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Trauma Y Pulsion

AntoBsAs9216 de Noviembre de 2012

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Trauma y Pulsión

09/10/2004- Por Alicia Lowenstein -

En los textos de Freud, la relación entre trauma y pulsión se encuentra en múltiples lugares. Atraviesa diversos avatares que se pueden inscribir como momentos de viraje en su práctica clínica. Es posible ubicar este recorrido en un cuadro de doble entrada. En la parte superior de dicho cuadro situamos una serie de textos de Freud, que no se hallan agrupados por una cuestión cronológica sino por la misma idea de cura. En la columna vertical ubicamos una serie de conceptos, a saber: lo traumático, el aparato psíquico que Freud plantea en ese momento traumático, un caso clínico - un referente clínico - y una conclusión, o sea la relación que aparece entre trauma y pulsión. El eje central del cuadro lo constituye la relación entre trauma y aparato psíquico. Es decir, que cada vez que Freud modifica su concepción de aparato psíquico, modifica también su idea de trauma. No hay una concepción unitaria de trauma. La pregunta que podemos hacernos es: ¿A medida que Freud modifica el aparato psíquico también modifica la conceptualización de pulsión, en una relación también directa como con el trauma?

Los primeros textos que sitúo son Manuscrito K, Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa y La etiología de la histeria. En éstos, Freud ubica la relación entre la representación -que aparece como intolerable- con la vivencia de origen sexual. Freud dice que la representación inconciliable pone en movimiento a la defensa e invita a la represión. Frente a esta representación inconciliable con el yo la representación se aparta -queda segregada del comercio asociativo- y la conciencia se escinde. La representación inconciliable es apartada voluntariamente, pero involuntariamente se escinde la conciencia. En el punto en que la representación inconciliable es apartada, recién ahí deviene patógena; o sea que la representación no es patógena en sí misma. ¿Qué es una representación inconciliable? Una representación es inconciliable cuando entra en nexo lógico o asociativo con una vivencia de origen sexual. El efecto que produce son los síntomas histéricos. La pregunta es: ¿cómo se producen dichos síntomas?. Los síntomas histéricos se producen cuando estas vivencias de origen sexual son reanimadas como recuerdos, con efecto retardado. En este caso producen mayor desprendimiento de afecto que en el momento donde se produjeron estas vivencias. O sea: producen un desprendimiento de displacer, hay un displacer actual. En consecuencia, estas vivencias devienen traumáticas, con lo cual no son en sí mismas traumáticas. Las vivencias como traumas en la histeria son experiencias en el cuerpo propio o impresiones visuales y comunicaciones oídas [1].

En relación al cuadro, lo traumático es la vivencia sexual prematura traumática. Vamos a encontrar cierta diferencia entre lo que Freud denomina lo traumático y lo que es el trauma. Entonces, lo traumático es la vivencia sexual prematura traumática. El aparato psíquico que Freud maneja en ese momento es la doble conciencia, o conciencia escindida. Los referentes clínicos que tomo son los caso Ema y Cecilia M. El caso Ema, que esta en el Proyecto de una Psicología para neurólogos, es una histeria de angustia. Ema padece de angustia al salir sola a la calle. Esto aparece después de que fue a una tienda. Al entrar a ella, tras observar a unos empleados que se están riendo, se va espantada, volviendo a su casa. A partir de ese momento no quiere salir sola a la calle.

¿Qué es lo que puede decir Ema en relación a lo que le pasó en la tienda? Dice que los empleados se reían y supone que se reían de su vestido. Más adelante, recuerda otra escena que sucedió anteriormente. De pequeña, alrededor de los nueve años, cuando había ido a comprar golosinas a una pastelería, el pastelero le pellizca los genitales por encima del vestido acompañando el atentado con una fuerte risotada. La conexión entre las dos escenas, que produce este efecto traumático, aparece en forma conciente a través de los vestidos y, en forma inconsciente, es posible conectar la risa de los empleados con la risotada del pastelero que ella no recordaba en el comienzo. La risotada tiene valor pulsional. Freud no tiene, en este momento, tematizado el concepto de pulsión, no es algo que señale, pero a partir de lo que desarrolla en los textos posteriores, podemos ubicar que esto tiene que ver con la pulsión. Lo interesante de Freud es que no quita elementos, los deja aún sin poder ubicarlos conceptualmente. El ejemplo de Ema nos sirve para ubicar la constitución del trauma en los dos tiempos, y la aparición de lo pulsional en relación a la risotada.

