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Sindrome De Burnout


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2012  •  2.383 Palabras (10 Páginas)  •  747 Visitas

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4.1 Introducción

El término burnout, cuya traducción al castellano significa “estar quemado”, ha sido utilizado en inglés dentro de la jerga deportiva, con él, se intentaba describir una situación en la que, en contra de las expectativas del deportista, éste no lograba obtener los resultados esperados por más que se hubiera entrenado para conseguirlos.

Fuera del contexto deportivo, Freudenberger (1974) utilizó por primera vez el vocablo burnout para referirse a los problemas de los servicios sociales, pero fue Cristina Maslach quién comenzó a divulgarlo en el Congreso Anual de la Asociación Americana de Psicólogos en 1977. Ella utilizó esta expresión para referirse a que los trabajadores de los servicios humanos después de meses o años de dedicación acababan “quemándose” en el trabajo.

El síndrome de burnout, también se le denomina “síndrome de quemarse por el trabajo”, “síndrome de desgaste profesional” o “síndrome de desgaste emocional”.

El síndrome de burnout hace referencia a un fenómeno de desgaste profesional observable en los profesionales que trabajan directamente con personas. Se suele conceptuar como el resultado de continuas y repetidas presiones emocionales asociadas con un compromiso intenso con los usuarios, pacientes o clientes, durante un periodo de tiempo prolongado (Pines, Aronson y Kafry, 1981). Y también se ha definido el burnout como el resultado de la discrepancia entre las expectativas y los ideales individuales del trabajador y la cruda realidad de cada día en la vida profesional (Schaufeli y Buunk, 2003).

Los trabajadores que pueden ser susceptibles de burnout se encuentran con mayor frecuencia entre aquellas ocupaciones en las que se presta una atención constante y directa de ayuda a personas; es el caso de las profesiones sanitarias, sociales o educativas, y son algunos de estos trabajadores los que pueden desarrollar sentimientos cada vez más negativos hacia los pacientes, usuarios o alumnos.

Aunque este síndrome se ha considerado como exclusivo de servicios sanitarios, servicios sociales, instituciones docentes y servicios de seguridad que trabajan, lo cierto es que el síndrome ha sido descrito en otras profesiones (Elloy, Terpening y Kohls, 2001).

También unos autores (Golembiewski, Munzenrider y Carter, 1983) señalan, a diferencia de otros (Maslach y Jackson, 1981; Cox, Kuk y Leiter, 1993), que el síndrome de burnout se puede desarrollar en todo tipo de profesionales, no exclusivamente en aquellos que trabajan en contacto directo con los receptores de su trabajo. De hecho, en una gran parte de sus estudios utilizan como trabajadores muestras de directivos, vendedores o profesionales que no trabajan en servicios con personas.

El interés por este campo se acrecentó debido a tres factores que Perlman y Hartman (1982) señalan como fundamentales:

a. La cada vez mayor importancia que los servicios humanos fueron adquiriendo como partícipes del bienestar individual y de la colectividad.

b. La valoración y mayor exigencia que los pacientes, usuarios o alumnos hacían de los servicios sanitarios, sociales o educativos.

c. Los conocimientos por parte de los investigadores, de los perjudiciales efectos del estrés en las personas y de los ambientes en los que participa el trabajador.

Es conveniente reservar el diagnóstico de síndrome de burnout cuando se da específicamente en aquellas profesiones que mantienen un contacto directo y constante con personas, cuando entre ambos media una relación de ayuda o servicio y son beneficiarios del propio trabajo (docentes, sanitarios, trabajadores sociales, fuerzas del orden, personal de justicia, trabajadores de banca, árbitros y jueces deportivos, trabajadores del sector turístico, etc.) (Gil-Monte y Moreno Jiménez, 2007) y el diagnóstico de estrés laboral es el adecuado para las profesiones que carecen de contacto directo y constante con personas y que no tengan relación de ayuda o servicio.

4.2 Epidemiología

La Fundación Europea para las Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo llegó a afirmar en 1999, que un 20% de la población trabajadora sufría burnout (Pérez Bilbao, 2001).

Siempre ha habido disparidad de datos estadísticos. Así, se ha señalado que el burnout aparecía comúnmente entre los profesionales de la medicina variando el número de afectados entre el 25% y el 60% (Shanafelt y otros 2002), aunque el Instituto de Estudios Laborales (IEL) ha realizado un trabajo en Europa en el que se reseña que el 87,8 % de los médicos de Atención Primaria se siente agotado emocionalmente (Diario Médico, 2004).

También se ha destacado en distintos estudios que del 10% al 12% de los médicos en activo están emocionalmente perturbados (GonÇalves Estella y otros, 2002) y que sufrirán problemas mentales o conductas adictivas a lo largo de su vida profesional (Gracia, 2004).

Un estudio con médicos de Atención Primaria utilizando el punto de corte usado en la mayoría de los estudios muestra que un 40% de los médicos presenta valores altos en cansancio emocional y despersonalización. Asimismo, alrededor del 30% se presenta con una percepción de realización personal baja. Y las tasas de suicidio como el numero de cirrosis de la clase médica es tres veces superior a la población general (Margison, 1987).

Estos resultados indican que el porcentaje con algún criterio de burnout es notable entre los profesionales de Atención Primaria. Es llamativo que más de un 12% tenga máximos criterios de síndrome de burnout. Se detectaron diferencias entre varones y mujeres (Cebriá y otros, 2001) En algunos estudios se ha observado mayor riesgo para las mujeres (Thomson, 1995).

En un estudio con enfermeras se observó que entre un 27% y un 39% presentó puntuaciones indicativas de burnout en alguna de las 3 subescalas. El 6,09% presentó puntuaciones indicativas de burnout en las 3 subescalas conjuntamente (Molina Linde, Ávalos Martínez y Giménez Cervantes, 2005).

También se ha descrito que el 41,22 % de los profesores de secundaria de la Provincia de Salamanca sufre burnout y falta de realización profesional y un 46,61% se encuentra dentro de los márgenes de agotamiento emocional (Guerra Cid y Jiménez Torres, 2004).

Zijlstra y De Vries (2000) estimaron que el 9% de los profesores alcanzan criterio de burnout clínico.

Otro estudio con trabajadores del sector de los Servicios Sociales que trabajan con personas víctimas de la violencia de género señala que un 50% de los profesionales presentan niveles altos en por lo menos una dimensión del burnout, un 23% en dos dimensiones

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