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Se Impecable Con Tus Palabras


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2012  •  3.457 Palabras (14 Páginas)  •  694 Visitas

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¿Por qué tus palabras? Porque constituyen el poder que tienes para crear. Son un don que proviene

directamente de Dios. En la Biblia, el Evangelio de San Juan empieza diciendo: «En el principio existía el

Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios». Mediante las palabras expresas tu poder creativo; lo

revelas todo. Independientemente de la lengua que hables, tu intención se pone de manifiesto a través de las

palabras. Lo que sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, lo muestras por medio de las palabras.

No son sólo sonidos o símbolos escritos; son una fuerza. Constituyen el poder que tienes para expresar

y comunicar, para pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu vida. Puedes hablar.

¿Qué otro animal del planeta puede hacerlo? Las palabras son la herramienta más poderosa que tienes como

ser humano, el instrumento de la magia. Pero son como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más

bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras, que crea un Infierno

en vida. El otro es la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza, amor y el Cielo en la Tierra.

Según cómo las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda la

magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia, y si las utilizas mal, se convierten en magia

negra.

Esta magia es tan poderosa, que una sola palabra puede cambiar una vida o destruir a millones de

personas. Hace años, en Alemania, mediante el uso de las palabras, un hombre manipuló a un país entero de

gente muy inteligente. Los llevó a una guerra mundial sólo con el poder de sus palabras. Convenció a otros

para que cometieran los más atroces actos de violencia. Activó el miedo de la gente, y de pronto, como una

gran explosión, empezaron las matanzas y el mundo estalló en guerra. En todo el planeta los seres humanos

han destruido a otros seres humanos porque tenían miedo. Las palabras de Hitler, que se basaban en

creencias y acuerdos generados por el miedo, serán recordadas durante siglos.

La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las

semillas son opiniones, ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento, y éste crece. Las

palabras son como semillas, ¡y la mente humana es muy fértil! El único problema es que, con demasiada

frecuencia, es fértil para las semillas del miedo. Todas las mentes humanas son fértiles, pero sólo para la

clase de semilla para la que están preparadas. Lo importante es descubrir para qué clase de semillas es fértil

nuestra mente, y prepararla para recibir las semillas del amor.

Fíjate en el ejemplo de Hitler: Sembró todas aquellas semillas de miedo, que crecieron muy fuertes y

consiguieron una extraordinaria destrucción masiva. Teniendo en cuenta el pavoroso poder de las palabras,

debemos comprender cuál es el poder que emana de nuestra boca. Si plantamos un miedo o una duda en

nuestra mente, creará una serie interminable de acontecimientos. Una palabra es como un hechizo, y los

humanos utilizamos las palabras como magos de magia negra, hechizándonos los unos a los otros

imprudentemente.

Todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras, puede hechizar a alguien o liberarlo de un

hechizo. Continuamente estamos lanzando hechizos con nuestras opiniones. Por ejemplo, me encuentro con

un amigo y le doy una opinión que se me acaba de ocurrir. Le digo: «iMmmm! Veo en tu cara el color de los

que acaban teniendo cáncer». Si escucha esas palabras y está de acuerdo, desarrollará un cáncer en menos

de un año. Ese es el poder de las palabras.

Durante nuestra domesticación, nuestros padres y hermanos expresaban sus opiniones sobre nosotros

sin pensar. Nosotros nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el miedo que nos provocaban sus

opiniones, como la de que no servíamos para nadar, para los deportes o para escribir. Alguien da una opinión

y dice: «¡Mira qué niña tan fea!». La niña lo oye, se cree que es fea y crece con esa idea en la cabeza. No

importa lo guapa que sea; mientras mantenga ese acuerdo, creerá que es fea. Estará bajo ese hechizo.

Las palabras captan nuestra atención, entran en nuestra mente y cambian por entero, para bien o para

mal, nuestras creencias. Otro ejemplo: quizás pienses que eres estúpido, y tal vez lo hayas creído desde

siempre. Este acuerdo es muy difícil de romper, y es posible que te lleve a realizar muchas cosas con el único

fin de convencerte de que realmente eres estúpido. Puede que hagas algo y te digas a tí mismo: «Me gustaría

ser inteligente, pero debo de ser estúpido, porque si no lo fuera, no habría hecho esto». La mente se mueve

en cientos de direcciones diferentes y podríamos pasarnos días enteros atrapados únicamente por la creencia

en nuestra propia estupidez.

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Pero un día alguien capta tu atención y con palabras te hace saber que no eres estúpido. Crees lo que

esa persona

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