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Trauma y el miedo al derrumbe


Enviado por   •  21 de Abril de 2019  •  Ensayos  •  3.552 Palabras (15 Páginas)  •  231 Visitas

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TÍTULO: Trauma y “el miedo al derrumbe”

AUTOR: Jaime Lavín Henríquez*

RESUMEN:

Una tópica afín en la obra winnicottiana, a la noción de trauma, es la del miedo al derrumbe. Expresión, que Winnicott recoge del material que sus propios pacientes le brindaron durante su ejercicio profesional. El miedo al derrumbe sería una de las formas posibles que asumen las agonías primitivas, que el individuo padece, en los momentos más tempranos del desarrollo neonatal. Tales agonías se asocian a los traumas primordiales que delatan la presencia del ambiente, al condicionar el curso de los procesos de maduración que deben tener lugar en dichas instancias. Precisamente, el presente trabajo tiene por objeto, proponer una articulación posible entre las nociones winnicotianas de trauma y de “miedo al derrumbe”, por medio de un recorrido teórico particular, intentando dilucidar la relación existente entre ambos conceptos, y prestando especial atención al influjo de la dimensión gravitacional en la constitución del psiquismo y el desarrollo emocional.

PALABRAS CLAVES: Winnicott – trauma – “miedo al derrumbe” – gravedad

En el presente trabajo se aborda la relación existente entre las nociones de trauma y “el miedo al derrumbe” en la obra winnicottiana, las cuales guardarían una estrecha ligazón al interior de dicho corpus teórico. A partir de lo anterior, en esta oportunidad, se pasará revista de manera exhaustiva al rol de lo gravitacional en el desarrollo emocional del individuo.

La noción de “miedo al derrumbe” (“fear of breakdown”) de Winnicott (¿1963?) proviene de las experiencias que sus propios pacientes le reportaron a lo largo de su extenso ejercicio profesional, como pediatra y psicoanalista. En el texto que lleva por nombre “El miedo al derrumbe”, el autor aborda una serie de vivencias de las etapas iniciales de la vida de los pacientes, las cuales serían expresión de las variadas modalidades que adoptan las agonías primitivas.

A pesar de que al conceptualizar el miedo al derrumbe, Winnicott tuvo en mente un fenómeno que acontece en cuadros psicopatológicos graves, es posible entender que algo de dicha vivencia trasciende, haciéndola hasta cierto punto universal, razón por la cual cualquiera podría eventualmente evocarla, permitiendo incluso empatizar con quienes vuelven a ella de manera recurrente. Lo anterior ayuda a entender por qué por momentos pareciese tratarse como un fenómeno singular, mientras en otros pasajes de la obra winnicottiana se apunta hacia una vivencia compartida, de carácter universal (p. 112).

De acuerdo con Winnicott (¿1963?), el miedo al derrumbe que se advierte en algunos pacientes en la clínica, dará paso a un proceso regresivo que conducirá finalmente a dichos pacientes hacia un estado de dependencia absoluta. Como fenómeno se asociaría a la etapa más temprana del desarrollo emocional, al poner de manifiesto la necesidad vital de ser adecuadamente sostenidos. Si el ambiente no logra cubrir tal necesidad de manera suficiente, surge como respuesta la locura, entendida esta como un modo en que se organizan y despliegan las defensas ante un evento perturbador en los albores de la vida.

En relación al concepto de miedo al derrumbe, Winnicott (¿1963?), formula acepciones diferentes. En un sentido más grueso, el autor lo concibe como el desmoronamiento de las defensas; en cambio en un sentido más específico, alude a “ese estado de cosas impensables que está por debajo de las defensas”, vale decir, a una modalidad de las agonías primitivas (p. 113). Este “más allá de las defensas” apuntaría a un tiempo remoto, en el que el incipiente psiquismo no tiene herramientas para poder hacer frente de “buena manera” a dicho tipo de vivencias, apareciendo la locura como una respuesta por defecto ante el riesgo inminente de un desplome total (Lavín, 2014).

Uno de los enunciados más contundentes y novedosos del texto en cuestión, es el que se expone a continuación:

 

“Estoy ya en condiciones de enunciar mi principal afirmación, que resulta muy simple. Sostengo que el miedo clínico al derrumbe es el miedo a un derrumbe ya experienciado. Es el miedo a la agonía original que dio lugar a la organización defensiva desplegada por el paciente como síndrome mórbido” (Winnicott, ¿1963?, p. 115).  

Tal como se mencionara anteriormente, en dicha frase de Winnicott se expresa la tesis más llamativa respecto a la importancia y utilidad del miedo al derrumbe en el espacio clínico. El derrumbe, que no alcanza a constituir en su momento una verdadera experiencia debido a lo prematuro del individuo y su psiquismo, se advierte en las agonías primitivas, erigiéndose las defensas como un vestigio que delata a aquel evento temprano arrasador. La patología de este modo, resulta una suerte de medida de emergencia ante el deficiente sostén brindado por el ambiente en tan crucial momento. Sin embargo, este derrumbe que bajo estas condiciones no puede ser preservado como recuerdo, debe pese a ello tener lugar en el presente –y por vez primera- en tanto experiencia y no simplemente como suceso. Y es que lo que aquí se observa no se ajusta a la dimensión de lo reprimido, sino que más bien, se trata de algo pretérito, anterior a los tiempos de la represión, por lo que difícilmente lograría ser representado, y mucho menos, tramitado. Es por ello que el miedo al derrumbe no responde a una experiencia propia de las neurosis, sobre la cual el olvido opera como una forma de registro (Lavín, 2014). En relación a este punto, Winnicott (¿1963?) afirma: “En este contexto particular, inconsciente significa que la integración yoica no es capaz de abarcar algo. El yo es demasiado inmaduro como para recoger todos los fenómenos dentro del ámbito de la omnipotencia personal” (p. 115). Por su parte, Pontalis (1977) añade:

“Ha tenido lugar algo que carece de lugar. Lo que determina todo el funcionamiento del aparato está fuera de las conquistas de éste. Lo impensable hace lo pensado. Aquello que no ha sido vivido, experimentado, que escapa a toda posibilidad de memorización, se haya en lo más profundo del ser” (Pontalis, 1977, p. 14).

Ante la paradoja que se advierte entre vivencias que acaecieron, pero que no tuvieron lugar, Winnicott (¿1963?) postula lo siguiente: “En otros términos, el paciente debe seguir persiguiendo ese detalle del pasado que todavía no fue experienciado, que adquiere la forma de una búsqueda de ese detalle en el futuro” (Winnicott, ¿1963?, Pp. 115-6). Es relevante en esta frase la idea de “detalle”, la que apunta a un evento que requiere tener lugar con posterioridad, ya que en el momento en que irrumpe en escena, no se asocia a las restantes experiencias que configuran lo que se denomina la historia del paciente.

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