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Psicoanalisis Y Toxicomania

jimenagr26048928 de Mayo de 2014

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INTRODUCCIÓN

El uso y abuso de las drogas tiene una historia tan antigua como el hombre mismo. Los Incas, Mayas, Egipcios, Griegos y otros pueblos los han utilizado con fines religiosos, místicos, y para predecir el futuro; dichas culturas han tenido sus propias leyes; valiéndose de las plantas, fueron usuarios de las drogas para reafirmar sus valores culturales, este uso no implicaba un consumo masivo y sin límites como el de la toxicomanía, que no tiene regulación alguna.

Muchas veces la toxicomanía ha sido confundida por otros discursos que circundan al psicoanálisis como un trastorno y tratada por lo general con una cura-tipo, a todos por igual y que tiene como modelo básico, la abstinencia.

Para Freud la dependencia a las drogas no era considerada como analizable, muchos analistas coinciden que este particular fenómeno no entra por la explicación conceptual clásica del síntoma analítico como lo articula Eric Laurent en el Texto “Tres observaciones sobre la toxicomanía”.

Consecuentemente, nuestras interrogantes se dirigen a la armadura conceptual por donde poder ubicar las delicadas observaciones del creador vienés del psicoanálisis, Sigmund Freud, nos hayan dado para el trabajo de la clínica contemporánea, y que nos permita entender el proceso mediante el cual el sujeto llega a establecer esta forma de respuesta particular ante la angustia y de reacción a la contingencia. Lo interesante es que la droga permite al sujeto el encuentro con un goce mortífero y acceder a ese goce, no por la tramitación regular de la estructura neurótica.

Lo que nos orienta en la clínica, y esto parece clave, es la función de la droga en cada uno de los sujetos.

Habíamos dicho que en cuanto a las drogas ha habido un uso en la antigüedad, pero también debemos decir, que el uso de la droga está marcado por las condiciones de la época, es decir marcado por el capitalismo avanzado.

De hecho la perspectiva cambia cuando hablamos de las sociedades capitalistas, la cultura incide en la formación de los síntomas actuales en tanto está ligada al lenguaje por ello incide en el sujeto, mientras declina la función paterna, el capitalismo pone en primer plano el objeto de goce, la droga adquiere características muy similares a las del objeto de goce, no obstante la paradoja que encontramos es, que la misma cultura que lo promueve, también lo sanciona y segrega.

El discurso capitalista marcha a contracara de estas condiciones de posibilidad: la estructura de emplazamiento de la sustancia al cuerpo eclipsa al sujeto, la orientación de la existencia por el objeto de goce implica la destitución del objeto causa de deseo, el psicoanálisis implica que, dada, las condiciones de posibilidad mencionadas anteriormente, el sujeto es responsable de su elección.

Si elige consumir drogas, no puede cargar su responsabilidad a la cuenta de otro; dicho consumo cumple una función precisa en su economía de goce, y no es sin consecuencias para el deseo, el amor, el lazo social.

En ese sentido la conjetura lacaniana sobre el discurso capitalista describe un movimiento circular, sin barreras, sin relación a la verdad, funcionando en un rechazo a la castración. El fantasma del capitalismo hace surgir en lo real al objeto mismo, asegurando una relación entre el sujeto y el plus de goce que no pasa por la dialéctica de los vínculos sociales.

El discurso capitalista implica entonces el rechazo de la castración, la desaparición de la imposibilidad, la caída de los significantes amos, la determinación de la verdad. En el capitalismo encontramos eso que Miller nombra como prevalencia del plus de goce sobre el ideal, no hay un ideal que regule la relación del sujeto y el plus de goce, hay puro imperativo de goce. Lo que llamamos discurso capitalista es sin duda, una forma del discurso del amo, pero no es capaz de refrenar al super-yo.

No hay imposibilidad que limite dicha relación. Lo que no está regulado es la metonimia del objeto. El capitalismo no inventa la relación del sujeto con el objeto como plus de goce, ya que esta está inscrita en el inconsciente.

El sujeto toxicómano es el paradigma de la relación del sujeto moderno con el objeto de consumo, un sujeto que depende esencialmente del modo de gozar actual, un goce que depende de la relación establecida entre el mercado y el capitalismo, y que permite la explotación del deseo, cuando el mercado le promete al sujeto toda una serie de objetos que colmarían su deseo. Con el mercado se desencadena un consumismo alocado que hace del sujeto un individuo pegado al objeto de goce, aislándolo de todo lazo social.

