre una adversidad, en principio se pone en contacto con ciertos rasgos propios y ambientales que amortiguan esa adversidad.

Si cuenta con suficiente protección, el individuo se adapta a la dificultad sin experimentar una ruptura significativa en su vida, lo que le permite permanecer en una zona de bienestar, o en homeostasis, o avanzar a un nivel de mayor resiliencia debido a la fortaleza emocional y mecanismos saludables de defensa desarrollados en el proceso de superación de la adversidad.

Es dable destacar que resiliencia no es igual a resistencia, ya que esta última alude a una fortaleza o debilidad constitucional (mayor o menor resistencia); la resiliencia se produce, en cambio, en la interacción con el medio ambiente. Una persona se vuelve resiliente porque sus características individuales, familiares y medio-ambientales, hacen que produzca resiliencia al enfrentar con éxito la adversidad. Esas características conforman los factores protectores.

Factores protectores

Son las influencias que modifican, mejoran o alteran la respuesta de una persona a algún peligro que predispone a un resultado no adaptativo (Rutter, 1985).

Entre los atributos individuales, o factores protectores, se mencionan los siguientes (Melillo y ots., 2001: 88): introspección, independencia, capacidad para relacionarse, iniciativa, humor, creatividad, moralidad y autoestima.

Algunos factores que promueven la resiliencia son: el temperamento, la capacidad intelectual, la familia, la escuela, la mediación.

Si bien gran parte de los estudios e investigaciones se refieren a resiliencias individuales, también este paradigma es aplicable para lo colectivo y comunitario.

Resiliencia, vulnerabilidad y mecanismos protectores

La resiliencia no es sinónimo de invulnerabilidad.

El concepto de vulnerabilidad da cuenta, de alguna forma, de una intensificación de la reacción frente a los estímulos, que en circunstancias normales conducen a una desadaptación. Alude a una dimensión continua del comportamiento que se mueve desde una adaptación más exitosa al estrés, a una menos exitosa. Las personas manifiestan invulnerabilidad cuando parecen constitucionalmente tan fuertes que no ceden frente a las presiones del estrés y la adversidad.

Los mecanismos protectores han sido definidos como la capacidad de modificar las respuestas que tienen las personas frente a las situaciones de riesgo.

De esto se desprende que vulnerabilidad y mecanismo protector, más que conceptos diferentes constituyen el polo negativo o positivo de un mismo concepto (Rutter, 1991).

Resiliencia y prevención

Las investigaciones en resiliencia han cambiado la forma en que se percibe al ser humano: de un modelo de riesgo, basado en las necesidades

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