ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Toxicómania A La Luz Del Psicoanálisis


Enviado por   •  10 de Febrero de 2014  •  1.613 Palabras (7 Páginas)  •  294 Visitas

Página 1 de 7

LA TOXICOMANIA: DESDE EL ABORDAJE PSICOANALÍTICO

NELCY SUSANA JARAMILLO TANGARIFE

Psicóloga U.C.P..

Abordajes Clínicos De La Toxicomanía

“El propósito de que el hombre sea «dichoso» no está contenido en el plan de la «Creación». Lo que en sentido estricto se llama «felicidad» corresponde a la satisfacción más bien repentina de necesidades retenidas, con alto grado de éxtasis, y por su propia naturaleza sólo es posible como un fenómeno episódico. Si una situación anhelada por el principio de placer perdura, en ningún caso se obtiene más que un sentimiento de ligero bienestar; estamos organizados de tal modo que sólo podemos gozar con intensidad el contraste, y muy poco el estado”.

(Freud, Sigmund. El malestar en la cultura 1929-1930)

LA TOXICOMANIA: DESDE EL ABORDAJE PSICOANALÍTICO

Para comenzar a hablar de “toxicomanía” es importante primero tener en cuenta como se lleva a cabo el proceso psicoanalítico para las personas que vienen al consultorio con un concepto de “completud” gracias al marco referencial que les da el lenguaje; llegando de esta manera con la suposición del goce y sabiéndolo nombrar “Soy toxicómano”, significante que le da el Otro del lenguaje, un significante con el que se rodea gracias a la sociedad en que vive, y donde el sujeto da nombre al goce del cual no se hace responsable, por que es el toxico el que llena su ser y lo hace mostrar como completo, donde está alineación a dicho significante tapona la posibilidad de que pueda surgir una demanda del sujeto. Es por ello que al comienzo de un psicoanálisis debe partir de una falta, de un vacío de saber, presentada en forma de angustia o congoja que lleva al sujeto a formular una demanda por el saber del Otro, entregándole así una responsabilidad de la que no se quiere hacerse cargo, con la que no es capaz y sobre todo para que de esta manera ese Otro del saber “analista” dé respuestas a su síntoma y pueda suprimir esa intranquilidad que le da el existir, es por ello que la condición del psicoanálisis, es que, a consulta debe llegar un paciente que quiera saber a cerca de su condición de sujeto dividido por la palabra, de esta manera debemos hacer que el “toxicómano” baje la resistencia a la trasferencia en el transcurso de la terapia y deje el rotulo en que se enmarco y se muestre como un sujeto en falta, dejándonos ver otros aspectos de su vida, hasta que pueda formularse una nueva pregunta que nos lleve a la base de su sufrir.

A partir de lo anterior puedo ver como la toxicomanía se muestra como un hecho de la clínica cotidiana que reflexiona las respuestas dadas, e incita a pensar y pone al psicoanálisis frente a exigencias que no podemos dejar de lado, especialmente por el sabor amargo que deja el saber a cerca de este abordaje clínico, principalmente cuando vemos la diferencia y dificultades que existen en cuanto a la transferencia, ya que en esta clínica pude darme cuenta que las cosas son opuesta en cuanto a esto.

El primer concepto que debemos tener en cuenta es considerar que “el toxicómano no existe”, y que debemos ver las adicciones no como una estructura del sujeto sino como “sujetos perversos, neuróticos o psicóticos que consumen drogas” sujetos que pretenden con el toxico auto prescribirse para tratar de llenar la falta, los cuales no se asumen como sujetos divididos. Conociendo esto, a continuación precisare de forma breve cual es la función de las drogas en cada una de las estructuras psíquicas, aunque debemos de saber que cada caso tiene sus particularidades.

En el caso de la neurosis obsesiva el toxico es lo que permite al sujeto acercarse al otro, acercarse al goce pero no al goce fálico. La droga funciona como tratamiento del real del cuerpo.

En el caso de histeria, el objeto droga le permite acceder al lazo social, ya que el goce histérico se encuentra en la falta insatisfecha.

En el caso de la psicosis, la droga funciona para detener los efectos del real del cuerpo, y con el cual puede llegar a establecer el lazo social.