La adicción a las drogas develan la presencia de un real sin ley, excluido del saber inconsciente, hay una ausencia de límites en nuestra civilización, ausencia de límites que antaño eran introducidas por el otro y que ahora, vemos proliferar bajo la forma de las llamadas patologías del consumo y adicciones en general.

¿Qué posición puede asumir el psicoanálisis frente a la adicción a las drogas, por cuanto se presenta como un rechazo al saber inconsciente?

Este rechazo constituye para el analista una dificultad a la que no se puede pasar por alto, siendo para el psicoanálisis fundamental el trabajo con el inconsciente.

LA PRESENTACIÓN DE LAS DROGAS

Un recorrido histórico, acerca de los distintos usos de las drogas en distintos tiempos y culturas nos deja afirmar que la cultura es inseparable respecto de un malestar que le es inherente, no hay cultura sin malestar. En todo caso, el malestar no es una contingencia de un momento dado o una coyuntura especial, sino que es un dato estructural.

Hay un malestar inevitable y, a la vez hay diferentes formas de intentar paliarlo. Podemos ubicar en la cultura las diferentes estrategias frente a la inexistencia de una civilización que no tenga pesadumbre. El amor, la religión, el delirio, la sublimación, etc., como formas de paliar el dolor de vivir, según lo afirmara S. Freud ya en el año 1929.

Antecedentes históricos sobre el uso de las drogas

La existencia de la droga es tan antigua como la civilización. Lo fundamental seria el efecto de toxicidad que ocasiona la sustancia en el cuerpo, ya que no hay droga inocua y la relación del sujeto con la misma. Desde la antigüedad ya nos llega un concepto expuesto por los griegos para llamar a las drogas; Pharmakon, que indica dos caras de la misma moneda: remedio y veneno, es cura y amenaza, inseparablemente

La Religión y las drogas:

Desde el origen de las culturas el hombre y las religiones se vincularon por dogmas, escritos y castas sacerdotales para poder interpretar la voluntad de los dioses en la era pagana o más tarde la de algún dios único y omnipotente; estos cultos creados de la conciencia del hombre fueron nombrados como conocimientos revelados. Se necesitaba estar en un plano superior para poder escuchar la voluntad de los dioses, es decir, algunas drogas han sido utilizadas como puente que sirve al hombre para comunicarse con divinidades, no obstante su uso tenía un objetivo específico; generar contacto con lo divino.

Estas experiencias no eran simples ritos circunstanciales sino que era el centro de la verdadera experiencia religiosa, que justificaba la existencia del culto y el uso de sustancias que alteraran el estado de conciencia.

La época del liberalismo y el laissez-faire:

El liberalismo está muy presente en los Estados Unidos desde el comienzo del siglo pasado. Este sistema filosófico, político, económico, cultural se fundamenta principalmente en la democracia y promueve los derechos, a esto sumamos el tema del laissez-faire donde cada cual “hace lo que quiere” y la cultural es básicamente “tolerante”, (al menos en discurso) frente a las decisiones individuales, se permite al sujeto relacionarse libremente, entre otras cosas con las sustancias.

Los últimos años de la década del 60, comenzó un movimiento muy particular que fue conocido como “movimiento hippie”. Este movimiento se caracterizó por la anarquía no violenta, por la preocupación por el medio ambiente y por un rechazo general al materialismo occidental.

Los hippies formaron una cultura contestataria y antibelicista, decidieron retirarse de la sociedad a la que condenaban por su actitud cómoda y conservadora inclusive “hipócrita”.

Comenzaron, entonces, a reunirse en comunas, constituidas como organizaciones libres y sin jerarquías, en total contraposición de lo que pasaba en la sociedad burguesa. Aquí las drogas empiezan a tener un lugar fundamental, empieza haber ciertos acercamientos de estas comunas con culturas indígenas que eran ya fuertes consumidores en tanto sus prácticas religiosas se ligaban íntimamente con sustancias psicoactivas.

Aparece la Coca-Cola, que inicialmente estaba compuesta por coca, mas adelante esta es reemplazada por cafeína.

Es durante la guerra de los Estados Unidos que es cuando se empieza a utilizar de manera sistemática la morfina (derivado del opio) en los hospitales para calmar los dolores de los soldados heridos, y es cuando termina la guerra cuando comienzan a aparecer las adicciones a la morfina, a esto se le llamó “mal militar”.

Pero el punto crucial es cuando se descubre el fenómeno de abstinencia. Cuando aparece el síndrome de abstinencia el consumo entra dentro del campo medico, es entonces cuando se piensa que cualquier cosa es mejor que sufrir los malestares producidos a falta de la sustancia.

Históricamente, es aquí donde se ubica la toxicomanía, la droga-dependencia,

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