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Sobrevaloracion De Los Extranjeros


Enviado por   •  24 de Abril de 2013  •  1.078 Palabras (5 Páginas)  •  957 Visitas

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Sobrevaloración de los extranjeros: (el malinchismo es justamente admirar en demasía lo que viene de fuera). “Somos muy inclinados a desdeñar lo nuestro, muy afectos a admirar lo extranjero, aunque sea inferior, y muy propensos a la idolatría, que es la más estúpida de las ceguedades. Que en nuestro país bien puede haber un ingenio deslumbrador, pues nos apresuramos a taparle con el manto del desprecio, para correr a ponernos hinojos delante del primer recién venido de Europa a quien no conocemos pero cuya superioridad creemos a pie juntillas...” (Historia General de México. El Colegio de México, 1981, pg. 1050)

Impuntualidad. Es parte integrante de nuestra cultura y todo el mundo lo sabe y todo el mundo lo sufre. Aparentemente se trata de una costumbre pintoresca y casi inofensiva. Pero el psicóloga escudriña y ve mar de fondo: ¿Qué implica el citarte en Sanborn’s a las ocho de la mañana y llegar a las ocho y media o a las nueve? ¿O el que tú me hagas a mí? La respuesta es implícita, pero clara: Que tu tiempo no vale; que no eres importante; que no somos importantes; no merecemos tomarnos en serio ni tú ni yo.

El despilfarro. El mexicano es muy afecto a poses de gran señor y de magnate: “yo pago la cena de todos”, “yo disparo”, “yo invito a toda la clase”. En el extranjero da a veces enormes propinas, en el país no se atreve, sobre todo ante amigos o colegas, a protestar por un abuso en la cuesta del restaurante. Además de delatar desorganización, estas poses exhiben un mecanismo de defensa; quiere convencerse y convencer: soy grande, soy poderoso...

La basura: Quien ha recorrido países grandes y poderosos, tales como Canadá, Alemania, Australia, etc., y también países pequeños y no tan poderosos, como Dinamarca, Bélgica, Holanda, piensa con tristeza y repugnancia, al hartarse de la basura que afea nuestras calles, nuestras plazas y nuestras carreteras: ¿Por qué allá no y aquí sí? Para el observador superficial, no pasa de ser una mala costumbre; pero para estudiosos de la conducta humana hay mar de fondo: no nos respetamos; por eso nos permitimos vivir entre porquería. Fernando Mota Martínez dice en Ai se va : “el mexicano donde quiera que se para deja su huella: basura”.

Abuso de diminutivos. Los diminutivos forman parte muy importante del lenguaje mexicano. Los hay de cariño, pero también los hay que rebajan las cosas y las personas: “tengo un cochecito”; “cómprate un relojito”, “estoy juntando unos centavitos”. Y abundan también los despectivos: “tiene Ud. su pobre casa en Hacienda del Nopal #20”, “tengo un changarrito de refacciones”, “voy a recoger mi carcacha en el estacionamiento de Liverpool”; “me conseguí una chamba en Hacienda (Tómese en cuenta que se llama diminutivo porque disminuye) Afines en cueto que revelan análogas vivencias y proyectan la misma sicología, son ciertos modos de hablar, corrientes entre nosotros: “yo quisiera hacer notar” (en vez de yo quiero); “me gustaría decir” (en vez de quiero decir); formas todas que expresan inhibición, repliegue, evasión, escasa autoafirmación...

Susceptibilidad. Muchos mexicanos son muy “sentidos”; se ofenden muy fácilmente; hay que medir y pensar muy bien las palabras para que no se vayan a molestar. En reuniones de trabajo en empresas y en universidades de EE.UU.,

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