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Un Gran Olvidado Alfred Binet


Enviado por   •  23 de Octubre de 2014  •  2.321 Palabras (10 Páginas)  •  268 Visitas

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UN GRAN OLVIDADO: ALFRED BINET

Ramón León Donayre

Universidad Ricardo Palma

El año que avanza, el 2011, es el del centenario del fallecimiento de Alfred Binet (1857-1911), personalidad muy distinguida de la psicología de su época, que hoy injustamente se encuentra en el olvido.

Psicólogo francés, Binet falleció prematuramente sin dejar discípulos ni escuela organizada, por lo cual sus ideas fueron cada vez más ignoradas con el paso de los años. Dejando de lado referencias rituales en los textos y cursos de historia de la psicología y de pruebas psicológicas, apenas es mencionado y su obra, importante en el contenido y voluminosa en cuanto al número, mucho menos discutida.

Solo muchos años después de su fallecimiento su nombre ha vuelto a cobrar cierta actualidad, esta vez en vinculación con la psicología cognitiva (Pollack & Brenner 1969).

Nació en el seno de un hogar de la haute bourgeoisie (padre médico, madre artista), Alfred Binet, tras inclinarse en sus años estudiantiles por el derecho y la medicina, se orienta a la psicología y en 1883 conoce a Charles Féré y a la clínica de Charcot, en la Salpêtrière, realizando estudios sobre la histeria y el hipnotismo.

En el poco más de medio siglo que vivió, Alfred Binet desplegó una inagotable capacidad de trabajo, abordando temas de la psicología general y de la psicopatología. Sus numerosos libros y artículos, escritos en un francés claro y expresivo, le valieron nombradía internacional.

A comienzos de la década de los 1880 se inicia el ininterrumpido flujo de publicaciones suyas. La Revue philosophique acoge sus primeros trabajos (e.g. Binet 1880, 1883, 1886, 1887; Binet & Delboeuf 1886; Binet & Féré 1885a, 1885b).

Posteriormente, Binet privilegiaría las páginas de L 'Année psychologique para dar a conocer sus artículos e investigaciones, así como también daría a conocer sus numerosos libros, que trataron, entre otros temas, de las alteraciones de la personalidad (Binet 1892), la psicología experimental (Binet et al. 1894), la psicología de los jugadores de ajedrez y de prodigios matemáticos (Binet & Henneguy 1894), la sugestionabilidad (Binet 1900), la grafología y, por supuesto, el estudio de la inteligencia.

Sin embargo, nada de esto le sirvió para tener éxito en el logro de sus proyectos de una carrera académica. Efectivamente, en craso contraste con su permanente producción científica y la calidad y la resonancia nacional e internacional de ésta, la proyectada carrera académica de Binet se vio frustrada al ser rechazada su candidatura tanto al Collège de France como a La Sorbona. Estos fracasos lo llevaron a apartarse de la vida parisina, estableciéndose en el campo para proseguir su labor publicista.

De todas sus contribuciones a la psicología, la que consagró a Binet fue la elaboración (en trabajo conjunto con Théodore Simon, 1873-1961) de la escala de evaluación de la inteligencia que lleva su nombre.

Hoy, cuando el número de reactivos que evalúan la inteligencia se ha multiplicado, como también lo han hecho las teorías acerca de ella, el aporte de Binet corre el riesgo de no ser aquilatado en su real significado.

Lo cierto es que antes de Binet y Simon no se contaba con una concepción sistemática de la inteligencia como tampoco con todos los recursos estadísticos de los que hoy se dispone cuando se desea elaborar una prueba psicométrica.

Para decirlo en pocas palabras, la inteligencia era valorada de la manera más diversa y muchas veces cuestionable. Al lado de intuiciones acerca del lenguaje, su amplitud y su diferenciación, como indicador de la capacidad intelectual, circulaban ideas muchas veces fantásticas acerca del supuesto valor diagnóstico de los rasgos faciales y el diámetro de la bóveda craneana para tener una idea acerca de la inteligencia de alguien (Meili 1953).

Llevando a cabo un trabajo minucioso y prolongado, y tomando en consideración lo más ponderado y sugerente del aun escaso conocimiento que se tenía sobre la inteligencia, como por ejemplo lo propuesto por un compatriota de ellos, Hippolyte Taine (1870), Binet y Simon ofrecieron a la comunidad psicológica mundial el primer instrumento válido y confiable para su evaluación objetiva.

El reactivo ideado por Binet y Simon evaluaba una serie de aspectos tales como la amplitud del vocabulario, la capacidad para llevar a cabo diversas operaciones matemáticas, y destrezas referidas a la psicomotricidad.

Ella representa la primera sistematización de una gran cantidad de conductas y destrezas como indicadores del desarrollo intelectual, ofreciendo un indicador cuantitativo total de ese desarrollo: la edad mental.

Sin embargo, la escala (hoy apenas empleada en las evaluaciones rutinarias de la inteligencia) era un reactivo cuyo empleo estaba asociado a elevados costos, de tiempo y de personal (requiriendo de un entrenamiento previo), y una aplicación solo factible de manera individual. Por si todo esto fuera poco, la escala de Binet y Simon solo ofrecía la edad mental como resultado, un indicador objetivo pero también grueso que, en última instancia, solo alcanzaba hasta los 14 años.

Sería, como se sabe, William Stern, el conocido psicólogo alemán, quien, al idear el concepto de cociente intelectual en 1912, superó las limitaciones inherentes a la edad mental.

Pero estas carencias de la escala de Binet y Simon, condicionadas -como hemos dicho- por la naturaleza del trabajo pionero de ellos, no disminuyen su valía, pues ella fue el punto de partida y estímulo para el desarrollo de innumerables tests que exploran la inteligencia.

En poco tiempo, su empleo se difundió en el Nuevo Mundo, especialmente en los Estados Unidos de Norte América, donde la introdujo Henry H. Goddard (Kevles 2004). Empero, sería Lewis Terman quien desplegaría una activa labor difundiéndola y adaptándola al medio norteamericano, con tanto éxito que su versión (Terman 1916) ha terminado siendo más conocida que la versión original. En nuestro país, Hermilio Valdizán cumplió asimismo una importante labor en el proceso de dar a conocer el reactivo binetiano (Mariátegui 1981).

Como se ha dicho antes la escala de Binet y Simon forma parte hoy del arsenal fuera de uso entre los psicometristas. Empero, su valor histórico es destacado en el hecho de que el APA Diccionario Conciso de Psicología le dedica 19 líneas (en la entrada “Escala de inteligencia Stanford-Binet (SB); pg. 182, más que las que tiene la “Escala

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