En Cecilia M., la cuestión es distinta. En Ema aparece el trauma en relación a la vivencia sexual prematura traumática, pero en Cecilia M. el trauma aparece en relación a representaciones, no a vivencias sexuales o a escenas de seducción. Cecilia M. es una paciente de Freud que tiene una serie de síntomas conversivos. Tomo uno particularmente: un dolor que tiene en el talón del pie derecho; y que esta en relación a un recuerdo de su estancia en un hotel de cura y a su temor a ser presentada a los otros enfermos. Teme no entrar con el pie derecho, y a partir de ahí tiene el dolor en el talón. O sea, los síntomas conversivos en Cecilia M. se producen por un puente lingüístico. Lo cual nos permite ubicar que la vivencia sexual prematura traumática vale como representación, no como vivencia. La conclusión es, entonces, que la representación patógena o vivencia es del orden de la representación. El trauma es la representación patógena.

A partir de aquí hay un corte, un punto de ruptura, de discontinuidad con lo que Freud va a plantear después en relación al trauma. En adelante, Freud no va a plantear al trauma como una representación. El trauma será todo lo que queda por fuera de las representaciones. ¿Por qué este punto de ruptura? Porque, primero, en esta época la idea de cura de Freud es que el tratamiento catártico que él sigue es sintomático y no causal. O sea: no apunta a la causa de la histeria. Y no apunta a la causa porque no tiene una estructura de la histeria. Recién cuando Freud descubre el inconsciente -y a partir de ese descubrimiento inventa el psicoanálisis- él puede formular, formalizar, una estructura para la neurosis. En consecuencia no podía haber cura de la histeria al no tener conceptualizada su estructura.

En el momento del descubrimiento del inconsciente lo sitúo en el texto Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis, donde se recorta la articulación entre trauma y pulsión. En relación al aparato psíquico utilizaremos La interpretación de los sueños y La represión. ¿Qué sucede en el texto de Mis tesis...? En este texto Freud rompe con su teoría de la seducción por adultos u otros niños mayores. Dice que magnificó la frecuencia de estos hechos, pues no sabía discernir entre los espejismos mnémicos y las huellas de los hechos reales. Al no saber distinguir entre estos, Freud cree en el relato que le cuentan las histéricas acerca de las causas de los síntomas. Introduce entonces un nuevo concepto a partir de éste obstáculo que él encuentra en la clínica, obstáculo que es encuentro, en el sentido de que la misma práctica que él había formalizado lo lleva a encontrar éste obstáculo. En el punto en que solicita al paciente que diga todo lo que se le ocurra, aparecen estos dichos que él primero considera como hechos reales. Luego, ubica entre los síntomas y los hechos -las impresiones infantiles- la fantasía. En las histéricas, la fantasía era una cobertura, una pantalla, un velo, de la práctica sexual autoerótica infantil, o sea, de la masturbación en la infancia. Con lo cual cae por tierra la insistencia en el elemento traumático y la frecuencia de la seducción en la niñez. Corre la misma suerte la exagerada insistencia de los influjos accidentales que afectan la sexualidad. Freud ubica estas fantasías -que son invenciones de recuerdos- entre los síntomas y las impresiones infantiles. Un nuevo concepto surge a partir del obstáculo que encuentra en la clínica. Cuando cede la insistencia de los influjos accidentales, los factores de la constitución reafirman su primacía. Estos están relacionados con la pulsión sexual, lo cual queda más claro en otro texto, Tres ensayos..., donde la constitución sexual se apoya en la pulsión sexual, que es la pulsión parcial. Se pierde entonces el factor accidental y lo traumático pasa a ser constitucional; las fantasías de seducción se apoyan en la pulsión parcial.

Freud hizo más tarde una serie de aclaraciones. Dice que se basó en la teoría traumática de Charcot. Esta teoría traumática juzga reales los informes de los pacientes que hacían remontar sus síntomas a vivencias sexuales pasivas. Estas vivencias sexuales pasivas de los primeros años de la infancia eran las escenas de seducción. El análisis había llegado por un camino correcto a la aparición de estas escenas, pero ahora, resultando no eran verdaderas Freud pierde su apoyo en la realidad [2]. Al perder apoyo, se da cuenta de que estos traumas eran inventados, y que es necesario incluir la realidad psíquica [3]. Las fantasías de seducción encubrían el período autoerótico de la infancia. Otra de las cuestiones que ubica posteriormente es la aparición sistemática del padre como seductor en las escenas de seducción que los pacientes relatan. Recién cuando sitúa que el padre como seductor es el efecto del complejo de Edipo típico en la mujer [4] resolver esta cuestión.

Lo traumático es la pulsión sexual, que aparece como factor constitucional. Y la fantasía

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