También es importante saber que existen diferentes perspectivas psicoanalíticas a cerca de la toxicomanía, por ejemplo, Freud realizo una elaboración alrededor de los influjos de “el químico: la intoxicación” (Freud, 1929-1930) en el libro El malestar en la cultura, donde se encuentran conjeturas que constituyen la perspectiva psicoanalítica de la toxicomanía, haciendo una reflexión entre en el principio del placer y el goce, donde en el principio del placer existe una satisfacción que no tiene lugar el sufrimiento, de esta manera ser feliz es imposible, en cambio el goce es la compulsión, donde existe un componente masoquista y de sufrimiento la compulsión a la repetición. Aquí Freud, nos muestra primero que todo que lo que llamamos «felicidad» “se relaciona a la satisfacción más bien súbita de necesidades retenidas, con alto grado de éxtasis, y por su propia naturaleza sólo es posible como un fenómeno episódico”. (Freud, 1929-1930). Y que es nuestra constitución la que limita nuestras posibilidades de dicha y son tres aspectos los que nos amenazan al sufrimiento según el “programa del principio del placer” (que se trasformó, bajo el influjo del mundo exterior, en el principio de realidad, más modesto (Freud, 1929-1930): nuestro cuerpo, el mundo exterior y por ultimo, (tal vez la con la que el sufrimiento es mas duro, por saber la fuente de donde provienen) son los vínculos con otros seres humanos. Y es a partir de esta reflexión que según Freud las personas pueden intentar solucionar esta labor por diversos caminos que nos lleven “pretenciosamente” hacia la felicidad, y es en el trabajo de mantener este estado que Freud explora “las diversas escuelas de sabiduría de la vida que fueron también emprendidos por los seres humanos” (Freud, 1929-1930). Allí encontramos diferentes procedimientos que utiliza el ser humano para resolver su infelicidad, en búsqueda de una satisfacción imperiosa de las necesidades que quiere ser aceptada como la regla de vida que mas nos tienta, pero esto significaría que debemos “anteponer el goce a la precaución, lo cual tras breve ejercicio recibe su castigo”. (Freud, 1929-1930). Entre estos procedimientos encontramos que Freud nombra a la “toxicomanía” como uno de los métodos mas interesantes, tosco y también eficaz de evitar el sufrimiento, ya que estas sustancias extrañas al cuerpo procuran sensaciones placenteras, que a su vez alteran de tal modo las condiciones de nuestra vida sensitiva que nos vuelven incapaces de recibir mociones de displacer. Y lo que se quiere conseguir con estas sustancias, no es más que la “lucha por la felicidad y por el alejamiento de la miseria es apreciado como un bien tan grande que individuos y aun pueblos enteros les han asignado una posición fija en su economía libidinal.” (Freud, 1929-1930). Podemos ver como a partir de la teoría psicoanalítica Freud, nos muestra que este fenómeno no es mas que las ganas infinitas del ser humano por encontrar la felicidad o por lo menos por parar de sufrir, sustrayéndose en cualquier momento de la presión de la realidad y refugiándose en un mundo propio, que ofrece mejores condiciones “siendo esto una respuesta humana, subjetiva o cultural al problema de existencial fundamental, el sufrimiento”. (La toxicomanía: perspectiva psicoanalítica. Pág. 5) Y finalmente propone que el toxico es una estrategia para no llegar a necesitar el Otro.

Por otro lado esta la perspectiva psicoanalítica de la toxicomanía que desarrolla Lacan, a partir de la introducción que nos hace Freud, difiere de esté, o mejor que continua porque Lacan aborda la toxicomanía desde el goce, la ética y el discurso (Adaptativo del amo). La droga ejerce en el sujeto la función de rompimiento del cuerpo con el goce fálico, situando desde el inicio a la droga en la economía de la libido del sujeto, donde podemos concluir que la toxicomanía no es una formación de compromiso sino una “formación de ruptura” con el orden fálico. El sujeto implicado no es el de la palabra sino el del goce, la droga permite un goce particular sin pasar por el Otro, no por el goce fálico. Se trata pues de un goce que rechaza al Otro, que excluye el goce del cuerpo propio y este sea metaforizado por el goce del cuerpo del Otro, este es un Goce autoerótico, no privado, que permite al adicto permanecer en el goce primordial de la madre, sin enfrentarse así a la castración y por fuera de la Ley del Padre, pero esta ruptura con el nombre del padre se hace fuera del campo de la psicosis. Veamos, como es que funciona esa “desvalorización de la función paterna”: el toxicómano llega manifestando el discurso de otros “Soy Toxicómano” y este panfleto viene en lugar de su nombre propio, en un discurso sin fallas, encontrándonos frente a un sujeto sin perdida en su ser, donde en esta autodefinición no queda mas que añadir, y el mismo se excluye como sujeto de la palabra, ya que se encuentra inscrito dentro de un discurso que esta cerrado “Soy Toxicómano” y de esta manera sufre “de las consecuencias de la desvalorización masiva de la función del padre” (La clínica de Jacques Lacan en un centro para toxicómanos y alcohólicos, Pág. 25), y es sin embargo esa afirmación una de las dificultades mayores para iniciar un tratamiento, precisamente porque la certeza con la que el toxicómano se afianza en esta posición es porque a través de la droga puede explicarlo todo.

...

Descargar como  txt (9.4 Kb)  
Leer 6 páginas más »
txt